diciembre 17, 2009

QUEREMOS POLICIA O QUEREMOS SUPRIMIRLA






Si comenzamos por averiguar que es la policía, encontramos la primera sorpresa: viene del latín y a éste llega desde la misma palabra griega que significa política.

policía.
(Del lat. politīa, y este del gr. πολιτεία).
1. f. Cuerpo encargado de velar por el mantenimiento del orden público y la seguridad de los ciudadanos, a las órdenes de las autoridades políticas.

En síntesis el orden en la ciudad, cosa o respública.

Sugiero no olvidar este detalle acerca de los padres de la criatura, porque esto es solo un artículo no un tratado, muchas cosas quedan tácitas, necesariamente se dan por sabidas o son conclusiones que caen de maduras.

Velar por el mantenimiento del orden o restablecerlo cuando se rompe. Algo que parece totalmente divorciado de la realidad de una policía de asesores o consejeros sociales, como será la nueva policía de la Ciudad o como pretenden los que medran denunciando el gatillo fácil, la falta de educación y capacitación.
El punto en que se rejuntan Macri, Narváez, Arslanian, Stornelli, Carrió, los terroristas, narcos y pibes chorros. Para dejar clara la idea: conducen, organizan y reorganizan la policía aquellos que pretenden suprimirla, transformándola en señoritas maestras, asesores o consejero sociales

La policía para cumplir su función debe necesariamente vivir y convivir con los malos, está quiérase o no, en el filo de la navaja. Si el ciudadano común cruza la raya ¡Que puede esperarse del que hace equilibrio!

Son sus jefes los que deben marcar los límites. Una cuestión de criterio y equilibrio que, hoy por hoy, tienen muy pocos. Sin llegar a la influencia del narcotráfico, el juego, la trata de blancas y tráfico de personas, los desarmaderos y los intereses de las corporaciones judicial y política que les sirven de pantalla.

¿Santos ascetas con uniforme? No es alocado suponer que algunos lo piensen cuando adhieren a cuanta delirante utopía anda dando vueltas.

Subordinar la policía a funcionarios civiles que además son militantes políticos es el comienzo del caos. Una fuerza cuyo objeto y razón de ser es garantizar el orden; necesariamente debe tener una organización vertical y jerárquica, no mil cabezas políticas: gobernador, legisladores, intendentes, punteros y aspirantes a serlo.

Cuántos Templarios, siendo una orden religiosas de rígida disciplina que nació como la policía de Tierra Santa se fueron en banda, precisamente por la interferencia de la política que en aquellos tiempos abarcaba lo que era del Cesar y lo que era de Dios.

El policía puede ser el conocido de todos los días, nunca el amigo, es la autoridad y esta exige distancia.
He omitido por ser una conclusión obvia que en una fuerza vertical y jerárquica no entran las posibilidades de la prepotencia y el abuso de autoridad, precisamente a cada grado del escalafón le corresponden el doble de obligaciones que de atribuciones, para sancionarlas e impedirlas. ¿Dificil? si, casi imposible, pero la dificultad no legitima el parche fácil que solo acelerará el final.

No parece que este sea un idioma capaz de comprenderse en una sociedad en la que mezclarse y refregarse es la norma de vida.

Causa perdida diría hasta que vuelva el imperio de la ley de la selva y haya que recomenzar todo desde el principio porque será así o te mueres y los muertos no hacen ni opinan.

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