Ayer fue 15 de marzo , los idus de marzo, que como todos los quince en el calendario romano eran días de buenos augurios para todos menos para algunos que andaban contramano como Julio Cesar. Pareciera que no ha pasado el tiempo, solo hay que esperar para ver los efectos.
Hoy respiran tranquilos Kadhafy, los Said de Arabia los emires de Quatar, Bareim y el golfo. No aumento el petróleo pero santificó a quienes lo tienen.
Esta modernidad no es sustentable, discursos y declaraciones en una dirección las acciones en la otra.
No es el fin del mundo ni el comienzo del fin. Hay otras formas de terminar con lo que no puede sostenerse sin llegar a un diluvio: Babel, Sodoma y Gomorra, un Macedonio para los Persas, un Escipión para los cartagineses, Atila para los romanos, Aecio para los Hunos, guillotinas para los Borbones y el terror de la igualdad y fraternidad, un Waterloo para Napoleón, un hijo americano para sus graciosas majestades, los zares de la sangre y los zares sangrientos, a cada chancho le llega su San Martin.
Japón paralizado y sufriente victima de un desarrollo económico contra natura para beneficio de otros, con una población de esclavos condenada a producir mucho bien y barato a cambio de soportar todo, hacer turismo, y todos los recursos tecnológicos, junto a un dictador sangriento que es amigo y hace negocios con todos coinciden en el tiempo. El mal de unos resulta finalmente en el bien del otro que tiene petróleo cuando estalla una crisis energética.
Cuando el péndulo llega a un extremo tiene que volver, no importa si quiere o no quiere, es ley de la física o vuelve o se termina el tiempo.
Se activa una zona de exclusión aérea en Japón; quien quiera salir de la isla tendrán que hacerlo a nado, y duerme la de Libia para que los mercenarios terminen su masacre sin interferencias.
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