Días pasados se incendio una casa en donde funcionaba un taller de costura con el saldo de varios muertos, entre ellos menores. La existencia de estos talleres en donde los operarios trabajan y viven en condiciones no ya de esclavitud, sino de esclavos de minas y cuya mano de obra es de inmigrantes, es de sobra conocida por todos desde hace años. Son los que producen toda la “ropa de marca” que se comercializa en la calle en tenderetes o en ferias.
El nuevo jefe de gobierno de Bs. As, apareció de inmediato acompañado por todo su gabinete con una enorme cola de paja a “dar la cara y asumir responsabilidades” dijo. “Seremos inflexibles, vamos a terminar con esta explotación” ¿Por qué ahora?, ¿antes estaba bien? Por casualidad el mandamás estaba en la Patagonia.
De a poco comienza a sentirse ruido, cada vez más fuerte. Primero una piedrita, luego tres o cuatro, o se para o va a ser avalancha. Es un problema que no hay por donde tomarlo, a tal punto que hasta los mismos “victimizados” se opondrán al cierre de los tugurios en que viven y trabajan. El negocio mueve millones de pesos en la economía informal, la que no paga impuestos ni cargas sociales, plata dulce, esa que tanto gusta a los actuales funcionarios de todo nivel. Acá no se salva nadie ni los nacionales ni los municipales. Si se termina la explotación de los inmigrantes, se acaba el negocio y habrá que repatriarlos con lo que se abre otro frente para la avalancha; Paraguay, Bolivia y Perú.
Sin contar los vendedores callejeros, siempre listos para el conflicto y los miles de argentinos de todos los niveles que se visten y se calzan gracias a esta mafia de mercaderes.
Ya comenzaron a buscar culpables, la policía siempre a mano para cargar con los muertos, que ha cambio de “coimas” mira para otro lado ¿Qué función cumplen los inspectores municipales y la Dirección de Trabajo y la de Migraciones?
Si se corta el negocio y desaparece la falsa mercadería serán las lícitas empresas textiles las responsables de la inflación, en este país nunca faltan “chivos emisarios”.Veremos como sigue, basta que se mueva una ficha no prevista y esto no se para. Los de “Derechos humanos” perdieron el pié ya no saben cual es el discurso correcto. Insólitamente todos los responsables, como el ministro Fernández, acusan y amenazan. El sedimento de incredulidad que estos episodios van dejando llegará el día que les tape la boca. Por favor que sea rápido.
El nuevo jefe de gobierno de Bs. As, apareció de inmediato acompañado por todo su gabinete con una enorme cola de paja a “dar la cara y asumir responsabilidades” dijo. “Seremos inflexibles, vamos a terminar con esta explotación” ¿Por qué ahora?, ¿antes estaba bien? Por casualidad el mandamás estaba en la Patagonia.
De a poco comienza a sentirse ruido, cada vez más fuerte. Primero una piedrita, luego tres o cuatro, o se para o va a ser avalancha. Es un problema que no hay por donde tomarlo, a tal punto que hasta los mismos “victimizados” se opondrán al cierre de los tugurios en que viven y trabajan. El negocio mueve millones de pesos en la economía informal, la que no paga impuestos ni cargas sociales, plata dulce, esa que tanto gusta a los actuales funcionarios de todo nivel. Acá no se salva nadie ni los nacionales ni los municipales. Si se termina la explotación de los inmigrantes, se acaba el negocio y habrá que repatriarlos con lo que se abre otro frente para la avalancha; Paraguay, Bolivia y Perú.
Sin contar los vendedores callejeros, siempre listos para el conflicto y los miles de argentinos de todos los niveles que se visten y se calzan gracias a esta mafia de mercaderes.
Ya comenzaron a buscar culpables, la policía siempre a mano para cargar con los muertos, que ha cambio de “coimas” mira para otro lado ¿Qué función cumplen los inspectores municipales y la Dirección de Trabajo y la de Migraciones?
Si se corta el negocio y desaparece la falsa mercadería serán las lícitas empresas textiles las responsables de la inflación, en este país nunca faltan “chivos emisarios”.Veremos como sigue, basta que se mueva una ficha no prevista y esto no se para. Los de “Derechos humanos” perdieron el pié ya no saben cual es el discurso correcto. Insólitamente todos los responsables, como el ministro Fernández, acusan y amenazan. El sedimento de incredulidad que estos episodios van dejando llegará el día que les tape la boca. Por favor que sea rápido.
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