Dos puntas de una secuencia “dejà vu”. Comienzan por acciones terroristas con muertos, siguen con detalladísimas explicaciones, tantas que confunden y terminan provocando una verdadera paranoia en los usuarios de la aviación comercial.
Ocurrió con los “líquidos” explosivos en equipajes de mano, terminado el sainete todo siguió igual, no hay responsables sólo “presuntos sospechosos”, quedaron las molestias para los pasajeros y una buena cuota de temor extra en los viajes aéreos.
Puesto a desconfiar, en razón que esta vez el presunto sospechoso no es un primitivo terrorista islámico sino un atildado ruso blanco y un material novedoso, recuerdo que fue muy reciente el asesinato en Moscú de una periodista que tampoco simpatizaba con Putin y que supuestamente el espía fallecido estaba investigando, y el envenenamiento de un ex premier soviético en Dublín, hoy internado en Moscú. Hechos que cuando menos revelan que los rusos pierden el pelo pero no las mañas.
Son capaces de cualquier cosa menos de ser tan torpes y dejar todas las huellas puestas. Sus “operaciones húmedas” están muy prolijamente diseñadas, con recursos casi infinitos, altamente letales sin posibilidad de error ni riesgos innecesarios para tener que recurrir a sofisticados productos radioactivos.
Tienen un muy claro sentido práctico de las cosas, si no se debe hablar, bajan la cortina de hierro y a otra cosa, el tiempo cura las heridas y envejece las noticias.
Son demasiados muertos y envenenados juntos para ser casualidad o ajuste de cuentas; o la inteligencia soviética (F.S.B.) se salió de madre o algunos se han vuelto autónomos. Una cosa u otra es una mala señal.
En el caso del espía Litvinenko y el Polonio 210, la cuestión parece distinta por el material usado, para que se lo encontrara, identificara y rastreara sin dejar lugar a dudas o por sus aparentes consecuencias. Más de 30.000 presuntos afectados excede a las Torres Gemelas, Atocha, y todos los coches bomba.
Es un hecho que en todas partes, casi nos hemos acostumbrado a los explosivos en supermercados, trenes, terminales y aviones pero la radiactividad mete mucho miedo, el temor a lo desconocido que ni se ve ni se siente.
A los tres rusos nadie los conocía; para el mundo no es noticia tres rusos más o menos; miles de contaminados por radiación, es otra cosa aunque los medios exageren sitemáticamente las noticias.
Si en Inglaterra supieran que: “en boca del mentiroso, lo cierto se hace dudoso”, comenzarían a revisar sus pautas de comunicación. Si se comienza a hablar es para soltar todo el rollo, si no se debe o no se puede, chitón. Esto es pánico a la prensa y si hay miedo hay colas sucias.
Que esto no es lo que se dice, no me quedan dudas, habrá que esperar quien muestra la hilacha, no es fácil mentir y enredar tanto sin pisarse.
Ocurrió con los “líquidos” explosivos en equipajes de mano, terminado el sainete todo siguió igual, no hay responsables sólo “presuntos sospechosos”, quedaron las molestias para los pasajeros y una buena cuota de temor extra en los viajes aéreos.
Puesto a desconfiar, en razón que esta vez el presunto sospechoso no es un primitivo terrorista islámico sino un atildado ruso blanco y un material novedoso, recuerdo que fue muy reciente el asesinato en Moscú de una periodista que tampoco simpatizaba con Putin y que supuestamente el espía fallecido estaba investigando, y el envenenamiento de un ex premier soviético en Dublín, hoy internado en Moscú. Hechos que cuando menos revelan que los rusos pierden el pelo pero no las mañas.
Son capaces de cualquier cosa menos de ser tan torpes y dejar todas las huellas puestas. Sus “operaciones húmedas” están muy prolijamente diseñadas, con recursos casi infinitos, altamente letales sin posibilidad de error ni riesgos innecesarios para tener que recurrir a sofisticados productos radioactivos.
Tienen un muy claro sentido práctico de las cosas, si no se debe hablar, bajan la cortina de hierro y a otra cosa, el tiempo cura las heridas y envejece las noticias.
Son demasiados muertos y envenenados juntos para ser casualidad o ajuste de cuentas; o la inteligencia soviética (F.S.B.) se salió de madre o algunos se han vuelto autónomos. Una cosa u otra es una mala señal.
En el caso del espía Litvinenko y el Polonio 210, la cuestión parece distinta por el material usado, para que se lo encontrara, identificara y rastreara sin dejar lugar a dudas o por sus aparentes consecuencias. Más de 30.000 presuntos afectados excede a las Torres Gemelas, Atocha, y todos los coches bomba.
Es un hecho que en todas partes, casi nos hemos acostumbrado a los explosivos en supermercados, trenes, terminales y aviones pero la radiactividad mete mucho miedo, el temor a lo desconocido que ni se ve ni se siente.
A los tres rusos nadie los conocía; para el mundo no es noticia tres rusos más o menos; miles de contaminados por radiación, es otra cosa aunque los medios exageren sitemáticamente las noticias.
Si en Inglaterra supieran que: “en boca del mentiroso, lo cierto se hace dudoso”, comenzarían a revisar sus pautas de comunicación. Si se comienza a hablar es para soltar todo el rollo, si no se debe o no se puede, chitón. Esto es pánico a la prensa y si hay miedo hay colas sucias.
Que esto no es lo que se dice, no me quedan dudas, habrá que esperar quien muestra la hilacha, no es fácil mentir y enredar tanto sin pisarse.
Síntesis de prensa
"La radiación del Polonio 210 produce una muerte lenta y dolorosa"
"British Airways pide a 33.000 pasajeros de los trayectos "contaminados" que acudan al médico"
"Todo Gran Bretaña tras los rastros del Polonio"
"Investigadores británicos creen que Litvinenko pudo ser víctima de disidentes rusos"
"La femme et le contact de l´espion russe contaminés par le polonium"
"Veneno hallado en el espía era para matarlo cien veces"
"Litvinenko é o 2º caso de envenenamento com pôlonio da história"
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