junio 15, 2009

POLITICA ROSA O TRANSPARENTE HIPOCRESIA II



2º Parte: El núcleo del mensaje envenenado



¿Qué opinan ilustres pensadores de esta “pequeña democracia iraní que gatea”; que los experimentados demócratas imponen a cañonazos en el mundo islámico?

He disentido y criticado en muchas ocasiones a quienes exhiben el mismo discurso acerca de la tolerancia, la democracia, instituciones, república, bipartidismo, Pacto de la Moncloa etc.
como si fueran una aspirina política capaz de curar todos los males.

Faltaba algo, el núcleo ideológico de esa posición, que agrupa a variopintos personajes. Tenía que aparecer y apareció, una cosa es suponerlo o sospecharlo y otra que alguno de sus mentores lo escriba y firme.
En el artículo “Una democracia a gatas” publicado el 10/6/09 en La Nación * el Dr. Mariano Grondona desnuda su genoma y el de esta cohorte ideológica.
A confesión de parte, relevo de prueba.
En realidad lo de ideológica es una concesión, no hay ideas, solo sensaciones: es lindo y es bueno consensuar y no confrontar, debatir y no discutir, habiéndosele cambiado el sentido a estos términos**; tolerar y no resistir, votar para que haya alternancia y no dictadura (¡) siguiendo la moda; todo rosa y suavecito, nada de blanco y negro, hombres y mujeres; unisex o bisexuales como guste, todos grises ¡Que feas y malas son las diferencias! Un mundo, una economía, una moneda y ¿por qué no un gobierno mundial? Un ser humano neutro, un pensamiento único, el de ellos que son buenos y saben interpretar los íntimos deseos de los pueblos.
Es esto (en Argentina) una democracia se pregunta. No y si al mismo tiempo se responde.
¡Sorpresa! Que lejos estamos de Aristóteles y que cerca de la raíz del marxismo leninismo; ser y no ser al mismo tiempo, bajo las mismas circunstancias. El NO lo justifica ante su clientela y el SI ante su conciencia, habilitándole la esperanza que por este “buen camino” de una democracia infantil que gatea se pueda llegar a una adulta que camina.

En solo un par de renglones define sin lugar a dudas o interpretaciones, en que consiste la esencia de esta casi mágica democracia, que al mismo tiempo que parece servir para comer, educar y hacer la felicidad de todos, con certeza nos sirvió para demoler cien años de esfuerzos y sacrificios
…“La nuestra continua siendo una democracia, porque el 28 el pueblo votara de nuevo, como desde hace 25 años. Desde el momento que la democracia se basa en la soberanía del pueblo, todavía podemos afirmar que tenemos un mínimo de democracia.”
Como gusta de las etimologías, bueno es recordarle que soberano es independiente, aquel que no depende de otro poder, que no es siervo, vasallo ni cliente.
¿Cuándo algún pueblo fue soberano? Ni en el limbo griego del profesor analista; en Roma o en nuestra moderna civilización.

Es una simple fantasía de los iluminados de Francia, que como todos los cobardes e inseguros buscaron un cómplice que ponga la cara: los miserables de Paris; para encasquetarles el gorro de esclavos libertos, proclamarlos soberanos y decidieran lo que su perverso concepto de la política quería. En nombre de ese pueblo soberano bañaron en sangre la noble tierra de galos y francos, para terminar reemplazando reyes por emperadores. Gente que hacía sin preguntar.

Los griegos utilizaron los demagogos, compañías y asociaciones protomafiosas, para digitar votos en ágoras y asambleas; los romanos institucionalizaron el clientelismo y finalmente los modernos más drásticos y expeditivos crían terroristas, inician guerras, denuncian complot y atentados, ponen bombas, sobres con ántrax, fabrican crisis y usan las ajenas. O la extorsión: “después de mi el diluvio” una de las pocas antiguallas que los modernos progresistas utilizan sin avergonzarse. Todo para condicionar el voto.

Después nos sorprendemos de la corrupción rampante en todas partes. Si para llegar, se invierten fortunas, la dignidad o se tira la honra a los perros, grande debe ser el premio.

Se podrá argumentar que no hay a la vista otro sistema mejor, es posible por ahora, pero eso no justifica la pretensión de legitimar como sagrado lo que es falso en su origen y malo en sus resultados; mucho menos negando los principios en que se afirman, para declarar que es “para siempre” una ingeniosa voltereta retórica para hacer de la democracia una dictadura. Por este mismo camino los romanos pasaron de la república al imperio y su senado servilmente, legitimó a los peores psicópatas de la historia y todas sus locuras. Todo legal y bueno en nombre de la soberanía popular a través de sus representantes.

Esta nueva política ha prendido con fuerza en los sectores de mayor instrucción y cultura que presumen de una posición moderna y los que aspiran a serlo, como siempre por imitación se derrama hacia abajo.
En este fin de campaña están todos a la vista exhibiéndose, sonrientes, simpáticos con gestos estudiados. Ninguno es lo que dice o muestra, en la privacidad de sus casas y negocios son todos depredadores sin sentimientos humanos.

Cierra su artículo afirmando que hay un remedio peor que la enfermedad, la impaciencia. Como médico no lo puedo dejar pasar, la impaciencia es propia de críos, ansiosos e ignorantes, se supone que somos personas grandes, equilibradas, responsables y con un mínimo de conocimiento para publicar nuestra opinión.

Si se prefiere calificar de impaciente a un Churchill frente al Apaciguador Chamberlain; decirlo pues con todas las letras.
A una gangrena se la amputa y toda urgente impaciencia es poca, no es lo mismo perder un pié que una pierna o la vida.

Si gustan de la prudencia antes de intervenir en política, les recuerdo un antiguo aforismo médico: Primero no dañar.
Siendo más frecuente dañar por omisión que por acción, creo que lo prudente es pensar dos veces antes de sembrar la cizaña de la tolerancia, para que las cosas lleguen a un punto que algún “impaciente” haciendo lo que corresponde, tenga que cortarla de raíz antes que se extienda.

Como era de esperar a tan elaborada interpretación, la frase final es a toda orquesta.

Una experiencia irrefutable nos ha demostrado en todo caso que, en situaciones como ésta, hay un remedio peor aún que la enfermedad: la impaciencia.

No aclara cual fue esta experiencia ni porque es irrefutable, por lo que habilita la interpretación: Marzo del 76. Producto de la tolerante incapacidad de la política, que consintió bandas armadas en la calle, oficiales y subversivas, atropellos, asesinatos impíos, la liberación de terroristas y delincuentes comunes, porque solo les interesaba digitar la sucesión sin importarles la nación, hasta que la necesidad que no es impaciencia obligó a salir a las tropas a la calle para cumplir su juramento de honor y su mandato constitucional.
Los errores no fueron de las FFAA , sino de aquellos que levantaron banderas sin lavarse las manos estando tan o más sucios que aquellos a los que combatían.
Este opus debiera titularse: La demagogia canalla.


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Ver La democracia que gatea.

** debatir.
(Del lat. debattuĕre).
1. tr. Altercar, contender, discutir, disputar sobre algo.
2. tr. Combatir, guerrear.
discutir.
(Del lat. discutĕre, disipar, resolver).
1. tr. Dicho de dos o más personas: Examinar atenta y particularmente una materia.
2. tr. Contender y alegar razones contra el parecer de alguien. Todos discutían sus decisiones. U. m. c. intr. Discutieron con el contratista sobre el precio de la obra.
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