Textualmente es la que habla nuestra madre y en la que comenzamos a balbucear nuestras primeras palabras. Por extensión es el idioma en que nos entendemos todos los que tenemos una madre o un origen común, gens o nuestra gente.
Unos acuchillando las palabras como dicen que hacen los bizkaínos, otros cantando como hacen los Mejicanos o los cordobeses, otros marcando las “Z” o las “S”. Los hay que pronuncian “lluvia”, “yuvia” o “liuvia”, diversas sonoridades para la misma palabra pero lo trascendente es que todos entendemos y nos entienden. A poco que se lo piense es bueno, muy bueno que así sea y sobre todo que lo siga siendo. Tiene, a no dudarlo, su sabor y su gusto escuchar y saber de dónde es cada uno y no ese insípido “castellano neutro” sin sabor sin olor y sin color.
Me decían hace poco que quien tiene en su lenguaje nombre para solo dos colores, no ve ni conoce los otros. De allí que los que sólo tienen un pobre bagaje de palabras, no solo son pobres en conocimientos sino ciegos, por lo que no pueden tener compresión de los textos que no ven. Es duro si además de ser pobre se es ciego. Cuando se pierde una palabra se pierde una idea, se pueden tomar prestados términos de otro idioma cuando no los hay en el propio, y en esto que el castellano es maestro, por esa universalidad que es casi la esencia de Hispania sin contar sus regionalismos; árabes, godos, fenicios, judíos, francos, itálicos etc. Todas las lenguas de América dejaron su marca en nuestra idioma. Una cosa es adoptar por el uso una palabra para designar algo que no había y muy otra es cambiarle el nombre a lo que ya lo tenía. Cuando se extendió el juego ingles llamado “Football” que hoy ya es fútbol o balompié, el juez se llamaba “refferi” en ingles y hoy ya es unánimente “árbitro”, sin que nadie lo ordenara que es lo correcto en nuestra lengua porque tiene un significado, refferi en castellano no significa nada y en cambio árbitro lo entendemos todos, los que practican el juego y los que no lo conocen.
Unos acuchillando las palabras como dicen que hacen los bizkaínos, otros cantando como hacen los Mejicanos o los cordobeses, otros marcando las “Z” o las “S”. Los hay que pronuncian “lluvia”, “yuvia” o “liuvia”, diversas sonoridades para la misma palabra pero lo trascendente es que todos entendemos y nos entienden. A poco que se lo piense es bueno, muy bueno que así sea y sobre todo que lo siga siendo. Tiene, a no dudarlo, su sabor y su gusto escuchar y saber de dónde es cada uno y no ese insípido “castellano neutro” sin sabor sin olor y sin color.
Me decían hace poco que quien tiene en su lenguaje nombre para solo dos colores, no ve ni conoce los otros. De allí que los que sólo tienen un pobre bagaje de palabras, no solo son pobres en conocimientos sino ciegos, por lo que no pueden tener compresión de los textos que no ven. Es duro si además de ser pobre se es ciego. Cuando se pierde una palabra se pierde una idea, se pueden tomar prestados términos de otro idioma cuando no los hay en el propio, y en esto que el castellano es maestro, por esa universalidad que es casi la esencia de Hispania sin contar sus regionalismos; árabes, godos, fenicios, judíos, francos, itálicos etc. Todas las lenguas de América dejaron su marca en nuestra idioma. Una cosa es adoptar por el uso una palabra para designar algo que no había y muy otra es cambiarle el nombre a lo que ya lo tenía. Cuando se extendió el juego ingles llamado “Football” que hoy ya es fútbol o balompié, el juez se llamaba “refferi” en ingles y hoy ya es unánimente “árbitro”, sin que nadie lo ordenara que es lo correcto en nuestra lengua porque tiene un significado, refferi en castellano no significa nada y en cambio árbitro lo entendemos todos, los que practican el juego y los que no lo conocen.
¿Por qué “delet”? si tenemos borrar todos sabemos que es. Flaco favor le hacen al ingles y al castellano. Mi teclado pese a ser chino cambió el “delet” por “supr” de suprimir, los chinos saben que tienen que vender y no se puede vender algo que no se sabe para que es o como funciona ¿por qué esa confusión de hacer de “file” archivo o documento si son dos cosas distintas y hay una palabra para cada una?
Nos enseñaban que había lenguas vivas y lenguas muertas, el castellano pase a todos los que se empeñan en destruirlo está más vivo que nunca por la simple razón de su riqueza y que somos muchos más los que queremos seguir entendiéndonos y que nos entiendan, que los que usan las lenguas para establecer cotos cerrados en los que ha falta de verdaderas razones se sienten distinguidos.
Hubo lenguas sentenciadas a muerte y que el curso del siglo XX demostraron que estaban sorprendentemente vivas, tal ocurre con el latín y el griego, sin ellas no podría hoy haber diálogo ni comunicación entre las ciencias, ¿qué opinarán ahora los académicos que suprimieron la “ps” y sancionaron “sicología” o “setiembre” que no dicen nada ni se sabe de donde vienen?
“Uno”, lo entendemos todos y “alfa” también, que si bien no es número, es la primera letra griega y es el uno de la jauría.
