abril 18, 2007

De capital federal a villerío autónomo

Curiosa y progresista evolución de Buenos Aires, que llegó a ser lo que fue antes que pasara la langosta demagógica, de la mano de Intendentes designados por los Presidentes de la Nación.
Condenada a vegetar penosamente sin responsables ni leyes de sentido común que regulen el orden, el crecimiento y los servicios elementales.
Perdió la Policía y hasta los “zorros grises”, el agua potable, los desagües y la electricidad. Avasallaron todos los códigos; llámense de faltas o de edificación. Le regalaron el muerto de la salud pública y la educación sin recursos. Hoy se conservan algunos edificios junto a la imposibilidad o incapacidad de administrar los servicios.
Fue asiento y residencia del gobierno nacional, que hoy nunca se sabe dónde está, su jefe natural era nada menos que el Presidente de la Nación, en un país, que si algo está claro es que al presidente de los argentinos nadie se lo lleva por delante.
Es cierto, hay que reconocerlo, también se terminaron los Exmos. Señores Presidentes de la Nación Argentina.
Pasara lo que pasara había un responsable con nombre apellido y domicilio: Fulano de Tal, Balcarce 50, Capital Federal, alguien que no tenía nadie arriba para tirarle la pelota.
A un Intendente inútil o corrupto ningún presidente le tolera que administre su propio territorio, afuera y a otra cosa.
Los demagogos de turno colgados del reclamo por la inseguridad, quieren la Policía ¿para qué? Para hacer con ella el mismo descalabro que han hecho con todo lo que les quedó entre manos.
Tienen pendiente una fragmentación de la ciudad en comunas, un clásico de los irresponsables: Si un funcionario no sirve ponemos veinte igualmente incapaces. Para justificar el fracaso de recurrirá a “problemas de jurisdicción”, se crearan las correspondientes comisiones coordinadoras, se juntarán los pedacitos, “regionalizando las comunas”, región norte, centro, oeste y sur. En treinta años todo igual que al principio, pero no habrá ni villerío, la discusión será entre unitarios y federales!
Un verdadero viaje a los infiernos: de orgullo de los argentinos a vergüenza de los porteños.

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