No se ha implementado un control de precios, sino de ganancias.
El excelente precio internacional de los granos, esta otorgando una extraordinaria rentabilidad a los productores ,por eso se aumentan las retenciones a las exportaciones.
Son afirmaciones públicas, de los responsables de la economía argentina, en la última semana.
Si hay una opinión unánime de los especialistas, expuesta y publicada sobre el gobierno, es el reconocimiento a su exitosa gestión económica, salvo críticas formales. En el país de los ciegos, el tuerto es rey.
No hacen falta grandes conocimientos para que la lectura del primer párrafo despierte en la memoria el sonido de balalaikas, y el sabor del Vodka.
Ser revolucionario no obliga al ascetismo, para pasar hambre y frío están las masas del proletariado, si no fuera así para que le sirven pobres y menesterosos a los socialistas (son la carne de cañón, la escalera al poder, hay que mantenerles el resentimiento y el odio).
Gorbachov, Kruschev o Putin —avergonzados por los catastróficos resultados económicos de sus políticas socialistas— no se hubiesen animado a esas frases de la secretaría económica del “Komitern K”. El gobierno argentino lo hace sin empacho y lo proclama como un éxito, ante el silencio de la platea que sólo mira índices oficiales, además de su bolsillo y las barbas afeitadas de los vecinos supermercadistas.
¿Se trabaja por poner en marcha a la Nación y reordenar la política, la sociedad y la economía, o se prepara la desarticulación de lo poco que penosamente funciona, mientras se fogonean diferencias y resentimientos que serán el ariete final?
¿Quién le pone el cascabel al gato?
Piensan lo crédulos que con muchos deficiencias, nuestra economía es liberal, se respeta la propiedad privada. Se compra y vende todo, brotan espectaculares torres para viviendas que envidiarían en Paris, Londres o Madrid, en tanto colapsan todos los servicios, la producción y la industria que no este dirigida al lujo consumista.
¿Lloro o me río?
Las políticas sociales y económicas no se expresan con fórmulas matemáticas, se fundamentan con ideas, la contracara de las ciencias exactas.
Sin ser memoriosos todos conservamos alguna cicatriz de aquellos reiterados episodios en que pese a todos los expertos pronósticos estalló la olla a presión de sistemas mentirosos.
Aceptemos que por convicción o por inercia todos hemos estado en alguna fiesta, sabemos que terminan y como.
- Si señor tiene razón!, esto no es fiesta, pero en este pobre país que nos ha quedado, mientras no se caigan el techo y las paredes o haya fuego se considera que sigue la farra.
Quien tiene una opinión y puede expresarla, tiene lo suficiente para comenzar a echar del salón a los que se pasaron de roscas. Sin olvidar un rápido recuento: Superamos la época de potencia agropecuaria para pretender ser industriales, se desarraigó la modesta población rural para transformarla en miserables villeros; se desmanteló la industria y ni somos una cosa ni la otra. Se evaporaron terminales de autos, la industria pesada, alimenticia, aeronáutica, naval, punto para no llorar. Alternamos estatización, privatización y restatización. Agio y especulación, precios máximos “sugeridos y concertados” el último hallazgo es la coacción y el chantaje; todo para no olvidar, obra de gobiernos constitucionales democráticamente elegidos, en estado de derecho. ¿Como eran las dictaduras?
Yo se que no fui ¿usted tampoco? - ¿Yo señor? No señor –Pues entonces
¿ quien lo hizo?
-¿usted votó? - ¿yo señor? No señor- ¿Pues entonces quien voto?
- ¡El gran bonete!.........
No fue obra de la sinarquía internacional, ni del imperialismo norteamericano fue producto exclusivo de una sociedad cainita y ventajera. Que con el mismo entusiasmo que votó a Perón, Campora, Alfonsin, Menem y de la Rua, los maldijo y defenestro, golpeó las puertas de todos los cuarteles y acompañó delirante todos los pronunciamientos militares, para crucificarlos después.
Que los demagógicos populismos son culpables, no hay duda ¿Y que, de los prolijos pensadores y analistas? Unos por acción otros por omisión ¿Quién tira la primera piedra?
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