¿Por que? Sería la excelente pregunta cuando hay tantos que sonríen a diestra y siniestra y se complacen en celebrar las oportunidades de recuperación y una nueva era de “diálogo y colaboración” Unos felicitan a la que les robó una elección, pero la compensó con el ansiado trono dorado de “jefa de la oposición” para poner a dedo la nueva generación de dirigentes(Carrió); justifican el fracaso por falta de presupuesto(Lavagna) o porque los votos se “corrieron” de su lado(L.Murphy) y otros que de ver todo negro pasaron a verlo peor. Pues, como me comprenden las generalidades de la ley, acá va mi respuesta.
Invariablemente quienes cantan loas a la situación actual o confían en las posibilidades de recuperación, lo hacen a partir de análisis económicos ignorando la realidad general. En lo demás no ven más allá de sus narices: ingresos, egresos y utilidades es el trípode del análisis. A falta de sólidas razones y argumentos, esta microvisión les permite exhibir números e índices que utilizan como objetivos e irrefutables argumentos para demostrar cualquier cosa.
Debe convenirse que un país, una Nación, es algo mucho mayor que una sociedad anónima. Hay orden, instrucción, trabajo, familias, usos y tradiciones comunes que no responden a criterios contables. En fin una compleja red de relaciones entre personas y sectores que se fue construyendo y perfeccionando a lo largo de generaciones y décadas, inclusive en lo puramente legal y reglamentario más allá del texto escrito Dejemos las instituciones de lado por ahora, para ir de lo simple a lo complejo.
Creo que está todo mal, porque la realidad cotidiana me muestra que se han roto los delicados resortes y engranajes que permitían el funcionamiento del país, aún en las más graves crisis económicas o políticas y de hecho permitieron a lo largo de la historia superarlas.
Si se me permite ejemplificar, para no atosigar con palabras; hubo en el mundo guerras civiles y de las otras, pérdida totales de cosechas, desaparición de naciones, sin que ello fuera el fin, porque quedó, si bien dañada, la red de relaciones usos y costumbres no escritas, capaz de poner nuevamente en marcha los engranajes. Hoy estos últimos elementos, lo más estable y delicado del sistema han sido pervertidos, rompiendo las relaciones entre las partes; sea a través de subsidios, cargas impositivas, retenciones y peajes mafiosos sindicales, se ha distorsionado toda la cadena de intercambio y relaciones.
La fuerza de las bestias, la coima y el soborno, reemplazando a la autoridad natural de padres, maestros y auténticos dirigentes y el respeto mutuo. Ello se extiende a toda la cadena de la industria el comercio y las finanzas, a las relaciones profesionales, a la salud pública y privada, a la instrucción al orden y seguridad, a las instituciones y funcionamiento de los poderes del estado, hasta el simple y casi ridículo trámite de solicitar un documento o reclamar por la facturación de un servicio no prestado. Hace pocos días lo hemos visto ante la “obligación cívica” de emitir el voto, convertido en “misión imposible”
La intermediación parásita y las mafias se devoran los dos extremos naturales de toda cadena: productor y consumidor, maestro y alumno, médico y paciente, ciudadano y gobernante.
La función de un “tenedor de libros” que bastó para que miles de pequeños empresarios, técnicos y profesionales llevaran a nuestra Argentina de casi la nada a una de las más avanzadas naciones de la tierra y a mirar de arriba a los parientes pobres de Europa, hoy requieren secretarias, cadetes, contador, asesor impositivo, abogado, y gestores de confianza para cada trámite, toda la reglamentación y legislación se cambia o modifica al menos una vez por año, el mismo panorama que en la instrucción, cambios de planes, materias, contenidos y textos, el maestro es una insignificante presencia entre la multitud de suplentes, coordinadores, psicopedagogos, psicólogos, médicos, visitadoras sociales, comisiones de padres, madres, tías, vecinos y hasta noteros analfabetos cuando pasa algo. Una multitud nacida como producto de la abolición de la disciplina y la fragmentación de la autoridad, mala palabra que está prohibida por la vigencia de derechos sin obligaciones.
