La búsqueda del bienestar….
Por Elena Valero Narváez
Nosotros rechazamos el Estado benefactor de carácter socialista, y la protección total y general del ciudadano, no solamente porque esta tutela, al parecer tan bien intencionada, crea unas dependencias tales que a la postre sólo produce súbditos, pero forzosamente tiene que matar la libre mentalidad del ciudadano, sino también porque esta especie de auto-enajenación, es decir, la renuncia a la responsabilidad humana, debe llevar, con la paralización de la voluntad individual de rendimiento, a un descenso del rendimiento económico del pueblo. Ludwig Erhard
Una nota del vicepresidente Julio Cobos, en La Nación titulada: “No debemos perder tiempo ni oportunidades” nos da una clara idea de cómo piensa uno de los candidatos a presidente.
Cobos se contenta -como muchos otros políticos argentinos- a enumerar los problemas que preocupan a todos: inseguridad, salud, inflación, entre otros. Dice lo que todos sabemos pero olvida decir por qué surgieron, y cómo se solucionan o morigeran. Muestra lo que harán los candidatos en la campaña electoral: no hablar del ajuste inevitable que deberá liderar quien asuma después de Kirchner. No se menciona porque implica un discurso antipático mostrar la realidad tal cual es y no como nos gustaría que fuese.
Lo que sí dice Cobos es que debemos encaminarnos hacia un verdadero Estado de Bienestar. Ello demuestra que no sabe cuales son las causas del atraso que sufre nuestro país y por qué no remonta vuelo como lo está haciendo Chile o cualquier país que ha dejado atrás, justamente, al Estado de Bienestar, para dar paso a una fortalecida sociedad civil.
Tiene razón el vicepresidente cuando expresa que la primera etapa del Congreso fue alentadora porque ha intentado fortalecer las Instituciones, pero, cree en las subvenciones y en el aumento a los jubilados sin una reforma del estado.
No se resuelven los problemas con un “verdadero Estado Benefactor” sino con un cambio de rumbo que se base en achicar el estado y fortalecer a la sociedad civil Para ello necesitamos inspirar confianza, dejar las políticas populistas de corto plazo, y crear condiciones que tienten a los inversores.
Fortalecerla es permitir que el proceso económico no sea resultado de las decisiones autoritarias del gobierno sino de los deseos y necesidades de los consumidores.
No deben fijarse los precios, éstos deben autoregularse de acuerdo a las elecciones de la gente y a la competencia de los empresarios por satisfacer la demanda a menor precio y mayor calidad de los bienes que producen.
Carlos Pagni muestra en una de sus últimas notas cómo sufre España por el amor que los españoles tienen al Estado que propicia el vicepresidente: se les da todo lo que piden pero el déficit fiscal alcanza el 11,2% del PBI, y se ha iniciado un ajuste que será muy difícil de digerir por la mayoría devota, como aquí, del estado de bienestar.
No es necesario que el gobierno que suceda a Cristina Kirchner piense en un plan de desarrollo para que la Argentina salga de su postración económica. Basta con que haya estabilidad monetaria, y que el gobierno tome decisiones políticas que reestablezcan la confianza. Que vengan inversiones depende más de ello que de medidas técnicas. Sin inversiones el deterioro económico irá en aumento como lo demuestra la crisis energética que sufrimos.
Debemos tener buen trato con los Organismos Internacionales como lo tienen los países que quieren acceder al crédito. La política kirchnerista nos desprestigió en el exterior y ahora pagamos las consecuencias.
La inflación no parece que será atacada por lo cual es probable que se llegue tarde o temprano a una devaluación. Lamentablemente los procesos inflacionarios traen trastornos políticos-sociales y se frenan con el sacrificio de los asalariados.
El próximo gobierno tendrá que equilibrar el presupuesto, eliminar la burocracia estatal y los controles, no emitir, dejar de lado la política nacionalista pasada de moda y la intromisión en la actividad productiva. Fomentar la actividad privada evita el despilfarro e ineficiencia que generalmente resultan cuando el estado toma a su cargo el reparto de la riqueza y distribuye mucho más de lo que económicamente es posible.
Si no se cambia de rumbo continuará la evasión de capitales, el aumento del costo de vida y la reducción de la actividad económica que nos llevara a vivir cada día peor como lo muestran los cortes de energía a los grandes usuarios y ahora a residenciales y pequeños comercios.
Una vez más, en Argentina, como tantas veces en el pasado, lo malo que vendrá es causa de un nacionalismo anacrónico y de un intervencionismo estatal que ya no se aplica en ningún país adelantado del mundo.
Finalmente, me pregunto: ¿ quedará algún político de fuste que piense en realizar un cambio de 180 grados al modelo kirchnerista, ahora que el matrimonio presidencial esta decidido -como lo ejemplifica el caso Macri- a terminar con quienes son bien vistos por la gente?
A los planes destructivos de Kirchner, adhiere la mayoría de los líderes opositores cuando no les toca sufrir la avalancha kirchnerista. El canibalismo político aplicado a sus competidores indica que le seguirán haciendo el juego a un gobierno que apuesta a atomizar a la oposición. Nos esperan tiempos difíciles!!
Elena Valero Narváez. Autora de “El Crepúsculo Argentino”. Ed. Lumiere.2006
evaleronarvaez@hotmail.com
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