Viene a cuento de la división y disgregación de España de la mano de Zapatero. Le llaman regionalismos, autonomías y supresión del idioma nacional reemplazado por el de los que se llaman indígenas originarios al camino de la secesión, promoción de la perversión moral y la igualdad al camino de la división y disolución social y abolición de Dios. Lo vivimos en nuestra tierra, no cuesta reconocerlo por más que haya un océano de por medio.
Casi como una certificación de una constante línea de opinión. Llego el tiempo y por la vía más impensada los nacionalismos y autonomismos con pretensiones soberanas recibieron un golpe mortal.
España fue, es y será Una, Grande y Libre, en sus diversidades porque ello es la quintaesencia de la hispanidad, dicho en sentido literal y real sin implicancias políticas.
Una sencilla selección de fútbol de jóvenes sin pretensiones de filósofos ni políticos, terminó de una simple patada a una pelota dentro del arco con todas las fantasías de los iluminados y cosechadores de votos a pura demagogia.
Una sencilla selección de fútbol de jóvenes sin pretensiones de filósofos ni políticos, terminó de una simple patada a una pelota dentro del arco con todas las fantasías de los iluminados y cosechadores de votos a pura demagogia.
España entera lo gritó ¡QUE VIVA ESPAÑA! Con una sola bandera y en el mismo idioma.
Todo dicho en castellano, sin mengua de idiomas y dialectos de entre casa.
Una lección brutal para todos los de allá, porque si no la aprenden vendrá otra, por aquello que la letra con sangre entra.
Una lección para todos los de acá, por aquello que cuando las barbas de tu vecino veas afeitar, pon las tuyas a remojar.
Pues que se haga; porque estoy sintiendo el silbido del azote y de los navajazos preliminares.
No se puede echar al Hijo de Dios, de la tierra y los pueblos adoptados por su Madre en El Pilar de Zaragoza y en Guadalupe.
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