Forma parte de una actitud de pueblos, legisladores y funcionarios en todo el mundo. Casi como si una intoxicación mental afectara a todos. Sin distinción de banderías políticas, ideológicas o ubicación geográfica.
Acabo de ver un impactante informe por la crudeza y expresividad de las imágenes, acerca de los jóvenes adictos al llamado “paco”, un producto de bajo costo elaborado con los residuos de cocaína, y cualquier sustancia que sirva para estirarla sin incrementar el precio. Lógicamente destruye el cerebro con rapidez fulminante, lo que no es una simple afirmación médica o científica sin demostración objetiva, es la evidencia de tener delante y escuchar seres casi subhumanos. El comentario casi unánime de los que opinaron fue la ausencia del estado en darle contención y tratamiento a los afectados, situación escandalosa porque solo los jóvenes de clases pudientes tienen acceso al tratamiento, más toda la letanía sensiblera progresista. Salvo la conductora, nadie tuvo el tino de razonar que primero hay que cortar la cadena de distribución y finalmente ocuparse de las consecuencias en los adictos. Esto que quizás sea anecdótico representa el mecanismo mental con que se encaran todos los problemas: 1º) encontrar un responsable; 2º) tratar las consecuencias y dejar que las causas sigan haciendo estragos, con lo que las soluciones son pueriles. Esto se repite en pequeños y grandes problemas sociales y políticos en todo el mundo. Lo invito lector, viva donde viva, a que repare en el problema que hoy afecta a su comunidad o país y analice cuáles son la causas y cuales las consecuencias, vea las soluciones que se proponen y le aseguro que se va a llevar una sorpresa tan grande, que va hasta dudar de si mismo cuando se pregunte ¿Cómo puede ser que nadie se de cuenta?
En cuanto aparece o se muestra un problema, instantáneamente aparece un fiscal que acusa y un “manosanta” que receta aspirina para bajar la fiebre y que el problema no siga tan caliente, lo que nunca se va a ver es al juez que condene al responsable o al cirujano que remueva las causas.
Los ejemplos se dan de a miles, en estos días tenemos la contaminación del Riachuelo y el precio de la carne.
En el primero todos discuten acerca de la limpieza de ese curso de agua. La verdad, una cosa es limpiar la basura y chatarra acumulada durante años y otra detener la permanente contaminación por efluentes industriales o domiciliarios. De nada sirve limpiar mientras se siga ensuciando. La limpieza llevará su tiempo y tendrá un costo, previo a ella es parar de contaminar que sólo requiere imprimir unos cientos de fajas de clausura y que los funcionarios cumplan con las obligaciones de sus cargos. Existe la ley y toda clase de resoluciones y ordenanzas, ni se requieren intimaciones o plazos, las leyes son obligatorias desde su publicación. Sin duda se argumentarán los despidos y problemas sociales, allí esta el famoso “superávit fiscal”, ése que se usa para subsidiar a los despedidos de los frigoríficos por la prohibición de las exportaciones, o la que se pensaba pagar al Uruguay por el cierre de las papeleras.
Con la carne es la misma cuestión, se dibujaron toda clase de culpables y la causa es una, falta de oferta para abastecer el consumo y la exportación como consecuencia de las reiteradas intervenciones del estado en la producción, aumento de la población y las exportaciones. Bajó el consumo y no alcanza, porque cada vez hay menos animales al la vez que menos y peores campos para criarlos. Lo ve un ciego, solución cerrar las exportaciones y como lo que se exporta, acá no lo quieren, seguimos como al principio, más frigoríficos parados despidiendo trabajadores, productores mirando con cariño los granos cansados de tanto tecnócrata iluminado que les enseñe como hacer su trabajo.
No todo es mala leche, hay mucho de moral utilitaria. La producción a la que expoliar con peajes mafiosos y el precio al consumidor son simples herramientas de campaña y no políticas de estado, como no coinciden los tiempos de la biología y el calendario electoral, está claro hacia dónde se inclina la balanza.
Por si no alcanzara la tragicomedia, en esta semana van a Viena a pedirle a Europa que compre más carne, el pedido lo va hacer el mismo que prohibió las exportaciones, si la Comunidad dijera “si”, Argentina pierde instantáneamente el mercado a manos de Brasil y Uruguay.
