MUCHAS GRACIAS A TODOS

A los que están leyendo, a los que pasaron, a los que volverán, y a los que todavía no llegaron.
A mis hermanos, hermanas e hijos, siempre listos a encontrar el pelo en el huevo y ayudar a sacarlo, crítica constructiva se llama. A mi editor, Federico María Silva Ortiz que me tiró a la pileta sin preguntarme si sabía nadar y en estos tres años tuvo que navegar diariamente ida y vuelta sobre cuatro husos horarios entre Barcelona y Misiones; favor que le devolví obligándolo a repasar sintaxis y fabricar argumentos para penetrar en un adoquín; que tiene la ventaja que siendo mi hijo, nos detenemos un segundo antes de acuchillarnos o pronunciar la palabra irreparable.
El 17 de Marzo del 2005, Los puntos sobre las íes, comenzó a recorrer el camino.

Sostenida y espontáneamente, sin sospechosas explosiones, concluido el tercer año aumentaron los lectores en un 500% en relación al primero. Hubo picos y bajones, siempre más trabajo del posible o razonable. Artículos mejor elaborados, las clásicas “minutas al paso” o el plato recalentado. Lo único que no se podrá encontrar son contradicciones. Se priorizó el decir con los sentimientos por sobre el estilo, que no es una opción necesaria, más que por una actitud despectiva, por mi falta de capacidad y tozudez a los incesantes reclamos del editor y críticos allegados.

Pudo ser mejor y pudo no haber nacido, pero así salió, directo sin decoraciones de la cocina a su mesa. Estoy más que conforme, si está viva puede mejorar.

No pretende ser un restaurante cinco tenedores, con un boliche para los amigos basta y sobra. A la hora de comer y compartir sensaciones, opiniones o pensamientos lo que importa es la compañía, queso, jamón, aceitunas, lonchas de asado frío, arenques o anchoas, pan crujiente o tostado, ajos, oliva y buen vino es un lujo para sibaritas.