EL GEN MALIGNO DE LA TRAICIÓN
Por el Lic Gustavo Adolfo Bunse (8/2/2011)
La comedia preelectoral desenfrenada que va a dar comienzo en 20 días, tiene una característica especialmente tóxica: Es argentina.
En tal sentido… hay algo seguro, que nos va a deparar el destino:
Dejarnos a todos, aún en esta sociedad indolente y abnegada, con la boca abierta… contemplando que el “vale todo” incluye también la violación consentida y casi escriturada de todas las dignidades personales.
Una de las siguientes seis personas va a ser el presidente a fin de año :
Duhalde, Macri, Scioli, Alfonsín, Reutemann o Fernández de Kirchner.
Es difícil que haya algún otro sujeto con chances razonables.
Aunque uno quiera sumar a Das Neves, a Sanz, a Cobos, a Carrió o a los viandantes que se cuadren, la oferta electoral lastimosa que tenemos en este país… es esa: Un verdadero guiñapo de representación social.
Eso es lo que somos. Eso es lo que hemos parido.
Este conjunto de media docena de personas, es la síntesis de nuestras capacidades sociales más excelsas, de nuestra ilustración cultural y de nuestra potencialidad para engendrar una dirigencia idónea desde las entrañas de nuestras generaciones nuevas.
Pero no solamente son el muestrario patético del erial político… porque si sólo fueran eso… poca novedad descubriríamos. Son, además, portadores de un gen que los ha llevado hasta ese palio.
Con tal de conseguir sus fines… cada uno de ellos ha de ser capaz de promover, de exhibir, de ocultar, de declarar, de negar y de convalidar cualquier cosa, en los siete meses que hay de camino hasta octubre.
Harán lo que sea:
Desde profanar todas las tumbas de cualquier cementerio… hasta cebarle mate al propio lucifer.
Vender los huesos de sus familiares muertos o rematar lo que queda del oxígeno de algún hospital.
Las versiones de alianzas… son de lo más extravagantes:
Cristina con Reutemann, Duhalde con Macri y De Narváez, Scioli con ella, Duhalde con el santafesino, ella con el Pato Donald y Ricardo Alfonsín con cualquiera que se ponga en fila detrás de su discurso bifronte y edulcorado.
Se traicionarán mutuamente una y mil veces.
Se apuñalarán por la espalda… con cualquier excusa. Sin piedad.
Moyano y el resto de la gran cáfila de abigeos sindicales, ya abrieron sus mostradores al mejor postor. El que quiera el poder… paga peaje allí.
Pocos lo saben, pero la traición es una conducta humana que resulta de la prevalencia de un gen absolutamente anómalo que tiene como matriz a otro gen rector, el de la malignidad humana.
Los personajes que han nacido con este gen maligno, ignoran en que momento de su vida puede dispararse el proceso reactivo que los compele a una de las perversidades contenidas en él: La traición
El gen, antes bien, es la causa segura de una docena de caracteropatías muy complejas y de una proclividad insanable a la comisión de actos arteros que devienen siempre en un acto de deslealtad enciclopédica.
Son seres desviados que, no obstante, pasan inadvertidos en la sociedad.
Seres multifacéticos, presos de un fuego indescriptible de ambición por la vanidad y el dominio sobre mundos imaginarios, que los sofoca y los arroja al noveno circulo del infierno del Dante, pero en vida
El libro de “cabecera” de este tipo de personajes, que no son fáciles de detectar hasta que desatan su perversión, se titula “Elogio de la traición”.
Sus autores son Yves Roucaute y Denis Jeambar, quienes en su obra llegan a sostener que, la compulsión de la traición suele darse en ciertos individuos de infancia tortuosa.
La traición se les despierta como algo súbito e imprescindible siendo tomada, en verdad por ellos,… como si fuera el más puro acto de pragmatismo.
Y siempre los traidores tratan de huir de la culpa por las dos vías comunes, que son : la demonización de quien ellos mismos han “apuñalado por la espalda” y el anuncio estrepitoso de objetivos honorables que los han inspirado para proceder de tal modo.
Aunque es la traición política… la que aquí estoy prefigurando, hay varias clases de traición, por ejemplo la traición en el amor, la traición de los cónyuges, (Miryam Quiroga y Cristina Kirchner, ambas viudas de la misma persona… ya saben bastante de este asunto por estas horas), la traición de los amigos,… pero la que puede ser más ponzoñosa es la traición a la confianza brindada, porque con ésta se suele intentar acceder al poder, invocando nobles causas.
El traidor, miente sin que se le mueva un pelo, y es siempre malediciente, hipócrita, envidioso, servil, tránsfuga de la moral y parásito de la escoria social. Con estas bonitas herramientas suele desertar del grupo de negocios o de trabajo que lo invitó a sumarse o que lo encumbró.
Cambiarse de bando y ofrecer la camiseta a otro es el acto clásico de un traidor. Lo hace casi sin aflicción, sin remordimiento y sin reproches de conciencia. Busca rápido una excusa
Los traidores son sujetos que suponen que el grupo de pertenencia de trabajo, de política o de afectos, es una suerte de casa de citas en donde se puede dormir una noche y salir al día siguiente. Sus anfitriones deberían andar permanentemente con corazas de hierro porque, en cualquier momento, les caerá una puñalada por la espalda.
La República pues, exige una palingenesia… un renacimiento de seres sin este gen maligno… una resurrección moral. Y hay que empezar por nuestra dirigencia porque… sin dudas los políticos argentinos son el foco central de la expansión de esta epidemia repugnante.
Lic Gustavo Adolfo Bunse
gabunse@yahoo.com.ar
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