Acabo de ver un impactante informe por la crudeza y expresividad de las imágenes, acerca de los jóvenes adictos al llamado “paco”, un producto de bajo costo elaborado con los residuos de cocaína, y cualquier sustancia que sirva para estirarla sin incrementar el precio. Lógicamente destruye el cerebro con rapidez fulminante, lo que no es una simple afirmación médica o científica sin demostración objetiva, es la evidencia de tener delante y escuchar seres casi subhumanos. El comentario casi unánime de los que opinaron fue la ausencia del estado en darle contención y tratamiento a los afectados, situación escandalosa porque solo los jóvenes de clases pudientes tienen acceso al tratamiento, más toda la letanía sensiblera progresista. Salvo la conductora, nadie tuvo el tino de razonar que primero hay que cortar la cadena de distribución y finalmente ocuparse de las consecuencias en los adictos. Esto que quizás sea anecdótico representa el mecanismo mental con que se encaran todos los problemas: 1º) encontrar un responsable; 2º) tratar las consecuencias y dejar que las causas sigan haciendo estragos, con lo que las soluciones son pueriles. Esto se repite en pequeños y grandes problemas sociales y políticos en todo el mundo. Lo invito lector, viva donde viva, a que repare en el problema que hoy afecta a su comunidad o país y analice cuáles son la causas y cuales las consecuencias, vea las soluciones que se proponen y le aseguro que se va a llevar una sorpresa tan grande, que va hasta dudar de si mismo cuando se pregunte ¿Cómo puede ser que nadie se de cuenta?
En cuanto aparece o se muestra un problema, instantáneamente aparece un fiscal que acusa y un “manosanta” que receta aspirina para bajar la fiebre y que el problema no siga tan caliente, lo que nunca se va a ver es al juez que condene al responsable o al cirujano que remueva las causas.
Los ejemplos se dan de a miles, en estos días tenemos la contaminación del Riachuelo y el precio de la carne.
En el primero todos discuten acerca de la limpieza de ese curso de agua. La verdad, una cosa es limpiar la basura y chatarra acumulada durante años y otra detener la permanente contaminación por efluentes industriales o domiciliarios. De nada sirve limpiar mientras se siga ensuciando. La limpieza llevará su tiempo y tendrá un costo, previo a ella es parar de contaminar que sólo requiere imprimir unos cientos de fajas de clausura y que los funcionarios cumplan con las obligaciones de sus cargos. Existe la ley y toda clase de resoluciones y ordenanzas, ni se requieren intimaciones o plazos, las leyes son obligatorias desde su publicación. Sin duda se argumentarán los despidos y problemas sociales, allí esta el famoso “superávit fiscal”, ése que se usa para subsidiar a los despedidos de los frigoríficos por la prohibición de las exportaciones, o la que se pensaba pagar al Uruguay por el cierre de las papeleras.
Con la carne es la misma cuestión, se dibujaron toda clase de culpables y la causa es una, falta de oferta para abastecer el consumo y la exportación como consecuencia de las reiteradas intervenciones del estado en la producción, aumento de la población y las exportaciones. Bajó el consumo y no alcanza, porque cada vez hay menos animales al la vez que menos y peores campos para criarlos. Lo ve un ciego, solución cerrar las exportaciones y como lo que se exporta, acá no lo quieren, seguimos como al principio, más frigoríficos parados despidiendo trabajadores, productores mirando con cariño los granos cansados de tanto tecnócrata iluminado que les enseñe como hacer su trabajo.
No todo es mala leche, hay mucho de moral utilitaria. La producción a la que expoliar con peajes mafiosos y el precio al consumidor son simples herramientas de campaña y no políticas de estado, como no coinciden los tiempos de la biología y el calendario electoral, está claro hacia dónde se inclina la balanza.
Por si no alcanzara la tragicomedia, en esta semana van a Viena a pedirle a Europa que compre más carne, el pedido lo va hacer el mismo que prohibió las exportaciones, si la Comunidad dijera “si”, Argentina pierde instantáneamente el mercado a manos de Brasil y Uruguay.
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