Es la presencia permanente de la fuerzas de choque oficiales con cobertura de protestas sociales, en las calles y rutas intimidando a la población. Son las declaraciones de los miembros de poder ejecutivo sin excepción; los desmanes en los espectáculos deportivos, el vergonzoso sainete que brindan diariamente magistrados y funcionarios judiciales, la manipulación de índices y estadísticas, la institucionalización oficial del chantaje y la amenaza como recurso habitual de negociación.
Es violencia física a las personas; violencia a sus creencias educación y costumbres, a su inteligencia y cultura. Vía libre a toda idea o novedad disolvente de las tradiciones y férrea censura o descalificación a quien se oponga. Tergiversación oficial de la historia. Reemplazo de la justicia por la venganza.
Cuando se le agrega la impunidad oficialmente consentida se convierte en TERRORISMO DE ESTADO, al ser una herramienta política para imponer por la fuerza o el temor un pensamiento oficial y demoler todo aquello que se le oponga.
Entrar en detalle de estos hechos es ocioso, para quienes los padecemos es el pan de cada día, para quienes lo ven de afuera es anecdótico, el dolor se sufre en carne propia.
En tanto esto ocurre aquí y ahora, en un año electoral los “autocandidatos” especulan dónde miden mejor en las estadísticas, para decidir a que y dónde se postulan, de acuerdo a quien tengan que enfrentarse. Recorren “zonas humildes” en una exhibición de populismo barato, que desnuda su verdadero pensamiento: el absoluto desprecio por la opinión pública, ofendiendo con su demagogia a los pobres y a los que no lo son, un soberano desprecio a la inteligencia de todos.
En tanto y a la vista se disuelve la Nación, que no es el amontonamiento de personas en un territorio, ni sus instituciones; es anterior y está por encima de ellas; es la comunión de valores de un pueblo: creencias, usos y costumbres, idioma e historia aún con todas las diferencias, enfrentamientos y rencores.
Sigue el pan y circo, para que todos miren el espectáculo, para que no sumen lo que pasa; siempre un chivo emisario: barras bravas, piqueteros, FMI, OMC, multinacionales, prensa, oposición, derechos humanos, juicios de escándalo, ambientalismo, elecciones mensuales etc.
En todos los órdenes se ha pasado a la espontánea acción directa, conviven la anarquía, la dictadura y la inexistencia del estado (un verdadero milagro argentino) consecuencia de años de magisterio sobre derechos gratuitos sin obligaciones, de haberse enseñado y entronizado que el orden, el respeto por la libertad ajena, que es el respeto por la propia y los límites, son valores negativos que deben ser erradicados.
¿Un país sin cabeza, no hay un responsable?
Hay uno sólo, con nombre y apellido y que cobra por serlo el sueldo de presidente, al que siempre se oculta tras el “chivo” y miles de cómplices, unos a sueldo y otros por la “prudente comodidad” de mirar para otro lado y proteger sus intereses personales.
¿Qué hay que hacer? Primero saber en dónde se está parado y después proceder en consecuencia. Callar, tolerar, disimular, aceptar, repetir consignas y frases hechas, entretenerse corriendo al “chivo emisario” o jugando con “la noticia del momento” son formas de complicidad.
¿Se tiene conciencia, que en este estado de disolución social, no será posible reemplazar a los depredadores y gobernar para el bien común sin recurrir a procedimientos extraordinarios, que excluyen radicalmente los contenidos del discurso “institucional” basados en un concepto perverso de la democracia?
Cuando por dolo o desidia la gangrena avanza, el único recurso es una generosa amputación, no valen antibióticos ni aspirinas. Es un concepto médico, pero valido para tratar una sociedad enferma.
Que no se vean médicos honestos, no es argumento para “tirar la toalla”, ha llegado la hora para todos, de asumir obligaciones con la propia casa y con la Patria que es la casa de todos. Es el tiempo de un enérgico y permanente “non placet”
Por este camino vamos:
Es violencia física a las personas; violencia a sus creencias educación y costumbres, a su inteligencia y cultura. Vía libre a toda idea o novedad disolvente de las tradiciones y férrea censura o descalificación a quien se oponga. Tergiversación oficial de la historia. Reemplazo de la justicia por la venganza.
