En Viena, casi el corazón de Europa, se acaba de reconocer la existencia de la nueva cabeza de América Hispana: Chile.
Queda claro, a mi entender que las naciones no llegan a ese punto por una cuestión de demagogia populista, balanza comercial, reservas, Producto Bruto y toda la larga lista de indicadores. La economía va y viene, las riquezas naturales hoy valen y mañana no, es la calidad del recurso humano la única que permanece, el respeto por los valores que en todo el mundo se pierde.
Muchos países y dirigentes han tenido la pretensión de ser cabeza de América, nunca me pareció que estuviese entre las aspiraciones de los chilenos y por eso lo han conseguido. Su orden institucional y económico no es la causa sino consecuencia, no es obra de constituciones, proyectos políticos o leyes, sino en otro factor que entiendo más importante, en donde reside la causa del éxito; sus dirigentes desde siempre gobernaron para Chile y no para sus intereses. Desde distintos ángulos y orientaciones con mayor o menor acierto incluso con errores, jamás pusieron utopías, ni partidos por encima de su Nación, hicieron un culto del respeto y mostraron la verdadera autoridad, la que viene de adentro. Sin poses con seguridad, energía y prudencia se impusieron por propio derecho.
Es mérito propio de sus presidentes y dirigentes de todos los órdenes que no nacieron de un repollo, viene del pueblo chileno.
Hoy frente a este bastardo desorden que es nuestra América, es el modelo de lo que ya no existe en otras tierras, es la demostración acabada que donde hay hombres y mujeres responsables que respetan, porque se respetan a si mismos, se puede. De quienes no reniegan de su historia y sus orígenes. No pierden tiempo ni energías en destruir o cambiar, construyen.
Viene la parte más difícil chilenos, seguir por el mismo camino y sellar la frontera a los cantos de sirena que viene de lejos y de los vecinos. Para ser cabeza primero hay que ser uno mismo. Acaban de demostrar una vez más que lo que cuesta vale, que la “res pública” no es para trepadores, improvisados o advenedizos y que en ésa limitación está el único secreto de una democracia posible.
Y el “cursus honorum” cotidiano, es el necesario y excluyente título para acceder a la conducción. Los diplomas se compran y se venden, las amistades no sirven en un mundo que ha renegado de la lealtad y la fidelidad.
Gracias Chile, por demostrar que América Hispana es mucho más que la jauría que fue alborotar a Viena.Gracias, por recordarnos que por la cabeza se pudre el pez, y eso es lo que nos ha pasado.
Queda claro, a mi entender que las naciones no llegan a ese punto por una cuestión de demagogia populista, balanza comercial, reservas, Producto Bruto y toda la larga lista de indicadores. La economía va y viene, las riquezas naturales hoy valen y mañana no, es la calidad del recurso humano la única que permanece, el respeto por los valores que en todo el mundo se pierde.
Muchos países y dirigentes han tenido la pretensión de ser cabeza de América, nunca me pareció que estuviese entre las aspiraciones de los chilenos y por eso lo han conseguido. Su orden institucional y económico no es la causa sino consecuencia, no es obra de constituciones, proyectos políticos o leyes, sino en otro factor que entiendo más importante, en donde reside la causa del éxito; sus dirigentes desde siempre gobernaron para Chile y no para sus intereses. Desde distintos ángulos y orientaciones con mayor o menor acierto incluso con errores, jamás pusieron utopías, ni partidos por encima de su Nación, hicieron un culto del respeto y mostraron la verdadera autoridad, la que viene de adentro. Sin poses con seguridad, energía y prudencia se impusieron por propio derecho.
Es mérito propio de sus presidentes y dirigentes de todos los órdenes que no nacieron de un repollo, viene del pueblo chileno.
Hoy frente a este bastardo desorden que es nuestra América, es el modelo de lo que ya no existe en otras tierras, es la demostración acabada que donde hay hombres y mujeres responsables que respetan, porque se respetan a si mismos, se puede. De quienes no reniegan de su historia y sus orígenes. No pierden tiempo ni energías en destruir o cambiar, construyen.
Viene la parte más difícil chilenos, seguir por el mismo camino y sellar la frontera a los cantos de sirena que viene de lejos y de los vecinos. Para ser cabeza primero hay que ser uno mismo. Acaban de demostrar una vez más que lo que cuesta vale, que la “res pública” no es para trepadores, improvisados o advenedizos y que en ésa limitación está el único secreto de una democracia posible.
Y el “cursus honorum” cotidiano, es el necesario y excluyente título para acceder a la conducción. Los diplomas se compran y se venden, las amistades no sirven en un mundo que ha renegado de la lealtad y la fidelidad.
Gracias Chile, por demostrar que América Hispana es mucho más que la jauría que fue alborotar a Viena.Gracias, por recordarnos que por la cabeza se pudre el pez, y eso es lo que nos ha pasado.
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