junio 29, 2010

CONVERSANDO CON ATILA. 1º Y 2º PARTE


La primera parte fue publicada el 14 de Abril del 2005, la segunda es de la fecha 29 de Junio del 2010.

Siento golpear la puerta, más que golpes, la puerta flamea, abro…… no lo creo, no lo conocía pero no puede haber dudas ¡ATILA!

- Buen día, Pase por favor Gran Rey de los Hunos.

-Deje los títulos de lado, siempre fui Atila, lo de rey, su alteza, sire, su majestad es para los que no son nadie y necesitan agrandarse con títulos. Entre mi gente siempre me sobró autoridad nunca precise poses ni poner distancia.

Me enteré que quería hablar conmigo y me sorprendió, no son muchos los que me buscan.

-Pase, póngase cómodo, no es una tienda, pero es lo que tengo.
-Vea amigo, he vivido y conocido mucho; hace tiempo que estoy muerto, desde arriba vemos todo, no me ven pero vengo siempre, hay tanto para conocer y sorprenderse, aunque siempre es la misma historia, está visto que el hombre nunca aprende. Pero vayamos a lo nuestro ¿Por qué quería verme?

-Me intriga esa fama que tiene o le han hecho. Quería escuchar la historia de su boca, nunca me convenció que los “malos” sean todo malos, algo bueno siempre tienen, o los buenos sean siempre buenos, todos tienen un muerto en el ropero.

– Es muy cierto, pero ¿Por qué piensa que fui malo?

– Es lo que dice la historia, arrasaba y destruía todo lo que encontraba.

-¿Y para qué habría de hacer eso, quién lo dice? Si ya lo se, y que nos comíamos a los chicos, violábamos a las mujeres… ¡Por favor! ¿Se lo contaron las “carmelitas descalzas” de Sajonia o Germania? Es largo no voy a cansarlo, le cuento rápido.

Nací en una de las mayores tribus de hunos en el Asia central, mi padre era el Jefe; el Imperio Romano de Oriente, Bizancio, le pagaba regularmente una contribución.

De chiquito los veía siempre, cuando no estaban sus embajadores eran los de otras tribus: es más se quedaban varios días con nosotros y algunos varios meses aprendiendo como manejábamos nuestra nación. Cansaban con sus preguntas, querían saber todo, especialmente los griegos que venían; ellos me contaban muchas cosas y me enseñaron a leer, siempre andaban llenos de papeles.
Cuando murió mi padre, con Bleda, mi hermano nos hicimos cargo de todo.
Una noche mataron a Bleda, un asunto de polleras y me lo cargaron a mi, ahí empezó mi mala fama.
¿Por qué habría de hacerlo, para quedarme con todo? Si así hubiera sido los hubiera matado a mi padre y a Bleda juntos o no.
Vino una gran sequía, faltaban alimentos, nuestros caballos eran puro hueso, tomé la decisión, marchemos hacia el poniente en busca de praderas.
Si hubiera sido un ambicioso conquistador hubiese ido a Grecia o Bizancio, llegaba entraba y me quedaba, otra que “vini vidi vinci” las tenía servidas en bandeja de plata, pero de que me podía servir Grecia, que es pura piedra y al primer galope se cae al mar, que iba a hacer mi pueblo acostumbrado a llanuras infinitas, ¿comer aceitunas solamente?
¿Y Bizancio? puro circo: azules y verdes, como Boca-River o Merengues y catalanes, todo el día discutiendo por discutir, gobernados por eunucos, maricas y mujeres ambiciosas; así que emprendimos con toda mi gente la marcha.

Siempre tuvimos reglas, normas o códigos de conducta, nunca escritas ¿para qué? en mi pueblo el respeto por las leyes y costumbres, los mayores y nuestros dioses y la propiedad siempre fue sagrado. El que lo violaban lo pagaba con la cabeza.

Dura lex sed lex, sentenciaban orgullosos los Romanos y nos llamaban bárbaros y demonios ¡Que hipócritas!

Cuando llegábamos a una aldea o plaza fuerte un emisario intimaba la rendición y entrega de las llaves, si aceptaban, pedíamos provisiones, le imponíamos una contribución en efectivo y a otra cosa. Si se negaban, nos retrasaban, moría nuestra gente, los hombres se ponían nerviosos, por eso arrasábamos todo, eran las reglas de la guerra, como si le dijera la Convención de Ginebra de ahora, todos lo sabían, todos lo hacían.

¿Usted cree que se resistían de héroes que eran? No, lo hacían de miserables, para no pagar. La mayor parte de las ciudades en que entramos, fue porque alguno de sus héroes nos abrió secretamente la puerta a cambio de algún beneficio. No quedó ninguno vivo para contarlo. El que nace traidor muere vendiéndole el alma al diablo a cambio de vivir otro año.

