Después de trece días de silencio escondidos en su cueva, mientras todo el país comenzaba a incendiarse, volvieron para agredir, insultar, despreciar y declarar la guerra. Hubo tiempo para pulir la exposición, seleccionar las palabras, los gestos y el tono. No fue casual ni se fue de boca, fue querido y deliberado, Ya tenían lista y armada la respuesta a la reacción que iban a provocar.
Al fracaso de los matones de Moyano le sumaron los terroristas que integran la GESTAPO oficial, que pagan con las retenciones que rapiñan.
Es de prever y no es fantasía que se infiltren francotiradores en las rutas para tirarles a los hombres de campo algunos muertos. No es la primera vez que lo hacen. Desde que asumieron gobiernan únicamente con la extorsión de bandas armadas y comprando adhesiones con dineros ajenos.
Tenía que llegar este punto, Dios no permita que lo pasemos y confunda a los artífices del odio y la división.
Ocurra lo que ocurra hay un solo responsable; a partir de este momento cada argentino, en el campo, en los pueblos o ciudades debe ser un soldado, un gendarme para proteger la vida y los derechos de sus hermanos, identificar forasteros, infiltrados y movimientos extraños. El país real debe permanecer en pie frente a la prepotencia de los dictadores.
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