A no confundirse, esta página no lo propugna ni adoba un movimiento o golpe militar como solución a la disolución nacional, muy por el contrario reiteradamente he sostenido la opinión que las cabezas calenturientas que se inclinan por estas soluciones facilistas, técnicamente imposibles y descolgadas de la realidad, son el principal enemigo de quienes con ínfimos recursos y resultados resisten en esta guerra sin ruido.
La permanente defensa de nuestras FFAA, responde a esa convicción, existen como último bastión de defensa de la soberanía (la libertad e independencia nacional) venga la agresión de donde venga, es su única y exclusiva razón de ser, no es ni puede ser su objeto la política y el gobierno. Actividades de suyo, enfrentadas con la formación militar, basada en la jerarquía, obediencia y disciplina, sin lugar al debate y la confrontación ideológica. Zapatero a tus zapatos, políticos y militares cada uno a lo suyo.
En el permanente afán de mezclar y confundir todo, las usinas oficiales, verdaderas jefaturas de operaciones de guerra psicológica, han puesto en circulación la presunta existencia de un partido militar detrás del que se escondería una conjura golpista.
Una brillante posibilidad para garantizar la continuidad de la actual tiranía exculpándola de todos sus desafueros.
Le hacen el juego, justificados por la permanente provocación oficial, siniestros personajes con mascarita de opositores, y la infaltable “derecha boba”
El objetivo es claro, el sucesivo fracaso de los pronunciamientos militares, por la natural incapacidad de los mandos para la actividad política y la función de gobernantes o estadistas y la ingerencia civil en los mismos tratando de montarse en las bayonetas para ser gobierno, armando sistemas políticos y económicos para darle continuidad, hecho irrefutable del que todos somos concientes, automáticamente descalifica a quien defiende un ejército eficiente y conformado por hombres impecablemente formados en su materia, y justifica todo plan dirigido, bajo el hipócrita argumento de la modernización, a la esterilización y disolución del concepto militar de un ejército.
La permanente gimnasia revolucionaria en calles y rutas de supuestas organizaciones sociales, el ordenado desplazamiento de poblaciones ocupando terrenos con una impecable logística e inteligencia, el formidable armamento y organización de la narcoguerrilla copando y “favelizando” las villas, es de público conocimiento así como la existencia de infiltrados extranjeros y “refugiados políticos” todos veteranos mercenarios, que permanecen ocultos y mimetizados como ”desocupados y excluidos sociales” junto a la impotencia ideológica y material de las autoridades para erradicarlos, es más que suficiente razón para consolidar unas FFAA que puedan responder eficientemente al desafío.
Me resulta un absurdo suponer que grupos con probados antecedentes violentos y permanentemente ejercitados en la violencia se constituyan y organicen para nada.
Lo tengo muy claro: si vis pacem para bellum.
Si genera temor y desconfianza la existencia de sólidas y eficientes FFAA, la cuestión es política, propia de gobernantes, consolidando las instituciones y ganando autoridad y credibilidad ante la población. Ni en nuestra tierra ni en ninguna parte del mundo un militar dio un golpe de estado para derrocar un gobierno bien constituido, que ejerce el poder en orden al bien común. Esta actitud es propia de subversivos y revolucionarios, la contracara de la formación y tradición de las instituciones armadas.
Quizás la pretensión sea tardía, los militares como los civiles proceden de la misma camada, nuestra dirigencia política fracasó en el gobierno y en la oposición, al igual que la conducción militar que por incapacidad perdió la paz, de una guerra ganada.
Lo que lleva a una conclusión ha tiempo expuesta: en esta guerra total que hoy se libra, no hay lugar para distinciones entre civiles y militares, somos todos combatientes, la única distinción está en las armas que empuñamos, el fusil, la espada, la pluma o la palabra, nos une la presencia permanente en la batalla, la voluntad de triunfar para ganar la paz ansiada y la decisión de estar formados y preparados para cuando suene la hora. Dios se encargará del resto, es su mundo y el guionista de la historia.
Podrán disolver las FFAA y cavarán su propia y definitiva fosa, los civiles no hemos sido educados en la administración y uso económico y racional de la fuerza, las guerras civiles dan testimonio de la ferocidad e impiedad desatada.
Las FFAA argentinas no nacieron de las academias, las integraron y condujeron simples “vecinos civiles” que dejaron todo por servir a la patria, que no es distinto de lo que ocurrió en todos los pueblos del mundo. La fuerza del número, la organización y el “poder de fuego” siempre fueron sometidos por la lucidez de los estrategas.