Hasta el médico pasó de ser una autoridad en su ciencia a un equilibrista solicitante de sofisticados estudios de última generación para prevenirse de juicios y escarches mediáticos o un simple coordinador de auxiliares con quienes consensúa un diagnóstico y tratamiento, hipócrita sistema para diluir responsabilidades, multiplicar honorarios y expoliar al enfermo. La modernísima aparatología de las empresas médicas privadas tiene que pagarse ¿Le aumentaron la prepaga? Hay una enorme responsabilidad en los usuarios -¿Cómo no te pidió un Tele X 21?- A la hora de destruir todos sumamos.
El resultado común es la multiplicación de costos y la desaparición de servicios de rentabilidad mínima y mala sangre rayana con la locura.
Una a una van colapsando todas las actividades que hacen a la existencia y funcionamiento normal de un país.
La fiebre legislativa y reglamentarista en manos de analfabetos y oligofrénicos, ahoga las mejores intenciones e impide la posibilidad de seguir viviendo.
De allí que frecuentemente insisto con un antiguo aforismo médico:”primum non tangere” (primero no dañar) que es un verdadero axioma que preside el razonamiento de todo profesional que se precie, y debiera serlo de todo político, dirigente o funcionario.
Días pasados comentaba sobre el aumento de la tasa municipal de A.B.L., la manía de desvestir un santo para vestir otro y aumentar impuestos sin decirlo a través de los revalúos y la inclusión en el pago de un servicio de una carga impositiva que ya se paga con otro nombre, con el fin de compensar lo que el estado nacional se lleva y no devuelve y lo que se gasta de más para permanecer y seguir lucrando.
La pretensión de ajustar o solucionar cualquier desfasaje automáticamente desencadena mil problemas peores, más allá de las mejores intenciones. Esto lo saben quienes tienen dos dedos de frente y responsabilidad. No son hombres y dirigentes capaces que faltan, es el sistema que no los tolera: en el que solo hay lugar para los dementes que quieran meterse en el cajón de las manzanas podridas para echar a los gusanos.
Por esto y por mil razones similares en todos los órdenes, es que la visión es MUY NEGRA.
Omito expresamente toda opinión acerca de implicancias ideológicas, entiendo que la situación es tal, que incluso está por encima de ellas y no puede sorprender que cualquier barbaridad venga indistintamente de un lado o del otro. ¡Cómo será de NEGRA LA COSA!
Invariablemente quienes cantan loas a la situación actual o confían en las posibilidades de recuperación, lo hacen a partir de análisis económicos ignorando la realidad general. En lo demás no ven más allá de sus narices: ingresos, egresos y utilidades es el trípode del análisis. A falta de sólidas razones y argumentos, esta microvisión les permite exhibir números e índices que utilizan como objetivos e irrefutables argumentos para demostrar cualquier cosa.
Debe convenirse que un país, una Nación, es algo mucho mayor que una sociedad anónima. Hay orden, instrucción, trabajo, familias, usos y tradiciones comunes que no responden a criterios contables. En fin una compleja red de relaciones entre personas y sectores que se fue construyendo y perfeccionando a lo largo de generaciones y décadas, inclusive en lo puramente legal y reglamentario más allá del texto escrito Dejemos las instituciones de lado por ahora, para ir de lo simple a lo complejo.
Creo que está todo mal, porque la realidad cotidiana me muestra que se han roto los delicados resortes y engranajes que permitían el funcionamiento del país, aún en las más graves crisis económicas o políticas y de hecho permitieron a lo largo de la historia superarlas.
Si se me permite ejemplificar, para no atosigar con palabras; hubo en el mundo guerras civiles y de las otras, pérdida totales de cosechas, desaparición de naciones, sin que ello fuera el fin, porque quedó, si bien dañada, la red de relaciones usos y costumbres no escritas, capaz de poner nuevamente en marcha los engranajes. Hoy estos últimos elementos, lo más estable y delicado del sistema han sido pervertidos, rompiendo las relaciones entre las partes; sea a través de subsidios, cargas impositivas, retenciones y peajes mafiosos sindicales, se ha distorsionado toda la cadena de intercambio y relaciones.
