Esto si es para imitar.
Concluido el largo proceso electoral en Francia el título del artículo es el sedimento que me queda. Profundo y trascendente, como todo lo que ocurre en Francia, aún cuando de momento no se lo vea o comprenda.
Enterrar los muertos es mucho más que una piadosa costumbre, es aceptar el fin de un período a partir del cual recién se puede iniciar otro. Es necesario para la salud pública y la salud mental de los pueblos.
Poco importa si triunfó la derecha o la izquierda, denominaciones ya de por sí engañosas, la realidad dice que unos sobrevivieron y otros fueron sepultados. Mayoría absoluta en el Legislativo, no tiene otra definición. Si esperaban más, es una simple “chicana” para disimular que las extremas derecha e izquierda desaparecieron y el socialismo quedó en terapia intensiva.
Tampoco es para descorchar Champagne, a rey muerto, rey puesto; en muchos elegantes salones de Paris estarán brindando al grito de ¡Viva el rey! Perdón ¡Viva el nuevo socialismo! O como demonios lo llamen.
Me resultan curiosos y casi indescifrables los movimientos de opinión en Francia, es lógico, hay que ser, pensar y hablar en francés para entenderlos.
Después de decapitar sus reyes, enterraron el terror coronando un emperador; un corso italiano para resucitar el honor y las viejas glorias de Francia, hoy entierran un socialismo que prácticamente extinguió la presencia de Francia en el mundo, para reemplazarlo por un francés de origen húngaro que le devuelva el prestigio a Francia.
Tengo pocas dudas acerca de que el avasallador triunfo de Nicolas Sarkozy es solo el preludio de una arrolladora presencia de los francos en el mundo. Restaurar el honor, el nombre y la gloria era la demanda. Maduró el tiempo y brotó el hombre, para bien o para mal, el tiempo se lo dirá a los que coman la pintona fruta.
Si en vez de “pensar” tanto como quiere nuestro Ministro de Educación, comenzáramos a entender ejemplos y mensajes, aprenderíamos a enterrar los muertos, en lugar de ponerlos por un tiempo en el congelador.
De haber tenido tan higiénica costumbre, que puro y limpio sería nuestro aire y cuantas malignas pestes hubiésemos evitado.
Concluido el largo proceso electoral en Francia el título del artículo es el sedimento que me queda. Profundo y trascendente, como todo lo que ocurre en Francia, aún cuando de momento no se lo vea o comprenda.
Enterrar los muertos es mucho más que una piadosa costumbre, es aceptar el fin de un período a partir del cual recién se puede iniciar otro. Es necesario para la salud pública y la salud mental de los pueblos.
Poco importa si triunfó la derecha o la izquierda, denominaciones ya de por sí engañosas, la realidad dice que unos sobrevivieron y otros fueron sepultados. Mayoría absoluta en el Legislativo, no tiene otra definición. Si esperaban más, es una simple “chicana” para disimular que las extremas derecha e izquierda desaparecieron y el socialismo quedó en terapia intensiva.
Tampoco es para descorchar Champagne, a rey muerto, rey puesto; en muchos elegantes salones de Paris estarán brindando al grito de ¡Viva el rey! Perdón ¡Viva el nuevo socialismo! O como demonios lo llamen.
Me resultan curiosos y casi indescifrables los movimientos de opinión en Francia, es lógico, hay que ser, pensar y hablar en francés para entenderlos.
Después de decapitar sus reyes, enterraron el terror coronando un emperador; un corso italiano para resucitar el honor y las viejas glorias de Francia, hoy entierran un socialismo que prácticamente extinguió la presencia de Francia en el mundo, para reemplazarlo por un francés de origen húngaro que le devuelva el prestigio a Francia.
Tengo pocas dudas acerca de que el avasallador triunfo de Nicolas Sarkozy es solo el preludio de una arrolladora presencia de los francos en el mundo. Restaurar el honor, el nombre y la gloria era la demanda. Maduró el tiempo y brotó el hombre, para bien o para mal, el tiempo se lo dirá a los que coman la pintona fruta.
Si en vez de “pensar” tanto como quiere nuestro Ministro de Educación, comenzáramos a entender ejemplos y mensajes, aprenderíamos a enterrar los muertos, en lugar de ponerlos por un tiempo en el congelador.
De haber tenido tan higiénica costumbre, que puro y limpio sería nuestro aire y cuantas malignas pestes hubiésemos evitado.
1 comentario:
Los cadáveres políticos que han comenzado a salir a luz desde el triunfo del Pro le dan la razón a una precisa y excelente opinión.
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