La permanente defensa de nuestras FFAA, responde a esa convicción, existen como último bastión de defensa de la soberanía (la libertad e independencia nacional) venga la agresión de donde venga, es su única y exclusiva razón de ser, no es ni puede ser su objeto la política y el gobierno. Actividades de suyo, enfrentadas con la formación militar, basada en la jerarquía, obediencia y disciplina, sin lugar al debate y la confrontación ideológica. Zapatero a tus zapatos, políticos y militares cada uno a lo suyo.
En el permanente afán de mezclar y confundir todo, las usinas oficiales, verdaderas jefaturas de operaciones de guerra psicológica, han puesto en circulación la presunta existencia de un partido militar detrás del que se escondería una conjura golpista.
Una brillante posibilidad para garantizar la continuidad de la actual tiranía exculpándola de todos sus desafueros.
Le hacen el juego, justificados por la permanente provocación oficial, siniestros personajes con mascarita de opositores, y la infaltable “derecha boba”
El objetivo es claro, el sucesivo fracaso de los pronunciamientos militares, por la natural incapacidad de los mandos para la actividad política y la función de gobernantes o estadistas y la ingerencia civil en los mismos tratando de montarse en las bayonetas para ser gobierno, armando sistemas políticos y económicos para darle continuidad, hecho irrefutable del que todos somos concientes, automáticamente descalifica a quien defiende un ejército eficiente y conformado por hombres impecablemente formados en su materia, y justifica todo plan dirigido, bajo el hipócrita argumento de la modernización, a la esterilización y disolución del concepto militar de un ejército.
La permanente gimnasia revolucionaria en calles y rutas de supuestas organizaciones sociales, el ordenado desplazamiento de poblaciones ocupando terrenos con una impecable logística e inteligencia, el formidable armamento y organización de la narcoguerrilla copando y “favelizando” las villas, es de público conocimiento así como la existencia de infiltrados extranjeros y “refugiados políticos” todos veteranos mercenarios, que permanecen ocultos y mimetizados como ”desocupados y excluidos sociales” junto a la impotencia ideológica y material de las autoridades para erradicarlos, es más que suficiente razón para consolidar unas FFAA que puedan responder eficientemente al desafío.
Me resulta un absurdo suponer que grupos con probados antecedentes violentos y permanentemente ejercitados en la violencia se constituyan y organicen para nada.
Lo tengo muy claro: si vis pacem para bellum.
Si genera temor y desconfianza la existencia de sólidas y eficientes FFAA, la cuestión es política, propia de gobernantes, consolidando las instituciones y ganando autoridad y credibilidad ante la población. Ni en nuestra tierra ni en ninguna parte del mundo un militar dio un golpe de estado para derrocar un gobierno bien constituido, que ejerce el poder en orden al bien común. Esta actitud es propia de subversivos y revolucionarios, la contracara de la formación y tradición de las instituciones armadas.
Quizás la pretensión sea tardía, los militares como los civiles proceden de la misma camada, nuestra dirigencia política fracasó en el gobierno y en la oposición, al igual que la conducción militar que por incapacidad perdió la paz, de una guerra ganada.
Lo que lleva a una conclusión ha tiempo expuesta: en esta guerra total que hoy se libra, no hay lugar para distinciones entre civiles y militares, somos todos combatientes, la única distinción está en las armas que empuñamos, el fusil, la espada, la pluma o la palabra, nos une la presencia permanente en la batalla, la voluntad de triunfar para ganar la paz ansiada y la decisión de estar formados y preparados para cuando suene la hora. Dios se encargará del resto, es su mundo y el guionista de la historia.
Podrán disolver las FFAA y cavarán su propia y definitiva fosa, los civiles no hemos sido educados en la administración y uso económico y racional de la fuerza, las guerras civiles dan testimonio de la ferocidad e impiedad desatada.
Las FFAA argentinas no nacieron de las academias, las integraron y condujeron simples “vecinos civiles” que dejaron todo por servir a la patria, que no es distinto de lo que ocurrió en todos los pueblos del mundo. La fuerza del número, la organización y el “poder de fuego” siempre fueron sometidos por la lucidez de los estrategas.
1 comentario:
Asi se escribe y así se habla, con todas las letras, me devuelve la esperanza, por cada uno que piensa y puede escribir esto hay miles que sienten y piensan igual.
Si la taba sale culo, nos veremos en la trinchera
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