julio 03, 2007

Nueva derecha

Teníamos la versión progresista y socialista de la vieja derecha, ahora junto a los apóstoles del nuevo socialismo, aparecen los profetas anunciando el nacimiento de la “nueva derecha” que triunfa en el mundo; no se inspiran en un pensamiento concreto o una estructurada cosmovisión ideológica sino en ejemplos. Parece que Sarkozy lo es y Macri también, ambos ganaron, ergo nació la nueva derecha.
Pobre, muy pobre el lanzamiento. La cuestión es según estos pensadores, que la “nueva derecha ha descubierto a los pobres y los derechos humanos” que eran patrimonio mediático de los socialistas de toda laya. Sin pobres no hay socialismo, son monotemáticos, por eso los conservan, multiplican y pisotean; un miserable y resentido, es puro oxígeno para un socialista.
Lo que ha llevado a rever entre otras cosas, el concepto de orden público. ¡Eureka, había protestas justas!
El concepto realmente envenenado, es la primacía de lo social sobre lo personal, que se acepta como dogma en todos los órdenes, desde la propiedad a la libertad y los derechos inherentes a la persona, de mayor jerarquía y anteriores a las leyes y la sociedad.
¿Es la nueva derecha o una derecha roja?
Como estaban las cosas no se podía ser racionalmente de derecha o de izquierda, ahora que se acepta la entelequia y se la oficializa, habrá que buscar algún lugar, arriba o abajo para no caerse del sistema.
- ¿Eres de derecha?
– ¡Hombre, que antigüedad! Ni de derecha ni de izquierda, soy de arriba.
Más parece un nuevo envase siguiendo la moda: Suave, cremoso y rosado. Light, libre de colesterol y grasas trans. 0% de azúcar; enriquecido con Omega 3 y antioxidantes. Para exclusivo consumo de idiotas.
A mi modesto entender, no basta con adobar la creación con una ramita de Alberdi, una cucharita de Roca y Pellegrini y un generoso chorro de Revolución Francesa; que Sarkozy aunque quisiera, no se la pueda sacudir de encima. Se entiende, pero acá aspiramos a un poco más de creatividad e ingenio.
Tanto los pueblos como la mítica democracia ateniense o los filósofos, pensadores, políticos y gobernantes hicieron y deshicieron cosas, en un allí y entonces que son absolutamente inservibles en el aquí y ahora.
Solo los principios fundamentales en cuanto “que somos y para que” como seres humanos, nuestras virtudes y miserias, permanecen inmutables.
Quisiera escucharlo a Solón y aún al mismísimo Alberdi con la distancia que los separa, opinar sobre nuestra realidad, conociendo el pasado que media entre ellos y nosotros.
Si se quiere recurrir al pasado, tengo por cierto que todos, absolutamente todos, los que pretendieron crear sistemas a partir de su propia y limitada visión de la realidad fracasaron. Si bien clasificar, conlleva el riesgo de perder precisión, entiendo que hay al menos dos tipos de creaciones políticas: unas nacidas espontáneamente de la adaptación de las sociedades a los cambios del tiempo y la realidad y otra producto de la alquimia de pensadores como respuesta a las presiones existentes: Teocracias, Monarquías e Imperios, entre los primeros; repúblicas, en sus mil y una forma de gobierno o de organización social; entre las segundas. Todas fracasaron por lo mismo; querer imponer a otros lo que creían bueno para ellos y la absurda pretensión de darles carácter eterno.
Enterremos piadosamente a los muertos y dejemos de tergiversar y utilizar su pensamiento. ¿O es que hay un complejo general de imbecilidad que no permite crear y avanzar sobre las ruinas del fracaso por perpetuar monumentos carcomidos por el tiempo?
Si los asesores y pensadores de los nuevos tiempos, de un lado y del otro carecen de fuerza para liberarse de sus prejuicios ideológicos, que sigan solos, no es prudente dejarse guiar por los ciegos.
Tengo por cierto que este mundo, no es nuestra casa; para arreglarla y decorarla a nuestro gusto, es solo un camino para transitar una sola vez, en un tiempo limitado, si solo es un camino ¿a que malgastar el tiempo escaso en construir ciudades amuralladas que al primer paso quedarán atrás?; no hay lugar para la República de Platón, la Ciudad de Dios de San Agustin, la utopía perversa de Marx y Engels o tantas otras; como están de más permanentes decorados democráticos, totalitarios, capitalistas o liberales. No pasan de un manantial para calmar la sed y seguir viaje.
No se trata de suprimir los gobiernos y la autoridad en una simplista y tentadora postura anarquista; la autoridad, la jerarquía y el orden existen desde que nacemos y desde que el hombre es hombre, único sistema que ha permanecido porque lo necesita nuestra imperfección y necesaria dependencia para desarrollar sanamente todas nuestras potencias. Lo que realmente falla es la tendencia, hija de la soberbia de perpetuarse en las obras y en el pensamiento e imponerlas a otros; el gérmen de una inmortalidad fallida.
Exprimiendo el pensamiento, hic jacet lepus, bien oculto y escondido, está el otro fruto prohibido que quedó bien sellado en el Paraíso: ser como Dioses. Admito que es difícil no creérselo, porque es mucho más difícil aceptar ser solo hombres, imperfectos, falibles y definitivamente mortales.

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