En las próximas dos semanas llega el invierno y se calienta el ambiente. Vendrán bombas, atentados, atropellos y quizás ese muerto siempre útil en estos casos; es el habitual folklore preelectoral de las dictaduras tambaleantes.
Necesitan urgente un enemigo malo malísimo, usted ya conoce el perfil, un oligarca, militar o amigo de ellos, en fin cualquiera que pueda ser identificado con los explotadores y autoritarios que prolijamente la dictadura y sus sicarios intelectuales han marcado como responsables de este infierno.
¿Todo esto porqué? Porque se vota, dicen que hay que elegir legisladores que otros eligieron, entre muchas listas con el mismo relleno; en realidad hay que ir a certificar que todo es limpio y legal. Un sello en el documento, una cruz en el padrón y una boleta en la urna ¿La suya? Fiesta de la democracia le llaman a este carnaval.
Un país arañando una crisis terminal, donde hasta la medicina privada pide a los enfermos que piensen dos veces antes de ir a molestar por una consulta, colapsó la salud pública y privada; el gobierno y la oposición juegan a la legalidad democrática.
No queda nada por decir que no se haya dicho, solo queda por ver el aquelarre final, es la hora que se destrocen entre ellos, chacales hienas, buitres, perros y las infaltables ratas y gusanos; criaturitas de Dios, para eso fueron creados, para hacer el trabajo sucio. Ahora si, miremos para otro lado y dejémoslos solos, es su hora.
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