Diciembre de 1985. Ubiquémonos en la realidad de aquellos días.
En el monte Tucumano el Ejército, oficiales, suboficiales y conscriptos que eran parte de todos los sectores del pueblo argentino se había batido y derrotado a la milicia subversiva financiada y mandada desde el extranjero, Cuba, los hermanos latinoamericanos dirían hoy.
Las FFAA sin conducción profesional vencidas en Malvinas se replegaban en desbandada acosadas por los vencidos y sus pontífices civiles. El asalto a Tablada era casi una reacción popular normal.
La casa estaba en pleno orden subersivo.
Las juntas militares sacadas contra todo derecho de sus jueces naturales erann juzgadas por leyes posteriores a los hechos, pura respeto a las instituciones y la República.
En las calles de Bs.As. o las de La Plata, el actual embajador argentino en España y asesor personal de la presidente, Bettini, asesinaba de un disparo por la espalda delante de su hijo a quien vestía un uniforme. Otros morían solo por ser policías, magistrados o un simple ciudadano que entrase a un bar donde el ex canciller Taiana iba a consumar un atentado.
El gobierno convertido en una facción vengativa, terrorista y mafiosa disputando con el terrorismo solo el control del peronismo, si iba a la izquierda revolucionaria o la derecha nazi corporativa.
Los dirigentes políticos que unánimemente aplaudieron la apertura de cárceles y liberación de asesinos que salieron en formación militar para volver a matar; anunciaban el tercer movimiento histórico con la misma guitarra, sin aportar una sola solución real e impidiendo todas en nombre de una indefinida democracia y tolerancia con los invasores.
NB Todo parecido con la actualidad es puramente casual, pero el mismo camino siempre lleva al mismo lugar.
Treinta años después se repiten los mismos nombres, e idéntica esterilidad mental.
Vale la pena releer la convocatoria que es una pieza musical para guitarra, bombos y quenas, apropiada para una peña folklórica pero desubicada en medio de un campo de batalla donde se dirime con las armas en la mano y la intervención extranjera la disolución nacional. Un ámbito en que hablar de pluralismo, tolerancia y disenso es francamente una canallada propia de traidores y quintas columnas.
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