Se presentan como los polos de una contradicción, tan falsa como los que la propalan.
No pueden ponerse en los platillos de una balanza, pertenecen a tiempos distintos.
Sostener por posiciones políticas o ideológicas la preeminencia de una sobre otra, es en el mejor de los casos una manifestación de supina ignorancia.
Se previene lo que va o puede ocurrir, es una acción en tiempo presente, dirigida al futuro. Se reprime lo que está pasando ahora.
Siendo estas verdades de Perogrullo, están diariamente en el debate público, sea por accidentes viales, marchas, protestas incendios, delitos etc.
Que grandes potencias adopten la doctrina de la defensa preventiva, que en la realidad es una agresión mal disimulada, no invalida lo expresado. Simplemente por incapacidad o conveniencias políticas han reemplazado la prevención por represión anticipada, los hechos palmariamente demuestran el error de la teoría.
Tan absurda es la cuestión que plantean quienes anteponen una conducta a la otra, que basta reflexionar acerca de quien cuestionaría a los bomberos que extinguen un incendio; en la práctica están “reprimiendo o aniquilando” las llamas por un lado e impidiendo (previniendo) su propagación por el otro.
Ni la prevención o la represión sola alcanzan, si simultáneamente no se previene la reiteración del hecho, con medidas de seguridad y dispositivos de represión, por si de todas formas ocurriese.
Como todo, tienen sus límites dentro del respeto y la sana lógica. En prevención y en represión es cotidiano que se avance sobre las libertades y derechos individuales; y una pretendida solución genere problemas mayores que los que pretende evitar. Esta a la vista, no es materia de ideologías, lo practican las excelsas democracias y las peores dictaduras. Ambas con el denominador común de desconocer los derechos individuales, unas subordinándolos a los derechos sociales y otras al capricho de los autócratas.
Quien no previene en su justa medida, es responsable de los daños y quien no reprime también.
Nuestro ordenamiento jurídico prevé que todos conocen la ley y nadie puede alegar su propia ignorancia.
Periodismo y dirigencia, machacan diariamente sobre hechos de violencia que se reiteran, argumentando supuestos para justificar a unos y condenar a otros.
La cuestión siempre gira en torno al poder y la autoridad.
Figurativamente se los imagina en la soledad de las alturas, en la realidad se los busca en el llano como al cuerno de la abundancia de privilegios, honores e impunidades
El recto ejercicio de la autoridad es más penoso para quien la ejerce que para el que la padece o soporta y por esa razón se lo elude o se deforma en autoritarismo.
Todos los padres del mundo saben cuanto duele reprimir o sancionar a un hijo, es el duro camino de educar para transformar a un inimputable en un ser responsable.
No en vano se afirma que la familia es el núcleo de la sociedad. Siga la línea, tome atajos y tendrá el panorama de la conflictiva sociedad en que vivimos.
Hedonismo puro: lo fácil y cómodo, sin esfuerzo, la búsqueda y disfrute del placer como única meta.
No es el lugar ni mi intención discutirlo; simplemente planteo “que el que quiera celeste que le cueste” Cada cosa tiene un precio y no existe hasta ahora el derecho de no hacerse cargo de las consecuencias de los propios actos.
Estoy rozando una zona hipersensible en estos días, con menores muertos y menores homicidas, dónde por encima del dolor de los hechos jamás se llegará a la verdad. Uno al volante otro en la vía pública; un solo ausente el verdadero responsable, que obligadamente debiera estar para prevenir o reprimir a uno o a otro.
Con videos, declaraciones y llantos en cámara no se resucita a los muertos ni se previenen los próximos hechos. Un poco de respeto de todos por todos y poner cada cosa en su justo lugar puede ser el principio de hacer algo valedero. El periodismo no puede hacer docencia, porque su motor y fin real es económico, la morbosa sensiblería y el escándalo venden, sin venta no existen ni puede reemplazar la función de investigar de una justicia incompetente.Mientras todos no pongan diariamente su grano de arena, habrá que asumir que la propia casa es más segura que la selva, por muchas luces y música que esta tenga, cazabobos le llaman.
No pueden ponerse en los platillos de una balanza, pertenecen a tiempos distintos.
Sostener por posiciones políticas o ideológicas la preeminencia de una sobre otra, es en el mejor de los casos una manifestación de supina ignorancia.
