Nos desayunamos el sábado con la opinión de Alfredo Leuco, que generosamente el diario La Nación, le hace lugar en su edición impresa e incluye fugazmente en portada de la edición digital (a media mañana la sacaron, no obstante registrarla como la noticia más leída).
En rigor dice que el desgobierno que soportamos es producto de un problema médico del titular del ejecutivo, por lo que hay que ayudarlo y protejerlo. Sea un delirante paranoico o un psicópata, la solución no es ayudarlo y protegerlo para que no siga siendo un peligro para si mismo y para los demás y continúe siendo un loco peligroso.
La cuestión es quitarle el arma que tiene en las manos y después veremos si tiene cura o no, que será un problema de su médico y de su familia; el problema del país es intervenir ya, antes que sea demasiado tarde en lugar de explicar todo, aventurándose en disquisiciones terapéuticas impropias de un charlatán de feria y de un medio que presume de serio y al que se le está haciendo hábito mesturar la crítica liviana con la justificación intelectualoide.
Así como las perversiones sexuales han pasado a ser una valiente elección de vida, los autócratas, tiranos y terroristas pasarán a ser pobres hombres enfermos por un extraño virus mental.
Abrir las cárceles, terminar con códigos penales, con la justicia y la policía; proteger, defender y comprender es la consigna por el bien de las frágiles instituciones.
"Hay que ayudar y proteger al presidente"
En rigor dice que el desgobierno que soportamos es producto de un problema médico del titular del ejecutivo, por lo que hay que ayudarlo y protejerlo. Sea un delirante paranoico o un psicópata, la solución no es ayudarlo y protegerlo para que no siga siendo un peligro para si mismo y para los demás y continúe siendo un loco peligroso.
La cuestión es quitarle el arma que tiene en las manos y después veremos si tiene cura o no, que será un problema de su médico y de su familia; el problema del país es intervenir ya, antes que sea demasiado tarde en lugar de explicar todo, aventurándose en disquisiciones terapéuticas impropias de un charlatán de feria y de un medio que presume de serio y al que se le está haciendo hábito mesturar la crítica liviana con la justificación intelectualoide.
Así como las perversiones sexuales han pasado a ser una valiente elección de vida, los autócratas, tiranos y terroristas pasarán a ser pobres hombres enfermos por un extraño virus mental.
Abrir las cárceles, terminar con códigos penales, con la justicia y la policía; proteger, defender y comprender es la consigna por el bien de las frágiles instituciones.
"Hay que ayudar y proteger al presidente"
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