Un mal propio de estos tiempos consecuencia de mezclar todo con todo, ideologías, teorías políticas y económicas contaminadas por el germen de la permanencia, el para siempre y en todo lugar.
El recurso para hacer potable el despropósito es sacar las cuestiones de su eje. Vayan un par de ejemplos para entrar de lleno.
Actualmente se discute la autonomía de los Bancos centrales, difunden tanto el New York Times como el Wall Street Journal en artículos dedicados a la situación argentina, coincidiendo con el perverso mensaje oficial. Acá no se discute tal cosa aún cuando se deja flotando la idea para que prenda; se discute el procedimiento dictatorial para hacerlo. Ver todo
No pueden confundirse autonomía o independencia sea en el banco central en el parlamento en la justicia o en provincias y regiones (separatismo encubierto) con nichos soberanos dentro de la Nación. El veto en un caso y la amnistía en el otro están previstos ateniéndose a sus normados procedimientos.
El poder no se amputa ni se divide so pena que deje de serlo (el poder que no puede). Una sutil cuestión que siempre resultó indigesta a liberales y absolutistas.
El mismo camino transitan los estatismos y privatizaciones las regulaciones de todo y la libertad irrestricta del mercado.
Política y economía no pueden atarse a dogmas eternos. Para ser aplicados siempre y en todas partes.
De hecho son más numerosos los socialistas conservadores anquilosados en delirios decimonónicos y los absolutistas liberales reactivos al reglamentarismo del totalitario siglo XX ( Marxismo, Nacional Socialismo, Fascismo) que toda otra variante.
La hilacha y la negra pata de la sota, el para siempre y en todas partes los pone en evidencia.
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