Únicamente porque estuvo presente la mano de Dios, no asistimos a una brutal desgracia.
La criminal irresponsabilidad oficial, omnipresente en el caos del control de la aviación aerocomercial, de la seguridad pública, de los elementos de protección de las fuerzas de seguridad (blindaje de patrulleros, armamento, chalecos antibala etc.) y un listado casi infinito, pusieron nuevamente en riesgo la vida de los argentinos. “Tanto va el cántaro a la fuente…”
Poco importa si fue esto o aquello, hubiese sido de cualquier manera porque se dejó de hacer lo que obligadamente se debió haber hecho ( frasecita intrascendente, que si la estira como chicle, es multiuso).
Todos los periodistas, escribas y noteros mercenarios siempre dispuestos a saltar a la yugular del culpable oficial, esta vez desplazaron el eje de la información para babearse “con los heroicos marinos y la tradición naval”.
Acostumbrados a la hipérbole mediática, el mensaje asustó en los despachos oficiales: profesionalismo, cumplimiento del deber, honor naval; demasiada excelencia, para la “maldita Marina”.
¡Basta de elogios! A prepararse para sembrar dudas, fabricar responsables y ensuciaran honras.
La Armada y sus hombres simplemente hicieron aquello para lo que fueron formados, lo que siempre han hecho: proteger el patrimonio nacional y cuidar de su gente, demostrando en los hechos a la vista de todos, una excelente formación profesional que no merecen el agravio de una legisladora opositora (PRO) que pretende ensuciar al comandante de la nave distinguiéndolo por la “defensa de los derechos humanos”.
"Mientras en la Capital, la diputada nacional Nora Ginzburg (Pro-Capital) impulsó ayer un proyecto de resolución para que Tarapow sea distinguido en el Congreso por su "apego a los derechos humanos poniendo ante todo a sus subordinados a salvo".
Por ahora son avisos, demasiados, el día que pase algo el silencio y el miedo van a doler.
"El semando congeló fondos para el buque"
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