El gobernador de Río de Janeiro, solicito el envío del Ejército para garantizar el orden.
Brasil perdió la guerra, fue el titulo de un artículo y Ley de indefensión nacional otro.
El estado de Río de Janeiro certifica que no hubo “tremendismo, ni error en la opinión”, la realidad Argentina, muchas veces anticipada, demuestra lo mismo.
En Brasil la fuerza de choque son las bandas de narcos, que en Argentina proveen los recursos de humanos descerebrados al mejor postor; llámense movimientos sociales, punteros políticos, barras bravas, mercenarios oficiales etc. La diferencia es puramente formal, el control de los “combatientes” responde al mismo mando.
El fracaso de la policía, esterilizada por las políticas oficiales y las doctrinas jurídicas abolicionistas del derecho penal, llevan a su reemplazo por la gendarmería y la prefectura, cada vez más, convertidas en un híbrido policial militar, violando los fundamentos de su creación como fuerzas militarizadas de seguridad de fronteras.
En el hipócrita léxico argentino, se habla de “fuerzas Federales” que tienen solo un nombre: Policía Federal, única legalmente habilitada y organizada para intervenir frente al desborde delictivo interno.
De continuar la previsible aceleración de los conflictos, motorizados ahora por algo que socialmente duele más que la inseguridad y los muertos, esto es los bolsillos vacíos; no tardaran en alzarse voces reclamando la intervención militar al igual que en Brasil.
¿Cree que la presencia de fuerzas federales de seguridad contribuirá a disminuir el delito en la provincia de Buenos Aires? Encuesta del diario La Nación,16/04/07
Argentina como Brasil carecen del contexto legal que la haga posible por otra conquista progresista, es más la recientemente reglamentada con bombos y platillos Ley de Defensa Nacional, lo prohíbe taxativamente. Por el momento los mandos militares del Brasil se plantaron y paralizaron el despropósito ¿En Argentina, quedarán mandos y militares? Me avergüenzo escribirlo, pero es una duda real.
Empeñar las FFAA en la seguridad interior contra la delincuencia, requiere necesariamente la subordinación total de policía, fuerzas de seguridad y autoridades civiles al mando militar. No es posible controlar el crimen organizado o los “pibes chorros” y no tocar a los que lucran y viven de ellos, sean políticos, funcionarios, empresarios, profesionales, magistrados y el mismísimo gobierno nacional.
Pretender una operación exitosa, cuando se prohíbe la inteligencia interior es por decirlo suavemente: criminal.
Como de costumbre la derecha boba viendo amenazado su huerto adherirá a la medida. Es notable ver como se suicidan los ciegos.
Los múltiples y complejos vasos comunicantes entre la delincuencia, el narcotráfico y la subversión ideológica no requieren comentario.
Más vale prevenir que curar, lo sabemos todos, sea en seguridad o en medicina. Hasta lo saben los que han hecho de la provocación y el riesgo un estilo de gobierno. Por eso lo usan como herramienta política buscando sangre que aumente el caos en la desesperada búsqueda de un “chivo emisario” al que cargarle el imparable fracaso.
Los responsables directos, “por obediencia debida” de la inseguridad pública Arslanian-Aníbal Fernández, sacan a la calle como solución a la Gendarmería y la Prefectura, para que operen con los mismos códigos inservibles y sometidos a los mismos funcionarios judiciales que han esterilizado el accionar y el respeto por la policía, a la búsqueda de nuevos muertos y enfrentamientos.
¿Después qué hacemos; la infantería de Marina, los paracaidistas o los comandos carapintada? Cosas veredes Sancho…
Sólo veo tres alternativas: apostar interviniendo, a la definitiva y total disolución de las FFAA (jugar a perder); una guerra civil; o permitir un baño de sangre, dolorosamente ya necesario para lavar tanta impiedad. Y hacer entender que la justicia y el orden no se compadecen de consignas ni de sensiblería barata. Quienes armaron prolijamente la pira y aplaudieron el catafalco, deben arder en ella.
La próxima vez no habrá margen para jugar con “fantasías democráticas” ni esconder la realidad, será a todo o nada, luz o sombra, sin grises.
No es casual la permanente confusión e igualdad de trato entre terrorismo subversivo, el crimen organizado y reclamos sociales provocados.
Si el gobierno no es capaz de garantizar el orden público ni los derechos individuales de los ciudadanos, carece de razón de ser y se convierte en un usurpador.
Alea jacta est; a poner el lomo y aguantar el cimbronazo. Por H o por B nadie es inocente.
