octubre 26, 2007

El 28 ¿a quién hay que votar?

Si usted, amigo lector es parroquiano habitual de este mentidero, lo veo en un serio problema ¿a quien va a votar? En razón que para equivocarse nos bastamos solos, ni se lo digo, ni se lo sugiero; pero siendo un huésped y sentado a la mesa, hay que atenderlo -¡Mechita! Sírvale al señor lo de siempre, pero mejor y una de esas botellas que tengo escondidas para levantarle el espíritu, se lo ve marchito.
Desde hace tiempo se sabe en las mesas, que el resultado ya está puesto, no por decisión de la mayoría, sino por decisión política y el fraude ya se hizo. Todos los medios de comunicación, encuestadores, analistas y candidatos opositores al servicio del triunfo de la candidata, unos pagados en efectivo, otros con la sinecura, de poder seguir en el candelero como “referentes de algo” y finalmente los idiotas útiles, que van de voluntariosos sin recibir ni las gracias. Hacen méritos.
También se sabe en esta casa que “el hombre propone y Dios dispone”...
Si en verdad, no hay nada que elegir; lo razonable por una vez, sería votar por quien llene sus expectativas y convicciones, aunque sus posibilidades sean menos que nulas; dejando de lado el voto contra, el voto útil, inteligente o por el menos malo, porque ser menos, no quita dejar de ser malo.
Debe recordarse que se vota un presidente, diputados y senadores que debieran controlarlo y que en su nombre y representación harán toda clase de estropicios. En esta parte si, su voto vale. En éste sector de la papeleta su voto pesa, poco pero pesa, esa piara se compra y se vende al mejor postor, solo van a representar sus personales intereses y ambiciones. Para presidente el resultado está puesto ¿a qué hacerse problemas? Honestamente cree que cambia algo si llega por un 20% o 50% real o ficticio, si están legitimados por todos los partidos que voluntariamente van a la trampa, sin hacer el mínimo esfuerzo por ganar.
El argumento contra la abstención o el voto en blanco es real, porque la ley electoral es tan tramposa como todos los que se presentan sometiéndose a ella, para legitimar un triunfador que no es tal. No vote por otro, vote en positivo, al que le venga en gana, no lo que sugieren las encuestas, para no tirar el voto dicen.
Le cuento: En casi medio siglo mi voto siempre fue a la basura, nunca sufrí de stress, de depresión, angustia o cargos de conciencia por haberlo hecho, al contrario me dejó una gran tranquilidad y una fantástica libertad de opinión, con los amigos hay obligación, con los enemigos ni piedad. Sin ser maniqueo, como dicen ahora lo que nunca vieron un diccionario, rompí el cascarón en una de esas difíciles épocas bisagra, cuando se abren puertas tapiadas y entran en manada extraños desconocidos y se cierran otras que siempre estuvieron francas. Epoca de amigos o enemigos; el tiempo decanta; lima rebarbas y pone a cada uno en su lugar, amigos que no eran tales, y enemigos con atenuantes. Invariablemente los “menos malos” resultaron los peores y los que se llevaron los “votos inteligentes” demostraron que los votaron los más brutos e ignorantes.
Es una constante que lo tiene que pasar pasará, en esto no vale tirar la pelota a la tribuna y comprar tiempo. Se lo digo como médico y por propia experiencia; el tiempo no cura, siempre empeora, si hay que meter cuchillo, que sea ya y ahora.
De una vez por todas terminemos con el cuento de la “fiesta de la democracia” y que el pueblo elige en libertad; nunca ocurrió ni ocurrirá, porque es muy peligroso y hay que preservar el impío sistema. Lo sabían los griegos que parieron la criatura e inmediatamente la neutralizaron con “asociaciones y compañías” oradores sofistas o retóricos a sueldo, para controlar las asambleas, la opinión pública y enseñar a los pobres ignorantes que hay que pensar y hacer.
Por una vez, ¡sáquese el gusto en la vida! Como está haciendo con ése crianza que le convidé, para lamentarse siempre hay tiempo, “no hagamos la tortilla antes de romper los huevos” Esta vez va ha ser muy importante: abundante pimentón, cebolla, ajo, cantimpalo y chorizo colorado, unas gotitas de agua, para que no se seque y quede jugosa sin ser babosa, bien a la española, “comme il faut” para que no queden dudas.
Bon apetite


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