mayo 08, 2007

Blancos y negros; buenos y malos

En ambos casos ni muy muy, ni tan tan; en realidad lo que no hay es un grupo pura sangre, pedigree incluido.
Por una curiosa voltereta conceptual, actualmente se califica de maniqueos a quienes hacen estas divisiones. Una de esas etiquetas descalificatorias a las que recurren los que no saben de qué se habla. El maniqueísmo sostiene la dualidad en otro terreno y es otra cosa.
Quienes cuestionan esa división suele recurrir a una frase hecha, con la que suponen desarman el argumento: “también hay grises”, ¡chocolate por la noticia!
Como pato al agua, dejo la retórica y me zambullo en la realidad, es mi elemento.
Los norteamericanos son malos, perversos, casi satánicos, no hay calificativo que no les cuadre, basta recordar a Yalta; la 2º guerra; Bahía de los cochinos; Irak; la contaminación; la comida chatarra. Es cierto, pero también son sus mayores víctimas. Por su esfuerzo bien pagado, disfrutamos de infinitos recursos que hacen más placentera y sencilla la vida. Por la sangre de sus hijos, soportamos pequeños tiranos en lugar de las grandes bestias que podríamos haber tenido.
Retrocediendo un poco más: griegos buenos, cultos y democráticos frente a persas malos, bárbaros y autocráticos, olvidando que los griegos se eliminaron durante siglos prolijamente unos a otros, pagados por los persas, cuyos ejércitos integraron como mercenarios casi un milenio, para someter a otros malos, buenos o más o menos.
Aquel fantástico archivo de los conocimientos y la historia de la humanidad que fue la Biblioteca de Alejandría la redujeron a humo y cenizas los romanos no los bárbaros (bárbaros malos), los mismos que en Cartago arrasaron los secretos archivos de la armada Kharjedonia, conocimientos perdidos que hoy siguen en la nebulosa de las leyendas.
Los bárbaros malos germanos y los pueblos de las estepas asolaron Europa y saquearon Roma, años después que romanos buenos, devastaran Grecia, Egipto y el Cercano Oriente.
Que todos tenemos un muerto en el ropero, es absolutamente cierto, por eso se acuñó una frase que nadie discute: “errarum humanum est”
Quizás en el fondo, la cuestión no es buenos y malos, sino quienes son unos y otros, remedando un artículo de excelencia a mi gusto, cuyo link encontrará al pié: ¿De que me sirve si son buenos o malos? Hay héroes de causas impías y canallas en las santas causas.
¡Eran los nuestros y basta! O acaso a la hora de jugarse, no está antes la fidelidad que la objetividad, si la verdad verdadera de razones e intenciones están más allá de las posibilidades de nuestro juicio.

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