enero 18, 2012

EN EL CAMPO NADA ES LO QUE PARECE




Si usted mira atentamente la imagen, notara algunos cambios, extrañara que no hay besuqueos y ya no les dan café en estas reuniones, al Alberto y Anibal Fernandez, o al roba camáras Eduardo Buzzi, no lo haga; están todos, algunos peones cambiaron de nombre, otros están escondidos pero siempre presentes.
En vísperas de otro conflicto agropecuario que están fabricando aceleradamente por falta de un enemigo a quien cargarle los últimos desmadres y sus consecuencias hay tensión y desconfianzas en el ambiente.
Los mariscales de la derrota han salido a desplegar la misma bandera que tuvieron que rendir: eliminar las retenciones.
¿Piensan que el gobierno se va a suicidar o quien los va apoyar cuando se hable de “desfinanciar al estado?
No hay un solo supuesto opositor o “gobernador federal” que se haya privado de utilizar el argumento, encubriéndolo en el eufemismo de segmentaciones.
¿Qué van a pedir, eliminar el impuesto al cheque, diferir anticipo de ganancias cuando todos acaban de prorrogar la emergencia económica?
Son todos familiares de la Honorable Sociedad; no saben gobernar con recursos lícitos, sin robar ni cobrar protección o peajes.
Todos conocemos la llamada mesa de enlace, que no necesariamente tiene cuatro patas
La Sociedad Rural Argentina hoy un fino e intrascendente club social para ir hacer pinta a Palermo una vez al año, Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), CONINAGRO: Intermediaros e industriales que viven y medran de los productores y Federación Agraria un fósil político anquilosado en la época de terratenientes y las 20 familias de la oligarquía vacuna que viajaba a Europa con la vaca, a tirar manteca al techo en Paris, todo fue cierto, pero hoy es leyenda que hace más de tres generaciones se llevó el tiempo. Su aburrido e irreal discurso se quedó en la fracasada reforma agraria soviética, reverdecida por todos los demagógicos dictadores populistas de América.
Aquella supuesta escandalosa conducta que cada uno se pagó de su bolsillo o licuando el esfuerzo y crecimiento de padres y abuelos hoy esta al alcance de cualquier vago y ladrón que viajan a “las uropas” con todo pago en exclusivos hoteles cinco estrellas y un cometa, por cuenta de alguna cumbre, la OIT o la mafia internacional.
A la oligarquía vacuna que con aciertos y errores hizo un gran país para todos los hombres del mundo de buena voluntad, la reemplazaron los mercaderes fenicios que lo destruyeron. Tiempos en que dormíamos la siesta confiados en que todos eran buenos y nadie se iba a meter con nosotros que nunca perjudicamos a nadie al punto de haber acuñado las doctrina Drago y Varela; aquella que la victoria no da derechos que casi cien años después repetimos en la Operación Rosario, durante el desembarco en Malvinas: Esta prohibido dispararle a los ingleses.
¿Caballeros, ingenuos o buenudos?
Despertamos bruscamente con todos los monstruos en el cuarto.
Por si fuera poco al amontonamiento se sumó la partidocracia política famélica de votos y bases territoriales, dispuesta a arrasar con cuanto principio ético o moral que limitase sus objetivos.
Los productores, hoy auto convocados por falta de representación legítima, hartos de ser el pato de la boda boyan en este mar de fondo con profunda desconfianza, tironeados de un lado por los vendidos al oro oficial y del otro por los que llevan agua para su molino, olvidando el antiguo dicho hispano: “a balazos de plata y bombas de oro rindió la plaza el moro”.
¡Confianza! El tiempo no pasa en vano, hoy no es ayer aunque se le parezca mucho ¿Que certeza le puedo dar? Obviamente ninguna, si no sería muy fácil y la fácil nunca es la buena se trate de un trabajo o una mujer.
Solo imagine una tiroides o una molleja y demuéstreme ¿por qué no? Hasta la espina de un pescado puede ahogar y eliminar al más bravo de los morenos matones suburbanos o al más presuntuoso de los jóvenes turcos.
Resistir es constancia y firmeza, es lo único que interesa; los demás que se cocinen en su propia salsa, es su problema; bastante tenemos con los propios para ocuparnos de ellos. No se trata de egoísmo; daños colaterales se llaman ahora y dicen que son fortuitos e imprevisibles.
Ni la fantástica tecnología infalible de los “drom” y misiles inteligentes han podido eliminarlos ¿Qué esperan de nosotros simples humanos artesanales de un país en el culo del mundo? Que tiene y tiene esto y lo otro pero solo en los libros de historia, hoy no se puede usar nada, porque nos sobran expertos organizadores, intoxicados de maestrías en economía, administración y política.
No se si son las vísperas de otra guerra perdida o si la propia torpeza del gobierno les infringirá una derrota teóricamente imposible; la respuesta solo la tiene la lucidez, firmeza y prudencia de los que no se dejen usar para trozar el asado que está en la mesa.
¿Qué hacemos entonces? Esperar que aclare y con luz ver lo que hay, si de algo estoy seguro es que no son superhombres, semidioses ni mejores que nosotros.

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