"militarizarán Río por la ola de violencia"
Brasil perdió la guerra, fue el titulo de un artículo y Ley de indefensión nacional otro.
El estado de Río de Janeiro certifica que no hubo “tremendismo, ni error en la opinión”, la realidad Argentina, muchas veces anticipada, demuestra lo mismo.
En Brasil la fuerza de choque son las bandas de narcos, que en Argentina proveen los recursos de humanos descerebrados al mejor postor; llámense movimientos sociales, punteros políticos, barras bravas, mercenarios oficiales etc. La diferencia es puramente formal, el control de los “combatientes” responde al mismo mando.
El fracaso de la policía, esterilizada por las políticas oficiales y las doctrinas jurídicas abolicionistas del derecho penal, llevan a su reemplazo por la gendarmería y la prefectura, cada vez más, convertidas en un híbrido policial militar, violando los fundamentos de su creación como fuerzas militarizadas de seguridad de fronteras.
En el hipócrita léxico argentino, se habla de “fuerzas Federales” que tienen solo un nombre: Policía Federal, única legalmente habilitada y organizada para intervenir frente al desborde delictivo interno.
De continuar la previsible aceleración de los conflictos, motorizados ahora por algo que socialmente duele más que la inseguridad y los muertos, esto es los bolsillos vacíos; no tardaran en alzarse voces reclamando la intervención militar al igual que en Brasil.
¿Cree que la presencia de fuerzas federales de seguridad contribuirá a disminuir el delito en la provincia de Buenos Aires? Encuesta del diario La Nación,16/04/07
Argentina como Brasil carecen del contexto legal que la haga posible por otra conquista progresista, es más la recientemente reglamentada con bombos y platillos Ley de Defensa Nacional, lo prohíbe taxativamente. Por el momento los mandos militares del Brasil se plantaron y paralizaron el despropósito ¿En Argentina, quedarán mandos y militares? Me avergüenzo escribirlo, pero es una duda real.
Empeñar las FFAA en la seguridad interior contra la delincuencia, requiere necesariamente la subordinación total de policía, fuerzas de seguridad y autoridades civiles al mando militar. No es posible controlar el crimen organizado o los “pibes chorros” y no tocar a los que lucran y viven de ellos, sean políticos, funcionarios, empresarios, profesionales, magistrados y el mismísimo gobierno nacional.
Pretender una operación exitosa, cuando se prohíbe la inteligencia interior es por decirlo suavemente: criminal.
Como de costumbre la derecha boba viendo amenazado su huerto adherirá a la medida. Es notable ver como se suicidan los ciegos.
Los múltiples y complejos vasos comunicantes entre la delincuencia, el narcotráfico y la subversión ideológica no requieren comentario.
Más vale prevenir que curar, lo sabemos todos, sea en seguridad o en medicina. Hasta lo saben los que han hecho de la provocación y el riesgo un estilo de gobierno. Por eso lo usan como herramienta política buscando sangre que aumente el caos en la desesperada búsqueda de un “chivo emisario” al que cargarle el imparable fracaso.
Los responsables directos, “por obediencia debida” de la inseguridad pública Arslanian-Aníbal Fernández, sacan a la calle como solución a la Gendarmería y la Prefectura, para que operen con los mismos códigos inservibles y sometidos a los mismos funcionarios judiciales que han esterilizado el accionar y el respeto por la policía, a la búsqueda de nuevos muertos y enfrentamientos.
¿Después qué hacemos; la infantería de Marina, los paracaidistas o los comandos carapintada? Cosas veredes Sancho…
Sólo veo tres alternativas: apostar interviniendo, a la definitiva y total disolución de las FFAA (jugar a perder); una guerra civil; o permitir un baño de sangre, dolorosamente ya necesario para lavar tanta impiedad. Y hacer entender que la justicia y el orden no se compadecen de consignas ni de sensiblería barata. Quienes armaron prolijamente la pira y aplaudieron el catafalco, deben arder en ella.
La próxima vez no habrá margen para jugar con “fantasías democráticas” ni esconder la realidad, será a todo o nada, luz o sombra, sin grises.
No es casual la permanente confusión e igualdad de trato entre terrorismo subversivo, el crimen organizado y reclamos sociales provocados.
Si el gobierno no es capaz de garantizar el orden público ni los derechos individuales de los ciudadanos, carece de razón de ser y se convierte en un usurpador.
Alea jacta est; a poner el lomo y aguantar el cimbronazo. Por H o por B nadie es inocente.
"militarizarán Río por la ola de violencia"
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