La fuerza de las bestias, la coima y el soborno, reemplazando a la autoridad natural de padres, maestros y auténticos dirigentes y el respeto mutuo. Ello se extiende a toda la cadena de la industria el comercio y las finanzas, a las relaciones profesionales, a la salud pública y privada, a la instrucción al orden y seguridad, a las instituciones y funcionamiento de los poderes del estado, hasta el simple y casi ridículo trámite de solicitar un documento o reclamar por la facturación de un servicio no prestado. Hace pocos días lo hemos visto ante la “obligación cívica” de emitir el voto, convertido en “misión imposible”
La intermediación parásita y las mafias se devoran los dos extremos naturales de toda cadena: productor y consumidor, maestro y alumno, médico y paciente, ciudadano y gobernante.
La función de un “tenedor de libros” que bastó para que miles de pequeños empresarios, técnicos y profesionales llevaran a nuestra Argentina de casi la nada a una de las más avanzadas naciones de la tierra y a mirar de arriba a los parientes pobres de Europa, hoy requieren secretarias, cadetes, contador, asesor impositivo, abogado, y gestores de confianza para cada trámite, toda la reglamentación y legislación se cambia o modifica al menos una vez por año, el mismo panorama que en la instrucción, cambios de planes, materias, contenidos y textos, el maestro es una insignificante presencia entre la multitud de suplentes, coordinadores, psicopedagogos, psicólogos, médicos, visitadoras sociales, comisiones de padres, madres, tías, vecinos y hasta noteros analfabetos cuando pasa algo. Una multitud nacida como producto de la abolición de la disciplina y la fragmentación de la autoridad, mala palabra que está prohibida por la vigencia de derechos sin obligaciones.
Hasta el médico pasó de ser una autoridad en su ciencia a un equilibrista solicitante de sofisticados estudios de última generación para prevenirse de juicios y escarches mediáticos o un simple coordinador de auxiliares con quienes consensúa un diagnóstico y tratamiento, hipócrita sistema para diluir responsabilidades, multiplicar honorarios y expoliar al enfermo. La modernísima aparatología de las empresas médicas privadas tiene que pagarse ¿Le aumentaron la prepaga? Hay una enorme responsabilidad en los usuarios -¿Cómo no te pidió un Tele X 21?- A la hora de destruir todos sumamos.
El resultado común es la multiplicación de costos y la desaparición de servicios de rentabilidad mínima y mala sangre rayana con la locura.
Una a una van colapsando todas las actividades que hacen a la existencia y funcionamiento normal de un país.
La fiebre legislativa y reglamentarista en manos de analfabetos y oligofrénicos, ahoga las mejores intenciones e impide la posibilidad de seguir viviendo.
De allí que frecuentemente insisto con un antiguo aforismo médico:”primum non tangere” (primero no dañar) que es un verdadero axioma que preside el razonamiento de todo profesional que se precie, y debiera serlo de todo político, dirigente o funcionario.
Días pasados comentaba sobre el aumento de la tasa municipal de A.B.L., la manía de desvestir un santo para vestir otro y aumentar impuestos sin decirlo a través de los revalúos y la inclusión en el pago de un servicio de una carga impositiva que ya se paga con otro nombre, con el fin de compensar lo que el estado nacional se lleva y no devuelve y lo que se gasta de más para permanecer y seguir lucrando.
La pretensión de ajustar o solucionar cualquier desfasaje automáticamente desencadena mil problemas peores, más allá de las mejores intenciones. Esto lo saben quienes tienen dos dedos de frente y responsabilidad. No son hombres y dirigentes capaces que faltan, es el sistema que no los tolera: en el que solo hay lugar para los dementes que quieran meterse en el cajón de las manzanas podridas para echar a los gusanos.
Por esto y por mil razones similares en todos los órdenes, es que la visión es MUY NEGRA.
Omito expresamente toda opinión acerca de implicancias ideológicas, entiendo que la situación es tal, que incluso está por encima de ellas y no puede sorprender que cualquier barbaridad venga indistintamente de un lado o del otro. ¡Cómo será de NEGRA LA COSA!
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