En este año para no retroceder mucho, todos sin ser rebuscados hemos escuchado o dicho: eutanasia, pandemia, currículum, nanotecnología, democracia, foro, pedófilos y cientos más, quizás en un par de años se conjuguen algunos verbos, se agreguen algunos artículos y ¡zas! Hablamos griego o latín. Por este camino volverán el fenicio, el celta, el arameo y hasta convendrá tener en la biblioteca una copia de la piedra Roseta. “Don Juan, los muertos que vos matáis gozan de buena salud”.
Si dijera “Zacatecas”, muchos como yo hasta hace unos meses no sabrían que es, pero nadie tendrá dudas que viene de Méjico y efectivamente en dicha ciudad Mejicana se celebró el I Congreso Internacional de la Lengua Española en 1997. Y gracias a que dejó de lado la propuesta demagógica populista de García Márquez, yo puedo escribir y usted me entiende. Quien escuche “manito” sabe que no se esta hablando de una mano chica, porque de serlo se diría ”la manito o una manito”, sino de un cariñoso y afectivo hermanito por hermano. Y lo saben en Filipinas en Barcelona en Montevideo y en Valdivia. Con una sola lengua podemos expresarnos y que nos entienden en todo el mundo.
¡Somos dueños de un tesoro, al menos uno, a cuidarlo! Sobre todo de los traductores, los que hacen doblajes en medios de difusión masiva y de los que por pasar por cultos inventan palabras, transforman sustantivos en verbos y que luego los más incultos repiten hasta el cansancio para no ser menos, es ya sin duda mejor decir: “se fue al carajo o a la mierda”, que: “el delincuente se profugó” que repiten hasta el hartazgo periodistas, magistrados, profesionales y funcionarios.
Parte de las ideas desarrolladas están contenidas en un pequeño libro que no me cansaré de recomendar “Defensa apasionada del idioma español” de Alex Grijelmo (editado en Madrid por el Grupo Santillana de ediciones SA) No soy un experto ni tan siquiera un idóneo de la lengua, pero a cada instante algo “me patea los ojos” o los oídos, léalo y saque sus propias conclusiones. Hay que beber de las fuentes que es mucho más sano y seguro.
Nos enseñaban que había lenguas vivas y lenguas muertas, el castellano pase a todos los que se empeñan en destruirlo está más vivo que nunca por la simple razón de su riqueza y que somos muchos más los que queremos seguir entendiéndonos y que nos entiendan, que los que usan las lenguas para establecer cotos cerrados en los que ha falta de verdaderas razones se sienten distinguidos.
Hubo lenguas sentenciadas a muerte y que el curso del siglo XX demostraron que estaban sorprendentemente vivas, tal ocurre con el latín y el griego, sin ellas no podría hoy haber diálogo ni comunicación entre las ciencias, ¿qué opinarán ahora los académicos que suprimieron la “ps” y sancionaron “sicología” o “setiembre” que no dicen nada ni se sabe de donde vienen?
“Uno”, lo entendemos todos y “alfa” también, que si bien no es número, es la primera letra griega y es el uno de la jauría.
En este año para no retroceder mucho, todos sin ser rebuscados hemos escuchado o dicho: eutanasia, pandemia, currículum, nanotecnología, democracia, foro, pedófilos y cientos más, quizás en un par de años se conjuguen algunos verbos, se agreguen algunos artículos y ¡zas! Hablamos griego o latín. Por este camino volverán el fenicio, el celta, el arameo y hasta convendrá tener en la biblioteca una copia de la piedra Roseta. “Don Juan, los muertos que vos matáis gozan de buena salud”.
Si dijera “Zacatecas”, muchos como yo hasta hace unos meses no sabrían que es, pero nadie tendrá dudas que viene de Méjico y efectivamente en dicha ciudad Mejicana se celebró el I Congreso Internacional de la Lengua Española en 1997. Y gracias a que dejó de lado la propuesta demagógica populista de García Márquez, yo puedo escribir y usted me entiende. Quien escuche “manito” sabe que no se esta hablando de una mano chica, porque de serlo se diría ”la manito o una manito”, sino de un cariñoso y afectivo hermanito por hermano. Y lo saben en Filipinas en Barcelona en Montevideo y en Valdivia. Con una sola lengua podemos expresarnos y que nos entienden en todo el mundo.
¡Somos dueños de un tesoro, al menos uno, a cuidarlo! Sobre todo de los traductores, los que hacen doblajes en medios de difusión masiva y de los que por pasar por cultos inventan palabras, transforman sustantivos en verbos y que luego los más incultos repiten hasta el cansancio para no ser menos, es ya sin duda mejor decir: “se fue al carajo o a la mierda”, que: “el delincuente se profugó” que repiten hasta el hartazgo periodistas, magistrados, profesionales y funcionarios.
Parte de las ideas desarrolladas están contenidas en un pequeño libro que no me cansaré de recomendar “Defensa apasionada del idioma español” de Alex Grijelmo (editado en Madrid por el Grupo Santillana de ediciones SA) No soy un experto ni tan siquiera un idóneo de la lengua, pero a cada instante algo “me patea los ojos” o los oídos, léalo y saque sus propias conclusiones. Hay que beber de las fuentes que es mucho más sano y seguro.
1 comentario:
Muy bueno, ya mismo me voy a comprar el libro
Publicar un comentario