Es curiosa la génesis y desarrollo de este organismo. Como nadie tiene muy en claro su razón de ser, puedo hacer mi personal interpretación.
Lo veo nacer, en los papeles, como un gérmen de unión política y comercial regional. En la intencionalidad más que alianza o unión fue un pacto de “no agresión” comercial entre Argentina y Brasil, y en la practica no fue ni una cosa ni la otra. No pasó de “aguantadero” de funcionarios incómodos, “exilio V.I.P.”.
Uruguay y Paraguay, con todo el respeto que me merecen, están en el tratado por dos razones; ser linderos, y el hecho que estén dentro constituye una garantía de que ni Brasil ni Argentina traten de ponerlos bajo el ala. Operación que de puro ignorante acaba de intentar Chávez, revolviendo el avispero y consiguiendo, frente a un enemigo común, juntar el agua y el aceite.
Producimos las mismas cosas, los Brasileros creen ser los más grandes del mundo; los Argentinos no dudamos en que lo somos. En escasos dos siglos hemos agotado toda clase de agachadas y juego sucio.
El MERCOSUR carece de capacidad para resolver un conflicto sobre un río compartido y en cualquier momento el conflicto será el manejo de las represas que Brasil ha construido “en cadena” sobre los cursos superiores de Ríos que son comunes. Está demostrado que ni ha servido ni sirve, para resolver simples cuestiones bilaterales políticas o comerciales. Dejemos pues que termine de estirar la pata, antes que algún iluminado descubra que falta un “parlamento regional” que sancione leyes que obligue a los estados miembros. Lógicamente habrá que prever el “derecho a veto”.
Lo que comenzó siendo del sur, ahora lo descubrió Chávez. Una bandeja de plata a su medida para plantar la zarpa, y hasta el Evo Morales que anda declamando acerca de la “Gran Nación Sudamericana” no se va a quedar aparte habiendo gas de por medio. Es un mercado cercano e interesante para su coca, aunque haya que desplazar a colombianos y mejicanos. Dejen morir esta criatura mal parida antes que crezca y se vuelva peligrosa, para hacer la vida difícil cada uno de los socios se basta solo.
Lo veo nacer, en los papeles, como un gérmen de unión política y comercial regional. En la intencionalidad más que alianza o unión fue un pacto de “no agresión” comercial entre Argentina y Brasil, y en la practica no fue ni una cosa ni la otra. No pasó de “aguantadero” de funcionarios incómodos, “exilio V.I.P.”.
Uruguay y Paraguay, con todo el respeto que me merecen, están en el tratado por dos razones; ser linderos, y el hecho que estén dentro constituye una garantía de que ni Brasil ni Argentina traten de ponerlos bajo el ala. Operación que de puro ignorante acaba de intentar Chávez, revolviendo el avispero y consiguiendo, frente a un enemigo común, juntar el agua y el aceite.
Producimos las mismas cosas, los Brasileros creen ser los más grandes del mundo; los Argentinos no dudamos en que lo somos. En escasos dos siglos hemos agotado toda clase de agachadas y juego sucio.
El MERCOSUR carece de capacidad para resolver un conflicto sobre un río compartido y en cualquier momento el conflicto será el manejo de las represas que Brasil ha construido “en cadena” sobre los cursos superiores de Ríos que son comunes. Está demostrado que ni ha servido ni sirve, para resolver simples cuestiones bilaterales políticas o comerciales. Dejemos pues que termine de estirar la pata, antes que algún iluminado descubra que falta un “parlamento regional” que sancione leyes que obligue a los estados miembros. Lógicamente habrá que prever el “derecho a veto”.
Lo que comenzó siendo del sur, ahora lo descubrió Chávez. Una bandeja de plata a su medida para plantar la zarpa, y hasta el Evo Morales que anda declamando acerca de la “Gran Nación Sudamericana” no se va a quedar aparte habiendo gas de por medio. Es un mercado cercano e interesante para su coca, aunque haya que desplazar a colombianos y mejicanos. Dejen morir esta criatura mal parida antes que crezca y se vuelva peligrosa, para hacer la vida difícil cada uno de los socios se basta solo.
1 comentario:
Un aborto "made in Argentina"
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