agosto 17, 2007

¿Cómo funcionaba la Argentina?

Es una pregunta en tiempo pasado, que requiere poner un hito. Por aquello del redondeo, pongámoslo en la mitad del siglo XX, 1950; se pueden generosamente regalar siete años ante la proporción del desmadre, es una gentileza. Desde entonces se han sucedido gobiernos de todos los tonos y colores, presidentes hoy endiosados y otros malditos, que al contestar la pregunta del título sin quitarles ni agregarles títulos, que los tienen en exceso, se descubre que con sus virtudes y maldades no fueron los únicos responsables.

Graficando; un recurso que me seduce; en todos los órdenes de la actividad, se eliminaron o sacaron de quicio, puertas y ventanas porque molestaban, liberar el paso era la demanda, sin caer en cuenta que por algo estaban. La idiota “solución facilista” o la típica excusa del inútil cuando el trabajo o la obra resulta un fracaso: esta herramienta no sirve.

Murió un conscripto, hay que suprimir el Servicio militar. Con él se fueron para siempre, el único relevamiento sanitario de toda una generación año a año, que permitía formular e implementar políticas nacionales en salud pública con datos fehacientes y dar asistencia a todos, entre otros cientos de beneficios que los ignorantes desconocen. Los ferrocarriles dan pérdidas siderales, hay que eliminarlos y con ellos se fueron paradas, pueblos, ciudades, fuentes de trabajo indirectas y hasta el registro pluviométrico de todo el país. De la prepotencia de la Fraternidad y la Unión Ferroviaria a la de Moyano y la mafia del transporte público Puede seguirse hasta el infinito.

“Ocho” ministerios bastaban, hoy sumados ministerios, secretarías, subsecreterias, organismos autárquicos y dependencias menores, no hay un argentino que pueda decir cuantos suman, todos prolijamente replicados en cada provincia y municipio, por aquello del “federalismo” con su pléyade de funcionarios, asesores y comisiones, sin olvidar que se ha “privatizado, tercerizado y subcontratado” hasta el ordenanza que servía café. De un Estado eficiente a un máquina de impedir y corromper, sin responsables a la vista. Para solucionarlo vienen “nuevos equipos multidisciplinarios” de técnicos, expertos y diletantes para crear nuevas estructuras. Dédalo miraría con envidia esta portentosa creación que reduce su “laberinto” a un juego de infantes.
El mundo es más complejo, se puede alegar; es cierto y también lo es que los recursos de la técnica, el transporte y la comunicación han otorgado mayores y mejores herramientas para enfrentar el cambio que los inconvenientes que significan las complejidades.

No se de un solo postulante a acceder al gobierno, cuyos “equipos” trabajen en informarse porque antes se podía, con éxitos y fracasos hacer grande a la Nación y ahora es imposible o dediquen un día a informarse como se hacía, con lápiz y papel y contando con los dedos. Afirmar que es una cuestión de educación o de clientelismo político en los funcionarios, es reducir la cuestión a una consigna.
No existía la comunicación ni la información en tiempo real, no había procesadoras, Internet ni telefonía móvil, la fija era casi un lujo y por demás deficiente.- ¿operadora, que demora hay a Rosario? – 4 horas. ¬¬¬A sentarse y juntar orina. Por cierto que el día sigue teniendo 24 hs. no se modificaron las vacaciones de verano e invierno, Semana Santa y sábado ingles. Las distancias son las mismas, el recorrerlas demanda solo una fracción del tiempo anterior. Hoy es posible viajar después de tres días de lluvia, antes únicamente con cadenas, buenas cuartas, botas, pala y mucha suerte.
Este es el resultado de una cultura de “hacedores” imbuidos de una temible soberbia que parte de la convicción que todo se hizo mal, ignorando para que y porque se hizo de una manera y no de otra. Por una gracia divina llegaron ellos para tirar lo que no sirve y hacerlo bien.

Sabían lo que hacían en el 53 cuando pusieron una sola condición para acceder a cargos públicos: idoneidad. Si hoy se modificara ese artículo se sancionarían no menos de cinco con 20 incisos cada uno, para dar lugar a miles de planteos de inconstitucionalidad porque discriminan a este o al otro.
“El organigrama” manda y condiciona; hay que justificar el cargo, el acumular funciones es requisito para ser imprescindible, multiplicar trámites, firmas y convertir el “fluxograma” de las documentaciones en un laberinto infinito, garantiza que nadie pueda entender el despropósito. Control es palabra soberana, que asegura eficiencia y transparencia, Resultados a la vista. Si hay errores es culpa del sistema. Nadie se priva sin ruborizarse de afirmarlo.
Hipotéticamente suprimidas las designaciones a dedo o de favor, persiste el “currículum” de títulos y antecedentes inconsistentes. ¿Quién puede competir con un “gerente o analista estratégico”, que han desarrollado un argot para dejar fuera a los advenedizos? Las mafias, sobreviven desde hace milenios, porque siempre tienen un “cueva” para resistir los malos tiempos. Paradójicamente no es obra de una noble aristocracia para excluir al pueblo, sino de los igualitarios populistas que han devaluado el conocimiento, antecedentes e idoneidad a la categoría de prontuario.

Suponer que un cambio de figuritas o incluso de estilos soluciona el problema, entiendo que no pasa de una ingenuidad suicida. Es una negra y negativa visión, se dirá y es cierto; si gusta puedo perfumarla y pintarla de colores, la desilusión y el fracaso es el resultado, le arriendo la ganancia.

Presumir que todo lo que tenemos es obra exclusiva de un par de generaciones iluminadas o de miles de inmigrantes sin otro recurso que su voluntad y dos brazos y no demandó más de 50 años o lo que perdimos es imputable solo a un par de canallas, es una simpleza propia de idiotas; esas generaciones y esos hombres y mujeres, fueron producto de muchas otras, que les marcaron el camino del esfuerzo y la constancia, una ruta distinta de los trepadores, que enarbolan éxitos y famas explosivas, que hoy se erigen como iconos y modelos.

No se hizo un país de la nada, existía una organización, leyes, tradiciones, usos y costumbres consuetudinarias. El ruido de los cambios en el mundo obligaron a despertar de la siesta, los refugiados de masacres ajenas inyectaron sangre nueva, culturalmente semejante, de cientos de pueblos, tan simples y pobres como éramos nosotros, pero depositarios de una cultura compartida. Las grandes mentiras de la historia, pueden anotarse en lugar destacado entre los responsables de este fracaso que padecemos junto a los importadores de espejitos de colores y sus modernos seguidores.

No hay derechos sin obligaciones, al que quiera celeste que le cueste y el que rompe paga. Una verdadera y sintética plataforma para la reconstrucción nacional, sin estas tres patas, lo demás son palabras huecas y necias.

Para que la Nación pueda volver a moverse, no hacen falta nuevos motores legales, sino limpiar el camino de trampas y basura.

Aunque no hable ni se mueva: ¡Argentina está viva, estúpidos!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy cierto, sobran leyes, soberbia y hacedores, falta conocimiento y sentido común. Lo felicito