La han derogado o prohibido pero condenan y castigan, a los que lo hicieron en el pasado y premian a los que lo hacen ahora.
El principio es el mismo, sea una ley la que ordena o un superior con legítima autoridad para hacerlo. Una orden no se discute se obedece, No es posible confundir orden con sugerencia o consejo así enseña un principio general de orden y disciplina con una excepción que lo confirma, cuando es contraria a la moral y los valores comunes. En ese caso quien ordena carece de autoridad y legitimidad para hacerlo por lo que faltando la autoridad no hay orden posible.
Por un lado se juzga al expresidente Videla jefe del Proceso de Reorganización Nacional y a cientos de sus jefes, oficiales y cadena de mandos que obedecieron; a unos por haber dado supuestas órdenes que nadie ha visto y a otros presuntamente por obedecerlas: un supuesto delito con muchos culpables seguros. El comandante en jefe y toda la cadena de mandos que la retransmite hasta llegar un supuesto ejecutor.
Curiosísimo concepto del derecho y la justicia, 10, 20 o más asesinos condenados como ejecutores de un solo desaparecido, que hoy puede estar en Suecia, Francia, España, en el Congreso o la Casa Rosada; en tanto los condenados al momento del presunto hecho estaban a cientos o miles de kilómetros de distancia.
Por el otro se amenaza con enjuiciar a los jueces, funcionarios y profesionales que desobedezcan lo ordenado por unas leyes contra natura.
Justicia de los derechos humanos le llaman a los que es arbitrariedad flagrante.
Como si no fuese bastante, importan terminología desacreditada para avergonzar a los que se amparan en ella: Objetores de conciencia les llaman. Un recurso de pacifistas y apátridas subversivos norteamericanos para no jurar la bandera, eludir la incorporación a las FFAA o no ir a la guerra. Esto no es casual ni una moda, es deliberado: quien defiende una posición dándole un nombre equivocado o utilizando un eufemismo caerá en la trampa de no poder sostenerla sin embarcarse en discusiones bizantinas partiendo de un sofisma.
Es resistencia civil en legítima defensa ante una imposición contra natura; sonará duro para los rosados pacifistas antihumanos, pero suena como debe, con todas sus letras. Debe repararse muy seriamente en ello porque vienen cuestiones mucho más graves.
Por si no sobrasen fundadas razones jurídicas para disponer la insanable nulidad de este circo de juicios y las condenas en base a falsos testigos, se encargan solos de escupir al cielo y reconocer la falsedad de sus teorías.
Me mantengo en mis trece, han pasado todos los límites de la justicia humana, dejemos la verdadera justicia en manos de las fieras que solo responden a su creador, será trabajo demasiado sucio. Los tiempos ya golpean la puerta. ¡Que se haga de una vez por todas! A los que tienen hambre y sed de justicia los están llamando a la mesa.
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