Se previene lo que va o puede ocurrir, es una acción en tiempo presente, dirigida al futuro. Se reprime lo que está pasando ahora.
Siendo estas verdades de Perogrullo, están diariamente en el debate público, sea por accidentes viales, marchas, protestas incendios, delitos etc.
Que grandes potencias adopten la doctrina de la defensa preventiva, que en la realidad es una agresión mal disimulada, no invalida lo expresado. Simplemente por incapacidad o conveniencias políticas han reemplazado la prevención por represión anticipada, los hechos palmariamente demuestran el error de la teoría.
Tan absurda es la cuestión que plantean quienes anteponen una conducta a la otra, que basta reflexionar acerca de quien cuestionaría a los bomberos que extinguen un incendio; en la práctica están “reprimiendo o aniquilando” las llamas por un lado e impidiendo (previniendo) su propagación por el otro.
Ni la prevención o la represión sola alcanzan, si simultáneamente no se previene la reiteración del hecho, con medidas de seguridad y dispositivos de represión, por si de todas formas ocurriese.
Como todo, tienen sus límites dentro del respeto y la sana lógica. En prevención y en represión es cotidiano que se avance sobre las libertades y derechos individuales; y una pretendida solución genere problemas mayores que los que pretende evitar. Esta a la vista, no es materia de ideologías, lo practican las excelsas democracias y las peores dictaduras. Ambas con el denominador común de desconocer los derechos individuales, unas subordinándolos a los derechos sociales y otras al capricho de los autócratas.
Quien no previene en su justa medida, es responsable de los daños y quien no reprime también.
Nuestro ordenamiento jurídico prevé que todos conocen la ley y nadie puede alegar su propia ignorancia.
Periodismo y dirigencia, machacan diariamente sobre hechos de violencia que se reiteran, argumentando supuestos para justificar a unos y condenar a otros.
La cuestión siempre gira en torno al poder y la autoridad.
Figurativamente se los imagina en la soledad de las alturas, en la realidad se los busca en el llano como al cuerno de la abundancia de privilegios, honores e impunidades
El recto ejercicio de la autoridad es más penoso para quien la ejerce que para el que la padece o soporta y por esa razón se lo elude o se deforma en autoritarismo.
Todos los padres del mundo saben cuanto duele reprimir o sancionar a un hijo, es el duro camino de educar para transformar a un inimputable en un ser responsable.
No en vano se afirma que la familia es el núcleo de la sociedad. Siga la línea, tome atajos y tendrá el panorama de la conflictiva sociedad en que vivimos.
Hedonismo puro: lo fácil y cómodo, sin esfuerzo, la búsqueda y disfrute del placer como única meta.
No es el lugar ni mi intención discutirlo; simplemente planteo “que el que quiera celeste que le cueste” Cada cosa tiene un precio y no existe hasta ahora el derecho de no hacerse cargo de las consecuencias de los propios actos.
Estoy rozando una zona hipersensible en estos días, con menores muertos y menores homicidas, dónde por encima del dolor de los hechos jamás se llegará a la verdad. Uno al volante otro en la vía pública; un solo ausente el verdadero responsable, que obligadamente debiera estar para prevenir o reprimir a uno o a otro.
Con videos, declaraciones y llantos en cámara no se resucita a los muertos ni se previenen los próximos hechos. Un poco de respeto de todos por todos y poner cada cosa en su justo lugar puede ser el principio de hacer algo valedero. El periodismo no puede hacer docencia, porque su motor y fin real es económico, la morbosa sensiblería y el escándalo venden, sin venta no existen ni puede reemplazar la función de investigar de una justicia incompetente.Mientras todos no pongan diariamente su grano de arena, habrá que asumir que la propia casa es más segura que la selva, por muchas luces y música que esta tenga, cazabobos le llaman.
3 comentarios:
Excelente análisis
Tan excelente, que no da lugar ni a comentario
Me gusta el comentario, anque en tiempos distintos la prevencion, siempre es mejor. el joven ininmputable que tenemos el derecho a educar para la sociedad, debe ser un sujeto con conocimiento preventivo de lo que puede ocurrirle.
Las comunidades que invierten en prevencion, (educacion, deportes, recursos prevencionales en general), hacen que los delincuentes muden a lugares donde se sienten mas seguros o impunes. Si el estado no nos cuida, indefectiblemente, tenemos que encerrarnos para sentirnos seguros!!!
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