enero 10, 2007

¿Que hora es?

Tenerlo bien en claro es una sabia decisión previa a cualquier otra. Todos los Señoríos no evitan que seamos vasallos del tiempo.
Es reiterativo: hay una hora para trabajar y otra para descansar; un tiempo para aprender y otro para hacer; uno para la siembra y otro para la cosecha. Es una ley suprema del orden natural que no es posible suspender, derogar o apelar, es un límite estricto, violarlo se paga con el fracaso y con la pérdida del tiempo de hacer lo que se debió haber hecho.
Es, a mi entender, el gran desafío que tenemos particularmente en este año los argentinos porque si nos equivocamos no se pierde una oportunidad, se pierde todo y no es tanto lo que nos queda. En una palabra: “fuimos”.
No podría criticarse a quienes empeñan tiempo y esfuerzo en preparar “equipos” que estudian y analizan los grandes problemas para darles solución, lo cuestionable es a partir de qué información hacen tales cálculos ¿Alguien, honestamente, cree una sola coma de índices y asientos contables? Escucho interminables exposiciones acerca del tipo de cambio conveniente y teorías económicas, todo un catálogo de rigideces, propio de especialistas que no ven más allá de sus especializadas narices. Una vez en ejecución el programa, aparecerán los parches para arreglar todos los desarreglos que provocó tapar un agujerito. Lo hemos visto y padecido tantas veces que recuerda al que se quema con leche, ve una vaca y llora.
Pareciera una verdad de Perogrullo: No son soluciones las que requiere la Nación, sino que la ordenen, que la devuelvan a sus carriles. Hace falta liberarla de protecciones y reglamentaciones, liberarla de tanto intelectual sabelotodo que jamás trabajó, vió un novillo o una planta de trigo. Parásitos consumidores que pretenden decidir cómo y cuándo se trabaja y se produce o se comercia, sin haber hecho nada, intoxicados por libros y teorías. Solucionamos con un parche o atando con alambre; ordenar es otra cosa, que por compleja se la deja para otros. Por ahora el parche, un poco de pegamento y a seguir remando.
En medicina hay un axioma sagrado: Primum non tangere (Primero no dañar), casi un perfecto y completo plan de gobierno ¡Que alejado de aquellos que primero tocan todo, sin saber como funciona, ni para que sirve!
O terminamos con los payadores y guitarreros de oído o ellos terminan con todo.
¿Pueden hacerse planes en base a los recursos que provengan del comercio exterior a 18 meses? Se los podrá estimar o suponer, términos que de por si descartan proyectos rígidos y acotados hasta el mínimo detalle. No parece muy sólido un Plan en base a estimaciones o subjetivas suposiciones, especialmente cuando no hay márgenes. Lo tengo por voluntarismo puro.
Desde hace años utilizamos en economía herramientas políticas, se parte del principio que la economía debe andar bien únicamente para financiar y permitir los planes de perpetuación y darle poder al que no lo consiguió en las urnas.
En todo el mundo sin excepciones los gobiernos son un “show bussines”: más que hacer importa mostrar, es el reino de afeites y maquillajes, de recursos sensibleros y golpes bajos, un estilo de enanos incapaces que no pudiendo ser tratan de parecer.
Es el abismo que separa a estadistas de tecnócratas y especialistas que son muy necesarios pero “a las ordenes de…” jamás como directores de orquesta. Cuando el cabo se erige en comandante en jefe pasa lo que le ocurrió a Alemania, militarmente digo. Zapatero a tus zapatos dicen desde antiguo.
Es el momento de comenzar a reconstruir y corregir errores piensan otros. Loable inquietud, tan estéril e ingenua como la otra según la veo. ¿Pueden corregir errores los mismos que los cometieron o participaron y toleraron su instalación? Parece que una candidatura les devuelve milagrosamente la visión, el criterio y el sentido común.
Dicen que el país está saliendo de aquella nefasta paridad cambiaria. Mentira, en el mejor de los casos estaremos donde estábamos, como el mundo siguió caminando el abismo que nos separa sigue siendo el mismo, si no es mayor.