–Lo interrumpo, creo que ustedes conquistaban e imponían tributos que los dejaban en la miseria.
- Se equivoca, eso era cosa de romanos, ellos cobraban en granos, aceitunas, pescados, o arreaban pueblos enteros para hacerlos esclavos, lo que hubiera.
Después hacían enormes depósitos para estas mercaderías con las que alimentaban a sus legiones y repartían bolsitas de comida a los barrabravas en el Coliseo o a los concurrentes a vitorear a los Césares, el famoso clientelismo para ganar sus democráticas y republicanas elecciones.

No se olvide, 150 días seguidos de juegos en el Coliseo, todo gratis, ¿Quién pagaba estas jodas? ¿Sabe lo que ganaba un buen gladiador o un entrenador de osos en Bizancio? como un futbolista de ahora. Gastaban más en guardar las mercaderías y distribuirlas que los impuestos que cobraban, y ellos anotaban todo.

Cuando venían con sus caravanas tenían no menos de cinco funcionarios para controlar lo que nos dejaban y toneladas de papeles, remitos y facturas. Por suerte, los usábamos para hacer fuego, no había mucha leña en las estepas; el problema no éramos nosotros que nunca mentíamos y lo sabían, tenían que controlarse ellos.

En ese sistema como el de ustedes todos mordían, y al que designaba a los funcionarios de control había que llevarle su tajada.

¿Por qué cree que se derrumbaron?, eran un asco al final, eso no podía durar, lo veía un ciego.
– Pero de una forma u otra imponían impuestos.
–Contribuciones, pagaban por la protección, les costaba menos que mantener ejércitos y burocracia. Una contribución un servicio a cambio, es lo justo.

– ¡Eso es de mafiosos!

–Se equivoca, sicilianos, napolitanos y calabreses heredaron eso de los griegos, nosotros nunca vendimos mujeres ni explotamos el juego, no falsificábamos bebidas ni teníamos desarmaderos de carros o distribución de drogas. En nuestra tierra no existían los piratas del asfalto ni del agua, nunca hicimos trampa.
Además no comprábamos ni vendíamos nada, no existían en nuestros territorios aduanas, D.G.I: patentes, impuestos municipales, nunca tuvimos presupuesto para alimentar vagos y concesiones inmorales; entre nosotros no se necesitaba plata, cada uno atendía sus propias necesidades: caza, pesca, sus caballos. Nuestros gastos: eran: leche de yegua, yogur y kéfir para las fiestas; carne por supuesto, de yak o bisonte, durísima, la poníamos sobre el lomo del caballo, cabalgábamos sobre ella y a la noche era un churrasco tiernito, la ropa la hacían nuestras mujeres. Algún lujo por supuesto, cadenas de oro o plata, brazaletes etc., eso venía con las contribuciones, y se las distribuía entre la gente.

Éramos ricos, teníamos todo lo que un hombre puede necesitar, caballos, armas, mujeres e hijos, comida y libertad, el orden y la seguridad estaba en nuestros brazos, no delegada en nadie, respetábamos y nos respetaban, todos éramos necesarios para nuestra nación. ¿Qué más se puede querer?

-Atila me sorprende, no lo imaginaba tan actualizado ¿cómo nos ve?

- ¿Usted no quiere dormir ésta noche?
Se la voy a hacer liviana, solamente dos cosas: Primero terminen con el cuento del déficit fiscal, desfinanciar al estado, tipos de cambio u obra pública. El que necesite un camino o un puente que se lo construya o se junte con otros que lo necesitan. Nadie desapareció por eso, arréglense con lo que tienen y gasten menos. Preocúpense por el déficit moral, por eso se cayeron todos. Y eso se arregla únicamente con el ejemplo desde arriba, las sociedades, como el pescado, se pudren por la cabeza.
He escuchado que es un año electoral, todos asumen y aceptan que van aumentar el gasto, ¿Piensan alguna vez lo que dicen? El que es capaz y tiene autoridad propia es jefe por naturaleza, no necesita comprar cargos y honores; si se empeñan en continuar eligiendo inútiles e incompetentes que juegan a hacerse los malos para simular una autoridad que no tienen, aguántense, no tienen remedio.

