- Quiero jugar con la Ciudad. Dame las fichas autónomas.
- Sabías que esas fichas no se pueden usar.
- Pero yo le prometí a los chicos que íbamos a jugar y por eso ellos me eligieron para que yo jugara de Jefe.
- Te enseñé a ser responsable, a no prometer dar lo que no se tiene o no se puede cumplir, así que ahora hacerse cargo de las promesas.
- ¡Entonces juego a otra cosa!
- Cuidadito con las amenazas, ahora te vas al rincón en penitencia y no juegas a nada.
- ¡Buha, Buha, Buuhaaa!
Todos hemos sido protagonistas de un diálogo semejante, como pequeños y como grandes. Difícilmente hubiésemos imaginado verlo reproducido en los titulares de la prensa, entre gente que presume de grande y responsable y tiene o aspira a tener la responsabilidad del gobierno de la Nación.
Así estamos y así vamos a terminar si Dios no se apiada de nosotros.
Frente a ésta demoledora evidencia, no puedo dejar de preguntarme:
¿Es ficción y están la escena y el diálogo guionados o es un imprevisto imponderable de la vida real?
Si es ficción, no puede sorprender aunque duela, asistimos a una dramática tragicomedia, que va a terminar muy mal.
Si salió así, sin culpa, dolo o ensayo, alguien con urgencia tendrá que cambiar su estilo de comunicación.
Escribía días pasados que la mentira es el más fantástico solvente de mayorías conocido.
- Sabías que esas fichas no se pueden usar.
- Pero yo le prometí a los chicos que íbamos a jugar y por eso ellos me eligieron para que yo jugara de Jefe.
- Te enseñé a ser responsable, a no prometer dar lo que no se tiene o no se puede cumplir, así que ahora hacerse cargo de las promesas.
- ¡Entonces juego a otra cosa!
- Cuidadito con las amenazas, ahora te vas al rincón en penitencia y no juegas a nada.
- ¡Buha, Buha, Buuhaaa!
Todos hemos sido protagonistas de un diálogo semejante, como pequeños y como grandes. Difícilmente hubiésemos imaginado verlo reproducido en los titulares de la prensa, entre gente que presume de grande y responsable y tiene o aspira a tener la responsabilidad del gobierno de la Nación.
Así estamos y así vamos a terminar si Dios no se apiada de nosotros.
Frente a ésta demoledora evidencia, no puedo dejar de preguntarme:
¿Es ficción y están la escena y el diálogo guionados o es un imprevisto imponderable de la vida real?
Si es ficción, no puede sorprender aunque duela, asistimos a una dramática tragicomedia, que va a terminar muy mal.
Si salió así, sin culpa, dolo o ensayo, alguien con urgencia tendrá que cambiar su estilo de comunicación.
Escribía días pasados que la mentira es el más fantástico solvente de mayorías conocido.
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