Ni me lo contaron ni lo aprendí en los libros, lo vi y lo viví. Sucesivamente, los que tiraron honor, dignidad y principios a los perros por un “permiso de importación de un 0Km.” en los años 50, una graciosa donación a la Fundación de la abanderada de los humildes, para seguir haciendo sucios negocios y formaron la base de la dirigencia empresarial (industria flor de ceibo) de los “nuevos ricos” que depredó la Nación y lo siguen haciendo.
Una sociedad íntegra, sin distinción de niveles económicos o culturales. A unos no les alcanzaba el tiempo para hacer “tour de compras” al Brasil y Paraguay (los tiempos del déme dos) y con lo que traían para vender pagaban sus compras y el “miniturismo”. A otros para invertir en Miami o Brasil. Eran las épocas del proceso militar y la tablita de Martínez de Hoz. Vinieron la inflación, hiperinflación, el dólar 1 a 1, y siguió la fiesta, fenómeno económico nunca explicado, esos tiempos que hoy denostan y maldicen todos.
Tengo por cierto que es responsabilidad de muchos y no es la culpa de nadie, es culpa del sistema que todos aplauden; ministros de economía de presidentes que han renunciado a sus atributos de Jefes de Estado en ellos, para dedicarse tranquilamente a sus proyectos personales. –“Que el contador se ocupe de la caja”-
Hoy reclaman inversiones y capitales los mismos que se llevaron hasta las monedas del chanchito.
Seamos honestos no hay inocentes, varían las justificaciones, unos para hacer negocios, otros para salvar lo que tenían y los más para poder vivir en medio de un huracán inflacionario que reducía a 0 todo peso guardado por cinco minutos en el bolsillo. Hemos batido récords de ministros de economía, de planes y teorías, todas importadas y probadamente exitosas en otras partes, con una sola diferencia, en otras tierras estuvieron subordinadas a una autoridad política. En Argentina siempre atamos la política a la economía porque falta visión de estadistas, que son la antítesis del especialista y el ideólogo iluminado.
Lo ocurrido en las últimas fiestas, define el momento, dicen: “el país está mucho mejor, las ventas han superado todo lo esperable”, la típica respuesta fácil, “aumentaron las ventas” (el monto) por dos razones: 1) Se dispararon todos los precios, por falta de oferta y para hacer colchón frente a la hecatombe económica y social que asoma y 2) por esa reacción casi natural de aprovechar la última oportunidad ante el miedo que todos experimentan y nadie confiesa. Aquel antiguo principio, tan caro a los argentinos: “que se caiga el mundo, quien me quita lo bailado”.
¿Qué se puede reconstruir o apuntalar con semejante material? ¿Acaso de haber existido un “referéndum” no hubiesen ganado por el 99% de los votos, la convertibilidad, la disolución del parlamento y que se vayan todos?
En el otro extremo los que dicen: “hay que demoler todo”, es una terrible tentación sin duda, pero el trabajo es demasiado grande, hay demasiadas heridas abiertas. Que el trabajo sucio lo hagan los especialistas y los escombros los entierren.
¿ Que hora es?
Hora de resistir, de no seguir retrocediendo, de retrucar mentiras, de hablar y defender ideas. Hora de intolerancia con la mentira, sea quien sea que las propague. Hay que limpiar la casa de lenguaje e ideas pervertidas y vaciadas de contenido. Y esto no se hace con poses sino con actitudes firmes y constantes, mientras como pueblo no reconstruyamos los verdaderos valores seguiremos teniendo la dirigencia de mierda que tenemos, que cabalmente representa todas nuestras falencias.
Ningún hombre responsable y con un mínimo de dignidad personal, que los hay y muchos, teniendo casa, se acuesta en el chiquero para cambiarlo desde adentro. No es que sean tantos los corruptos e incapaces, es que están todos juntos donde hay poder; sea una villa miseria, un barrio o un despacho oficial.
No es novedad, lo saben y lo piensan todos, a dar la cara pues. No será un sector u otro el que pierda, acá perdemos todos, los que estamos y los que vendrán.Comenzó el año es buena hora para empezar, sin prisa ni pausa, se construye desde abajo hacia arriba.

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