Con las cifras a la vista comienza el análisis del resultado.
Soy un convencido que Francia más que decir anuncia lo que viene, por lo que prefiero ceñirme a pequeños hechos que me complican la lectura, falta que sedimente, se ratifiquen o rectifiquen las tendencias en la segunda vuelta y en las parlamentarias. Un curioso sistema que permite teóricamente quitarle todo el apoyo legislativo al electo, unos meses después de haberlo elegido (¿reaseguro?).
Hay datos no muy coherentes a primera vista: un 40% de indecisos junto a un 85% de votantes. Claramente la indecisión no era sinónimo de desinterés por lo que no cuajan el entusiasmo por participar y la indefinición. De allí que si bien formalmente en Francia se votó, me queda la duda si realmente se eligió o rechazó algo.
Los resultados a primera vista parecen mostrar un alejamiento del electorado de posiciones estructuradas particularmente de la izquierda arcaica y posmoderna, y en menor medida la derecha clásica.( Ver Guy Soreman al pié)
A la hora de les hors d’oeuvre, los franceses han optado por lo chirle y descolorido, canapés de panadería. No sorprende, es lo que había en todas las bandejas, en las tradicionales delicatessen, ya nadie confía.
Como espectador, no me hago ilusiones que en la segunda vuelta y en la legislativa aparezcan los crujientes cochinillos asados, y las sillas de cordero. Esperemos; una gala sin sorpresas es ordinaria y los franceses son maestros en la materia. O la sorpresa será que no la haya y dejar con un palmo de narices a todos los analistas. Algo así como: dejemos la puerta abierta y a todos pendientes de saber que viene
"Francia en la recta final"
Soy un convencido que Francia más que decir anuncia lo que viene, por lo que prefiero ceñirme a pequeños hechos que me complican la lectura, falta que sedimente, se ratifiquen o rectifiquen las tendencias en la segunda vuelta y en las parlamentarias. Un curioso sistema que permite teóricamente quitarle todo el apoyo legislativo al electo, unos meses después de haberlo elegido (¿reaseguro?).
Hay datos no muy coherentes a primera vista: un 40% de indecisos junto a un 85% de votantes. Claramente la indecisión no era sinónimo de desinterés por lo que no cuajan el entusiasmo por participar y la indefinición. De allí que si bien formalmente en Francia se votó, me queda la duda si realmente se eligió o rechazó algo.
Los resultados a primera vista parecen mostrar un alejamiento del electorado de posiciones estructuradas particularmente de la izquierda arcaica y posmoderna, y en menor medida la derecha clásica.( Ver Guy Soreman al pié)
A la hora de les hors d’oeuvre, los franceses han optado por lo chirle y descolorido, canapés de panadería. No sorprende, es lo que había en todas las bandejas, en las tradicionales delicatessen, ya nadie confía.
Como espectador, no me hago ilusiones que en la segunda vuelta y en la legislativa aparezcan los crujientes cochinillos asados, y las sillas de cordero. Esperemos; una gala sin sorpresas es ordinaria y los franceses son maestros en la materia. O la sorpresa será que no la haya y dejar con un palmo de narices a todos los analistas. Algo así como: dejemos la puerta abierta y a todos pendientes de saber que viene
"Francia en la recta final"
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