Segundo: ustedes son pocos, reprodúzcanse, es sano, vale la pena, he visto a sus mujeres, flacas para mi gusto, pero debieran estar todas preñadas, a la naturaleza le repugna el vacío. Si no ocupan su tierra otros lo van a hacer…
Lo noto pensativo y preocupado, su expresión me recuerda a los Griegos que nos visitaban y le digo lo mismo que a ellos, no traten de copiar este modelo, fue bueno para nosotros, en nuestro pueblo y en ése momento, no copien, creen. Y que la creatividad sea en base a lo que son y lo que tienen, dejen de lado los delirantes discursos de los intelectuales que viven en una burbuja y les venden espejitos de colores de lo que pasa en Suecia, Dinamarca y los países anglosajones, el famoso primer mundo. Yo los conocí en vida, cuando eran feroces bestias carniceras y cuando comenzaban a organizarse y no se los recomiendo a nadie. Viví en Roma el centro de aquel mundo, le puedo asegurar que ni en la más perdida de mis tribus, había tanta inmundicia, inseguridad, injusticia y miseria.

Le agradezco esta charla, me comprometo a volver, me quedó mucho por contarle, que los dioses lo protejan.
Adiós Atila, y vuelva pronto, esta es su casa.


2º PARTE 29 de Junio del 2010.

TOC, TOC, TOC

Instantáneamente vuelve el recuerdo de cinco años atrás, como entonces no es un simple llamado, la casa tiembla.
-¿Quién es?
– Abran, gente amiga, Atila el Rey de los hunos. El latín gutural no deja dudas.
-¡Amice! lo presentía, entre y acomódese ya le abro el portón para que entren la guardia y los caballos.
-No se preocupe, hace años que no nos vemos, pero he aprendido mucho de ustedes en este peregrinaje. No hace falta el portón, la guardia no debe descansar, ya hemos instalado tres anillos de seguridad y mis partidas recorren todo el perímetro y accesos.
-Lo desconozco, tan precavido
-Me adapto al lugar y los tiempos.
-¿Será eterno su deambular por el mundo, Atila?
- No amigo, creo que estamos llegando al final, pero no se confunda es una forma de decir, estamos fuera del tiempo, final hay solo uno, después de la vida, no hay tiempo y el final no existe.
Por otra parte no deambulo, no somos almas en pena, trabajamos en lo nuestro muy a gusto. Me quedaban por saldar algunas cosillas que hice por mi cuenta algo desprolijas, en lo gordo ya estoy a mano.

Usted sabe, conoce mi historia; aquella niña danesa con la piel blanca como la leche y los cabellos colorados como el fuego, que no quiso seguirme porque extrañaba su villa y a su familia y tuve que quemarlos a todos para que no extrañase y esperase en vano que la rescataran pobrecilla; calentura de pendejo engreído, pero hay que pagarlo.

Nuevamente el Señor me han confiado su Azote para hacer el trabajo y por Tutatis como juran los celtas me estoy saliendo de la vaina por terminarlo, los romanos eran perversos, pero ustedes con máscaras de humanitarios, tolerantes y pacifistas los superan, será difícil que vengan otros peores cuando termine. Si en más de mil quinientos años no se han olvidado de mi nombre sin tener una calle, un pueblo o una estatua que me recuerde, esta vez lo recordaran para siempre; no presumo, son las instrucciones recibidas.

-Me desconcierta Atila, siempre creí en la paz y el descanso después de la muerte.

- Así es, cree bien, pero eso es para muy pocos, los que ustedes llaman inocentes y gente buena, los que van directamente al cielo. En el purgatorio que es donde yo estoy, se pagan deudas, cada uno trabajando en lo que sabe, en mi caso sacar caretas y arrasar con el soporte de los malignos. El llamado infierno es mucho peor. Progresistas, filósofos, políticos y revolucionarios que quieren cambiar el mundo y hacerlo de nuevo están condenados a no hacer nada. No tienen dedos, pies ni cuerdas vocales. Se retuercen de rabia viendo fluir el orden del otro mundo y como caen todos los monumentos que levantaron en este sin poder hacer nada.

Si ustedes conocieran la sabiduría de la verdadera justicia entenderían porque se dijo Bienaventurados los que creen sin ver ni conocer y los pobres de espíritu.

Pude ver unos Romanos campeones de la falsedad y la mentira, su infierno es un mundo parecido a este, dónde nada de lo que se ve, se toca o escucha es verdad. Los he visto zambullirse en un río de aguas cristalinas y partirse la crisma contra un lecho seco lleno de piedras. Servirse enormes porciones de manjares que en el plato eran quesos agusanados, pescados descompuestos y panes verdes de moho. Violadores y seductores que son eunucos impotentes condenados a vivir en un harén con las más bellas hetairas. ¿Recuerda? en el pecado está el castigo.

-Es usted un libro abierto Atila.

