junio 29, 2007

Analizando un análisis



Cuando se planifica o legisla a partir de una falsa o distorsionada realidad se puede llegar a conclusiones que asombran y concluyen agravando aquello que pretenden corregir. Es un hecho que reiteradamente me llama la atención. Que la estupidez humana no tiene límites, no termina de conformarme como explicación.
La lectura de la información cuyo link, encabeza el artículo, me ofrece la punta del ovillo para desenredar la madeja.
El derroche de terminología técnica que se hace, no permite ocultar que se adeuda una importante y árida materia: estadísticas y que en estadística no se pueden sumar como si fueran lo mismo, tomates y perejiles.
Decir que en 4000 accidentes estuvieron involucrados un 50% de autos, un 23% de camiones y un 3% de micros, es una irresponsabilidad, en tanto y en cuanto se deje librado al entendimiento del lector el exacto significado que dan los autores al término “involucrado”.
Es además un dato que carece de significación, si no se registra o se ignora cuantos autos, camiones y micros circulan por ese mismo lugar en una determinada unidad de tiempo. Opinión que se hace extensiva al color de los vehículos, horario de los accidentes, días de la semana etc.
Si es grave la falla en lo técnico o científico, mucho mayor es la falta de sentido común y mínima experiencia en la materia.
Pareciera que en nuestro país, el solo hecho de resultar víctima o “involucrarse” en el estudio y solución de un problema, otorga conocimientos de “especialista”.
Por una simple razón de almanaque, he acumulado en mi vida más horas de conducción en calles urbanas y rutas, que cualquiera de los que hicieron el informe, que desconocen algo que todo el que viaje con frecuencia sabe. En una gran proporción de los accidentes, especialmente en rutas, el causante no resulta incluido en el mismo, provoca el estropicio y sigue viaje indemne, en general sin enterarse de lo que ocurrió atrás. Suelen estar apurados para distraerse en problemas ajenos.
Incluyo al que pasa como una saeta zigzagueante, al tonto de capirote que entra o sale de una ruta como si fuese un camino interno de su casa o al “dominguero” con el auto abarrotado de parientes que va de paseo en una ruta a 40 km/hs.
Por razones profesionales he debido dictaminar como perito médico oficial y como asesor de compañías de seguro en incontables ocasiones sobre accidentes de tránsito, teniendo como único dato objetivo las lesiones de las víctimas y el informe de la Policía, nunca fiable, por carencia de recursos técnicos, falta de capacitación del personal o demoras que permiten el accionar de voluntariosos y comedidos que depredan y contaminan “el lugar del hecho”.
Reunir información en estas condiciones para extraer conclusiones, si no se tiene una considerable experiencia y conocimiento para relacionar datos y reconstruir un hecho con un mínimo de objetividad y certeza es, cuando menos una irresponsabilidad.
Los accidentes de tránsito son una pandemia mundial, si la cuestión fuese tan sencilla, se hubiese detenido su ascendente incidencia o se hubiese comenzado a revertirla. La cuestión roza tres grandes negocios: Seguros, la industria automovilística y la construcción vial, capaces de esterilizar cualquier iniciativa por las sagradas razones de mercado: costos y competencia.
En el momento que una “investigación” de estas características, cae en manos de un legislador o alguno de sus asesores necesitado de prensa, aparece la ley y solucionado el problema. Todo parecido con la realidad es meramente fortuito.
La seguridad en sus distintos aspectos y la salud, son los dos manantiales dónde abrevan todos los charlatanes y mercaderes de fantasías.
Salud y seguridad han sido el habitat natural de toda mi vida.
Por informes pseudo-científicos como este, en Murcia se liberan en el Mediterráneo tortugas bobas para que se coman las medusas o se proyecta importarlas masivamente del golfo de Guinea, sin averiguar que se va hacer con las “bobas” cuando protegidas y sobrealimentadas se vuelvan gigantes y se reproduzcan sin medida; la misma historia de las medusas.
Si algo repugna a la seguridad y a la salud; cosas distintas y sin embargo hermanas gemelas cuyo objeto es impedir que se rompa un equilibrio y restablecerlo; es la improvisación y la charlatanería. Un médico charlatán o improvisado es más peligroso que la más patógena de las bacterias, al igual que un conductor borracho, un violador o un asesino es casi inocuo en comparación a un especialista que aprendió seguridad por ósmosis.
Ambas disciplinas se maman en la primera línea de la realidad: la cama del enfermo, la calle y el lugar del hecho. La interacción de cientos de factores que intervienen en la inseguridad y la enfermedad, exigen mucho respeto y prudencia en el trato cuando se pretende actuar sobre uno de ellos.
Como he citado otras veces no es casual el antiguo aforismo médico: Primum non tangere (primero no dañar)
CONTROLES DE ALCOHOLEMIA "A diferencia del sistema actual, donde pasan horas entre el choque y el test de control del alcohol de la sangre, a partir del lunes la prueba será inmediata y en el lugar del accidente".
El resultado influirá directamente en una posible causa penal y podría determinar que la aseguradora no se haga cargo de los daños.Ver link al pié.
Es el reconocimiento oficial de lo expuesto: ¿Qué valor tiene toda estadística actual, acerca de conductores alcoholizados?
El resultado práctico que puedo adelantar de la iniciativa, es un formidable estímulo a la industria del juicio, a partir del cuestionamiento del rigor científico de las determinaciones y la idoneidad de quienes la efectúan. Como se ve, a la hora de legislar y reglamentar la estupidez humana no tiene límites
Finalmente, si para muestra basta un botón acá se lo presento, no lo conozco por dimes y diretes, sino como testigo calificado de lo que digo.
En la ciudad de Posadas, capital de la provincia de Misiones, donde resido desde hace 27 años; Abogados dedicados a demandar, “tarjeteros” en Bs.As. tienen en sus autos y estudios, radios sintonizadas en la frecuencia de la Policía y los servicios médicos de emergencia, por lo que llegan al lugar del hecho mucho antes que las autoridades y médicos, para “capturar clientes” y asesorar acerca de que hay que decir, ordenar “el hecho” y reclutar testigos, en función de la demanda. No tengo dudas que si esto ocurre a la vista y conocimiento de todos en una capital periférica, la “organización en grandes ciudades” alcanza proporciones pasmosas. Al pié una información actual que pone en evidencia el excelente negocio de los estas aves de rapiña doctoradas.
Es solo un dato que revela que en Argentina, en general toda estadística por muy profesional que sea, se levanta a partir de información expresamente adulterada o datos asentados con irresponsable ligereza.Un consejo: Deje trabajar a técnicos, especialistas y legisladores, los que no saben nada también de algo tienen que vivir. Recuerde simplemente que del otro lado de la puerta de su casa rige la ley de la selva, proteja a otros y cuídese, de usted nadie se ocupa. Los que siempre mienten solo engañan a los tontos.

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