mayo 05, 2005

¿Hay una revolución en la naturaleza?

En estos días observamos una cantidad de acontecimientos aislados, que si responden a una misma causa deberíamos preocuparnos.
En Alemania, cerca de Hamburgo recientemente se calcula que cerca de 100.000 sapos de arrojaron a un lago y se hincharon hasta estallar, no se pudo encontrar la causa.
Cada vez parecen ser más frecuentes los ataques de perros a sus dueños o personas conocidas, en esto cabe una disquisición, o los perros por alguna razón se han salido de quicio o los humanos les estamos condicionando el comportamiento. Nuestra conducta ha variado sin lugar a dudas. Antes, las peleas eran por lo general entre varones adultos, hoy las mujeres de cualquier edad exhiben una violencia casi mayor que los varones, la misma que todos los días es noticia en colegios, escuelas y hasta jardines de infantes. ¿Que está primero el huevo o la gallina?. Los perros están malos, nosotros los contagiamos, o “algo” nos está desmadrando a todos. Esta cuestión me la plantearon días pasados, personalmente y tengo perros, los veo igual que siempre. Me inclino más por pensar que somos nosotros, quizás sea solo con el tono de la voz o con los gestos, que los hacemos sentirse atacados y tienen una sola respuesta, defenderse o atacar a quien los agrede. Respuesta que en ocasiones es instantánea y en otras se va acumulando.
Mis perros son una maravilla, salvo claro esta, con los extraños. Solo se me retobaron unas pocas veces y siempre por la misma causa. Habían matado un gato y estaban de guardia con una pata sobre él exhibiendo el trofeo, al primer intento de ir a quitarles el gato muerto, me mostraron los dientes y punto, a buen entendedor... Siempre fueron muy territoriales y siempre se los respeté, lo mío es mío lo de ellos les pertenece, nunca hubo conflictos. Ellos no solo entienden órdenes concretas sino que perciben el tono, hasta he comprobado que son capaces de interpretar mis estados de ánimo y nunca se equivocan. Si me ven nervioso se van y me dejan solo, si me ven caído o preocupado se me pegan a donde estoy y no se mueven.
En síntesis no creo que sea al menos con los datos que dispongo un “problema de los perros”,o es nuestra actitud o hay algo que nos esta sacando a todos, y de esto también dudo, lo que se ha incrementado es la violencia no la agresividad, esta no es mala es necesaria, forma parte en mayor o menor medida de nuestro temperamento y carácter y la veo francamente en baja, o al menos en cambio, dada una progresiva masculinización del carácter femenino y una feminización del carácter masculino, con lo que la ecuación sigue en 0. La mujer cuando ejerce la violencia supera en ocasiones al hombre, pienso que es porque no siendo la agresividad propia de su carácter femenino, no tiene el habito ni la practica de manejar y regular la violencia.
Hay una cuestión a distinguir: agresividad y violencia no son lo mismo aunque se usen casi como sinónimos. Agresividad es la actitud, violencia es la forma en que se usan las herramientas para manifestarla.
Queda en pie la otra duda, y es, si hay algo que determina que tanto animales como humanos tengamos en forma imprevista estas reacciones desmedidas. Algo se ha hablado de ello: Explosiones solares, saturación del espacio por ondas electromagnéticas, cambios en el magnetismo terrestre a consecuencia de ellos o por otras causas, influencia de los aditamentos que para mejorar aspecto y conservación llevan casi todos los productos alimenticios, incluidos los de los animales etc. Creo que es muy posible que alguna influencia haya. Hay en esta cuestión otro hecho que hace rato me ha llamado la atención.
En estos episodios de violencia humana, particularmente cuando los involucrados son menores o estudiantes; si establecemos una relación entre frecuencia y cantidad de población, nos encontramos con la sorpresa que es mayor la incidencia en relación al universo local en pequeños centros de población que en las grandes urbes, donde seria mayor la influencia de la agresión ambiental o social como determinante de esas conductas. Véase sino donde ocurrieron esos episodios de gran violencia, matanza de estudiantes por sus compañeros etc. Tanto en Argentina como en otras partes. La violencia no es más que la utilización de los recursos de nuestros instintos más primitivos (conservación de la vida, de la especie, territorialidad etc.) cuando algo se les opone y no son moderados por la piedad el respeto o la misericordia o para decirlo de una, la educación o el barniz de civilizados que más o menos todos tenemos o teníamos y si es así, nos encontramos ante el retorno a la ley de la selva, primero yo, después y siempre yo, y si eso ocurre debemos concluir que lo que está en crisis es el principio de autoridad que es la razón de ser de la ley de la selva, o la ley del más fuerte y con menos escrúpulos; ya no hay padres, maestros, ley, ni siquiera Dios le ponga el nombre que quiera.
Hoy para cualquier imberbe que ni se sabe limpiar la cola, autoridad es sinónimo de dictadura, de fundamentalismo, de “fachismo”, es el ejercicio de la prepotencia de quienes niegan nuestro derecho a todo ¿O NO? La única autoridad que vale es la que sanciona las leyes que nos dan “patente de corso”. Ordenemos la cosa, porque de ideas sueltas ya son multitud. Dejo los sapos a los que sólo puedo comparar con los “suicidios” de ballenas en el caribe; no son todas que enloquecen sino una, la hembra que las guía, las otras repiten lo que ella hace y terminan todas muriendo varadas en las playas, andar en manada tiene sus ventajas pero esta es una de las contras.
Con respecto a los perros cada vez me afirmo más en la convicción que sus reacciones están determinadas por nuestras conductas, no se trata de haberles hecho algo o no. Un solo ejemplo: Salimos a la calle saturados de problemas en nuestra casa, en el trabajo, lo que se dice un mal día, y se nos cruza alguien que sin hacer ni decir nada se convierte en el destinatario de toda la carga que llevamos dentro. Con los perros creo que pasa lo mismo, yo no le hice nada, pero descargó en mi lo que hace rato viene soportando en su casa. Habrá tenido un “día de perros”.
Moraleja: Por cuenta de cada uno.-

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