noviembre 15, 2010

CHASQUIDOS Y EXTRAÑOS SIGNOS




De la noche a la mañana sin nada que lo anticipe, se escucha el chasquido de un azote y se ven extraños fenómenos: manadas que huyen, tiembla la tierra, se iluminan los cielos y el horizonte con rojos resplandores de incendios lejanos.

Recién han pasado tres meses de la última visita de Atila, que no estaba de vacaciones, venía con un duro encargo y pasó a saludar, sabiendo que lo buscaba.
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-¿Será eterno su deambular por el mundo, Atila?
- No amigo, creo que estamos llegando al final, pero no se confunda es una forma de decir, estamos fuera del tiempo, final hay solo uno, después de la vida, no hay tiempo y el final no existe.
Por otra parte no deambulo, no somos almas en pena, en vez de reposar en paz, como se dice, trabajamos en lo nuestro muy a gusto. Me quedaban por saldar algunas cosillas que hice por mi cuenta algo desprolijas, en lo gordo creo que ya estoy a mano.

Usted sabe, conoce mi historia; aquella niña danesa con la piel blanca como la leche y los cabellos colorados como el fuego, que no quiso seguirme porque extrañaba su villa y a su familia y tuve que quemarlos a todos para que no extrañase y esperase en vano que la rescataran pobrecilla; calentura de pendejo engreído, pero hay que pagarlo.

Nuevamente el Señor me han confiado su Azote para hacer el trabajo y por Tutatis como juran los celtas me estoy saliendo de la vaina por terminarlo, los Romanos y Bizantinos eran perversos, pero ustedes con máscaras de humanitarios, tolerantes y pacifistas los superan, será difícil que vengan otros peores cuando termine. Si en más de mil quinientos años no se han olvidado de mi nombre sin tener una calle, un pueblo o una estatua que me recuerde, esta vez lo recordaran para siempre; no presumo, son las instrucciones recibidas............................


¿Escucha restallar el azote? Se lo escuchó en Calafate días pasados, luego en Santa Fe, la Casa Radical y la jefatura de gobierno de la ciudad; ayer en el Congreso. En los EEUU le marcó la cara a Obama, en Francia, prendieron una pira que quemara los fusibles para salvar por unos días al enano, que tiene los días contados. El Cavalieri de Italia con un pie en la tierra y otro en el abismo, en España cambian ministros sin que tengan a nadie que pueda sostenerlos.

No es casual, a supuestas derechas e izquierdas por igual, Hay una presencia en el mundo que no respeta pelo ni marca.

La velocidad con que se desplaza el pueblo del Alba en sus incansables caballos es increíble. Por donde pasan no vuelve a crecer la hierba, se desmoronan sólidas construcciones, huyen los poderosos. Unos caen, otros inician la desbandada, todos se atropellan y enredan, sin saber si ir arriba o abajo, a derecha o izquierda, si callar o hablar, levantar banderas o esconderlas, efecto dominó lo llamamos ahora. Miedo o terror se llamó siempre.

Le aviso por las dudas, dónde menos se lo espera salta la liebre; he tenido ocasión de conocer al Rey de los Hunos, es hombre duro y de una sola palabra, con el no se jode ni se negocia, viene a cumplir un trabajo, por encargo de una autoridad que no se discute.

El Azote de Dios lo bautizó un ignoto monje de las Galias que sabía muy bien lo que decía.

Como me lo contó se lo repito por si no lo leyó.
Es veraz, porque pertenece a un pueblo rudo y sencillo, no precisa mentir, un recurso exclusivo de timoratos, hipócritas presumidos y cobardes. No amenaza ni exagera, los restos calcinados hablan por el.
Hace 1500 años que murió, está más allá del bien y del mal. Hasta en el polvo de su casa en su piel o en sus huesos puede haber parte reciclada de sus restos y no quiero apurarlo recordándole que hasta la neurona que juzga este artículo puede tener la cara achatada, fuertes bigotes negros bien engrasados y llevar alguno de sus genes, por muy limpita que sea su sangre.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Se me había escapado dos veces el artículo, ayer con más tiempo me puse al día¡Una verdadera pieza literaria, política e histórica!
Hace dos días que su ficción ensueño o lo que sea me carcome el cerebro.
Desde Córdobha un fuerte abrazo.
Pedro Allende