septiembre 21, 2006

Argentina, país seguro e inteligente

Argentina es pródiga en espías agrupados en servicios, agencias o “free lance”, todos al servicio del poder, sea colgados del presupuesto nacional o de la inagotable caja chica, generosamente nutrida por coimas, retornos, comisiones, peajes y todos los conocidos sistemas recaudatorios mafiosos.
El verdadero secreto de esta floreciente actividad es que está prohibida dentro del país, y lo prohibido atrae.
Al igual que en otras tierras donde la actividad tiene mucho mercado, no parece que la gran demanda este en relación a la cantidad de gente mala que hay que controlar sino a la necesidad de espiarse unos a otros, lo único que se comparte es la llamada “carne podrida”, para desacreditar y perjudicar al colega vecino. El verdadero objetivo de todos es conseguir una porción más grande de la torta del presupuesto o ingresar al activo y rentable mercado negro de la información, que permite suprimir molestos personajes sin los riesgos que “parezca un accidente”.
¡Que importante es tener las manos y la cola limpia y no guardar muertos en el ropero!
A nadie parece importar que esta actividad siempre tenga un cuello de botella, la información y su análisis e interpretación (inteligencia), deben necesariamente llegar, debiera ser su razón de ser, a los estratos ejecutivos del poder que se funda en ellas para la toma de decisiones. Si en la cima de la pirámide hay un tonto infradotado es problema de los electores y del partido.
Cuando el sistema se corrompe y todos lo saben porque se sirven de el como herramienta política, nadie cree en nada ni en nadie, o al menos desconfía de todo lo que se dice. Es el punto que aparecen las encuestas, unas reales para consumo interno y otras por encargo para desinformar, junto a las siempre activas usinas de rumores, escribas a sueldo y agentes encubiertos de críticos y opositores, muchos no cobran, trabajan para silenciar alguna “carpeta” que una rata de archivo desempolvó, es una redituable especialidad de los antiguos de la comunidad con buena memoria.
Si a raíz del estreno de una película que denuncia la inseguridad del tráfico aéreo se comienzan a tomar histéricamente decisiones alocadas e irresponsables acerca de cuestiones que nadie ignoraba ni trató de resolver, porque el negocio aéreo comercial da para todos, estamos en serios problemas.
Esta es la historia reciente y lo será en un prolongado futuro.
Las soluciones de los “incapaces” los que actúan solo para parecer.
Si algo causa problemas a la basura, después veremos como se reemplaza. Es un reiterado procedimiento en todo el mundo. Nunca se soluciona la causa del problema, se elimina al que hace ruido y la pone en evidencia.
Allá está Berlusconi, proponiendo cañonear las embarcaciones con ilegales. Rodríguez Zapatero y las alambradas de Melilla o pidiéndole a Europa toda la flota de “patrulleras oceánicas”. Menem suprimiendo el Servicio Militar por el asesinato de un conscripto. La seguridad internacional prohibiendo los equipajes de mano con pastas, gel o líquidos.
El tráfico aéreo y la seguridad en el aire y en tierra estaban bajo el control de la Fuerza Aérea desde 1966, absolutamente fuera de su actividad específica, otra solución “facilista” privilegiar el control a la responsabilidad y eficiencia.
Con motivo de una documentada denuncia cinematográfica se aparta a la FAA de esa actividad y listo, en dos voluntaristas años “estiman” tener capacitado el personal para reemplazarla, no hay más responsables, si pasa algo es consecuencia de la irresponsabilidad de los que estaban. Tal como si después de cada choque disolvemos la policía de tránsito. Casi risible si no estuviera en juego la vida de muchos que podemos ser cualquiera.
El suculento negocio de la radarización del espacio aéreo, motivo declarado del viaje de un alto funcionario de los EEUU hace un año quedó en nada, no cerró el “retorno” o fue mejor la oferta del narcotráfico para no hacerlo. No era problema de costosos equipos de última generación, sino de de equipos que al menos no se apaguen y dejen a controladores y pilotos ciegos.
A tal punto llegan los despropósitos, que he escuchado al director de la película de marras, piloto profesional retirado, relatar el caso comprobado que la tripulación de un vuelo de Lufthansa, vio pasar raudamente junto a su avión un misil, porque “alguien” olvido cerrar la zona al tráfico aéreo o comunicarlo a los pilotos sobre un campo de tiro de la Fuerza Aérea.
Hasta hoy nadie parece enterado de la verdadera carnicería que son nuestras rutas, incluso habiéndose denunciado públicamente que los chóferes de micros conducen masticando hojas de coca para mantenerse despiertos por el recargo de servicios en busca de reducir costos. Un dato no menor: rutas y empresas de transporte público existen gracias a los subsidios que graciosamente les da el secretario de transporte Jaime, el involucrado en todo tipo de denuncias y en el escándalo de las valijas con cocaína que viajaban solas a Barajas, funcionario bajo el que ha sido puesto el cuestionado tráfico comercial aéreo.
Quizás parezca anecdótico, pero es la pintura real de este nuevo país, lo escrito puede ser trasladado sin posibilidad de error a todos los ámbitos de la actividad.Vecinos, amigos, compatriotas que van y vienen de otras tierras, es posible conseguir y hasta los hacen por encargo, carabelas, drakkar y otras medios más seguros. En Argentina todavía hay buenos caballos para recorrerla, es más seguro y más barato que los combustibles que suele ser difícil conseguir.

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