Acostumbrados a ver los mismos personajes y argumentos, no puede dejar de llamar la atención la progresiva aparición en escena de los ideólogos y comandantes reemplazando a los muñequitos de siempre, en todos los medios.
Es natural, la velocidad de los hechos que se suceden en todo el mundo vuelve obsoletos e incluso contraproducentes los argumentos con que fueron programados los soldaditos a cuerda.
Es un fenómeno que se comprueba en todo el mundo con las variantes locales: en Argentina es particularmente notable por la sumatoria del conflicto en medio oriente y la tradicional alianza de los miembros de la influyente comunidad judía local con la llamada izquierda subversiva.
La desmedida y criminal acción israelí puso en entredicho dos de sus más preciados términos descalificadores, metódicamente trabajados e instalados desde hace años: “antisemitismo y genocidio”.
Repárese en la magnitud del conflicto ideológico en que ha caído esta gente; Hezbollah aplaudido por todo el progresismo marxista enfrenta a Israel, en un conflicto con semitas de un lado y del otro, no hay unos más semitas que otros. Los semitas perseguidos se han transformado en despiadados antisemitas La acción es un típico genocidio, exterminio por motivos raciales y religiosos.
Procesar esta situación excede la capacidad de aquellos a los que les ponen un “microchip” con el programa y los sueltan a repetir sandeces. Se les quemaron los circuitos y se les cayó el sistema. Esta gente esta programada para repetir un mensaje no para pensar.
Es cosa de ver la acrobacia intelectual a que se ven obligados comentaristas, periodistas y analistas para permanecer parados en este tifón, manoteando desesperadamente cualquier argumento que les permita afirmarse, sin condenar demasiado ni defender con mucho entusiasmo.
La situación ha obligado a sacar de la cueva a las figuras de reserva, esas que nunca se muestran; El partido Comunista, públicamente ausente durante décadas por aquello que el comunismo no existe después de la caída del muro de Berlín y la desintegración de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, presentó en la sociedad mediática a su director o jefe de política internacional. La comunidad judía hasta llegó a desempolvar al autor de un libro crítico de quienes instalaron el antisemitismo (¡!) y una serie de nuevos personajes que exhibieron una lamentable imagen de soberbia y autosuficiencia muy “a lo Olmert” que flaco favor le hicieron a su causa.
Israel condena a la UEFA por suspender competencias en Israel por razones de seguridad acusándola de antisemitismo y embate contra la Comunidad Europea, con la precisa e inobjetable acusación de ser responsable del genocidio consumado por las Naciones Unidas en Kosovo y los Balcanes. Al mismo tiempo Francia absolutamente desubicada rehace en el peor momento, su alianza con EEUU.
España no se salva del huracán y entra en conflicto violento con los lideres judíos.
No es para alegrarse, de esta confusión transitoria van a salir del pantano creando nuevas “verdades” mucho más peligrosas.Lo que si es importante es mantener una clara visión de lo que ocurre y su secuencia, el engaño que viene va a ser de antología.
Es natural, la velocidad de los hechos que se suceden en todo el mundo vuelve obsoletos e incluso contraproducentes los argumentos con que fueron programados los soldaditos a cuerda.
Es un fenómeno que se comprueba en todo el mundo con las variantes locales: en Argentina es particularmente notable por la sumatoria del conflicto en medio oriente y la tradicional alianza de los miembros de la influyente comunidad judía local con la llamada izquierda subversiva.
La desmedida y criminal acción israelí puso en entredicho dos de sus más preciados términos descalificadores, metódicamente trabajados e instalados desde hace años: “antisemitismo y genocidio”.
Repárese en la magnitud del conflicto ideológico en que ha caído esta gente; Hezbollah aplaudido por todo el progresismo marxista enfrenta a Israel, en un conflicto con semitas de un lado y del otro, no hay unos más semitas que otros. Los semitas perseguidos se han transformado en despiadados antisemitas La acción es un típico genocidio, exterminio por motivos raciales y religiosos.
Procesar esta situación excede la capacidad de aquellos a los que les ponen un “microchip” con el programa y los sueltan a repetir sandeces. Se les quemaron los circuitos y se les cayó el sistema. Esta gente esta programada para repetir un mensaje no para pensar.
Es cosa de ver la acrobacia intelectual a que se ven obligados comentaristas, periodistas y analistas para permanecer parados en este tifón, manoteando desesperadamente cualquier argumento que les permita afirmarse, sin condenar demasiado ni defender con mucho entusiasmo.
La situación ha obligado a sacar de la cueva a las figuras de reserva, esas que nunca se muestran; El partido Comunista, públicamente ausente durante décadas por aquello que el comunismo no existe después de la caída del muro de Berlín y la desintegración de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, presentó en la sociedad mediática a su director o jefe de política internacional. La comunidad judía hasta llegó a desempolvar al autor de un libro crítico de quienes instalaron el antisemitismo (¡!) y una serie de nuevos personajes que exhibieron una lamentable imagen de soberbia y autosuficiencia muy “a lo Olmert” que flaco favor le hicieron a su causa.
Israel condena a la UEFA por suspender competencias en Israel por razones de seguridad acusándola de antisemitismo y embate contra la Comunidad Europea, con la precisa e inobjetable acusación de ser responsable del genocidio consumado por las Naciones Unidas en Kosovo y los Balcanes. Al mismo tiempo Francia absolutamente desubicada rehace en el peor momento, su alianza con EEUU.
España no se salva del huracán y entra en conflicto violento con los lideres judíos.
No es para alegrarse, de esta confusión transitoria van a salir del pantano creando nuevas “verdades” mucho más peligrosas.Lo que si es importante es mantener una clara visión de lo que ocurre y su secuencia, el engaño que viene va a ser de antología.
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