Cuando se le agrega la impunidad oficialmente consentida se convierte en TERRORISMO DE ESTADO, al ser una herramienta política para imponer por la fuerza o el temor un pensamiento oficial y demoler todo aquello que se le oponga.
Entrar en detalle de estos hechos es ocioso, para quienes los padecemos es el pan de cada día, para quienes lo ven de afuera es anecdótico, el dolor se sufre en carne propia.
En tanto esto ocurre aquí y ahora, en un año electoral los “autocandidatos” especulan dónde miden mejor en las estadísticas, para decidir a que y dónde se postulan, de acuerdo a quien tengan que enfrentarse. Recorren “zonas humildes” en una exhibición de populismo barato, que desnuda su verdadero pensamiento: el absoluto desprecio por la opinión pública, ofendiendo con su demagogia a los pobres y a los que no lo son, un soberano desprecio a la inteligencia de todos.
En tanto y a la vista se disuelve la Nación, que no es el amontonamiento de personas en un territorio, ni sus instituciones; es anterior y está por encima de ellas; es la comunión de valores de un pueblo: creencias, usos y costumbres, idioma e historia aún con todas las diferencias, enfrentamientos y rencores.
Sigue el pan y circo, para que todos miren el espectáculo, para que no sumen lo que pasa; siempre un chivo emisario: barras bravas, piqueteros, FMI, OMC, multinacionales, prensa, oposición, derechos humanos, juicios de escándalo, ambientalismo, elecciones mensuales etc.
En todos los órdenes se ha pasado a la espontánea acción directa, conviven la anarquía, la dictadura y la inexistencia del estado (un verdadero milagro argentino) consecuencia de años de magisterio sobre derechos gratuitos sin obligaciones, de haberse enseñado y entronizado que el orden, el respeto por la libertad ajena, que es el respeto por la propia y los límites, son valores negativos que deben ser erradicados.
¿Un país sin cabeza, no hay un responsable?
Hay uno sólo, con nombre y apellido y que cobra por serlo el sueldo de presidente, al que siempre se oculta tras el “chivo” y miles de cómplices, unos a sueldo y otros por la “prudente comodidad” de mirar para otro lado y proteger sus intereses personales.
¿Qué hay que hacer? Primero saber en dónde se está parado y después proceder en consecuencia. Callar, tolerar, disimular, aceptar, repetir consignas y frases hechas, entretenerse corriendo al “chivo emisario” o jugando con “la noticia del momento” son formas de complicidad.
¿Se tiene conciencia, que en este estado de disolución social, no será posible reemplazar a los depredadores y gobernar para el bien común sin recurrir a procedimientos extraordinarios, que excluyen radicalmente los contenidos del discurso “institucional” basados en un concepto perverso de la democracia?
Cuando por dolo o desidia la gangrena avanza, el único recurso es una generosa amputación, no valen antibióticos ni aspirinas. Es un concepto médico, pero valido para tratar una sociedad enferma.
Que no se vean médicos honestos, no es argumento para “tirar la toalla”, ha llegado la hora para todos, de asumir obligaciones con la propia casa y con la Patria que es la casa de todos. Es el tiempo de un enérgico y permanente “non placet”
Por este camino vamos:
2 comentarios:
Su nivel de excelencia, reduce a su verdadero tamaño de enanos a tantos columnistas y analistas, que derrochan papal y aire sembrando estupideces.
Son los males de nuestro tiempo y están en todos los sitios y en todas las sociedades: nos hemos globalizado para lo malo y lo bueno ¿en qué época fueron mejor las cosas? Toda esa miseria la arrastramos como especie. Sólo me consuela que, de vez en cuando, surge algún ser diferente y es el único consuelo que nos queda: lo que esos seres humanos son capaces de calar en nuestra sociedades.
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