Es eso se equivoca, solo tengo abiertos los ojos y los oídos para aprender toda las verdades que hay en el mundo al alcance de la mano de quien quiera recogerlas. Conocí hombres muy leídos, sabios, escuchándolos parecían saber de memoria todo lo escrito en las bibliotecas de Pérgamo y Alejandría, conocimientos que aún ustedes tienen perdidos.

Vayamos a lo nuestro; es decir a lo suyo, se que adivinaba mi presencia e increíblemente parecía disfrutar con ello, algo que nunca me ocurrió. Si me olvido recuérdemelo antes de irme, tengo un comentario para hacerle.
-Está en lo cierto y mi duda es como hizo y hace su trabajo porque el poder que mostró en vida solo pudo venir del que lo puede todo.
-Vamos por partes. Se me dio poder para un fin determinado, a mi como podía ser a cualquier otro, simplemente estaba en el lugar y en el momento indicado. Usted mismo lo ha repetido en sus escritos, somos herramientas y estas no tienen mérito, la espada solo es un trozo de acero sin valor hasta que una mano la empuña y la cabeza y un brazo la dirigen.
En cuanto al poder, relea la historia; la única gran batalla que libre fue contra Flavio Aecio, que fue prácticamente un empate con inmensas pérdidas para ambos, me retiré a mi campamento para salvar los restos de mi pueblo, solo días después emprendimos el regreso a nuestras tierras.
Aecio no movio un dedo estando acampado a tiro de flecha.

El romano se animó a enfrentarme porque se alió con los visigodos de Teodorico, cuando al anochecer se paró el combate, muerto su jefe, no quedaba un solo visigodo en los campos de Chalons, todos galopaban rumbo a Tolosa a confirmar a Turismundo como su sucesor antes que sus hermanos eligiesen a otro. Le suenan estas salvadoras alianzas.
Al día siguiente hubiese exterminado a los romanos, pero yo conocía la historia de Pirro y Aecio también, nos criamos juntos estudiando las campañas de Alejandro, Pirro, Aníbal y los Escipiones, “el resultado de una batalla no es el resultado de la guerra”, me lo enseñó Aecio, el último romano, que además de magnifico general era un brillante diplomático.
En cuanto a mi gran poder, es pura fantasía de quienes me enfrentaron para agrandarse ellos, parecía grande porque frente mío no había nadie bien plantado. Solo degenerados, demagogos y pervertidos, compitiendo por sus ambiciones personales.
Me bastaba galopar con mis tribus un día sin ver a nadie, apoderarme de un villorio o caserío defendido por mujeres para que la noticia ampliada y magnificada por los heroicos defensores, que habían huido hiciese temblar a Bizancio y a Roma.
Solo puse en evidencia la mentira e hipocresía que los sostenían y que ellos mismos se habían creído; solitos se enredaron en sus bajezas.

-¡Brillante Atila! Ahora si lo tengo claro, pero me dejó una duda, ese comentario que tenía que hacerme.
-¡Es cierto! se ha hecho tarde; no quiero intranquilizar a las mujeres y los críos que vienen en los carros, por aquí hay más bandidos que antes y no respetan nada.
Le hablaba de mi sorpresa por la satisfacción que sentía ante nuestra cercanía. No se fíe; si bien lo aprecio y cada tanto le disparo unas flechas cargada de ideas, no tengo amigos ni puedo tenerlos, estoy cumpliendo una tarea que debe ser hecha sin excepciones ni privilegios. Mi azote no puede tener contemplaciones y de esta; a unos por el lomo, a otros de rebote no creo que nadie salga indemne.
Le pido que reflexione cada segundo y antes de cada palabra y pensamiento, está hablando con un verdugo, no con un aliado. Preocúpese únicamente de no estar parado en el lugar equivocado cuando restalle el látigo.
Es cuanto puedo decirle y hacer por usted, nunca lo olvide. Seré como el rayo, si duerme y no lo ve, cuando lo escuche será tarde y estará todo ardiendo y de esto yo se mucho, lo mío no son agotadoras campañas, sitios ni bloqueos sino el Touch an go, como escuche que dicen, afortunadamente la fama me precede y allana el camino.

-Pax Domine Atila

-Que Dios lo proteja de usted mismo y hasta siempre; recuerde que lo espero, no se me pierda en el camino ¡Hay tanto para hablar!


2 comentarios:

Elderkeeper dijo...

Respetable escritor
he intentado contactar con usted para proponerle participar con su blog en una comunidad de blogueros
me gustaría enviarle un e mail más formal, para ello me gustaría conocer su e mail
a la espera de su respuesta un saludo cordial desde Barcelona

Julián Bueno
Equipo de contenidos
InfoElder.com
Tel: (+34) 93 504 56 46

LSO dijo...

Estimado Julian,Puede hacerlo al personal lepoldoemilio@fibertel.com.ar