enero 05, 2006

No se puede más

En todas partes cualquiera sea el interlocutor, son las afirmaciones en boca de todos, inclusive en notas y editoriales, no se escriben todas las letras pero están claramente implícitas en el contenido. No es una moda, sobran las razones. El impúdico exhibicionismo de prepotencia y desprecio parece haber rebasado todos los límites de lo tolerable.
Vivimos inmersos en la mentira y en el apostolado del error, desde siempre contra ellos hubo un solo recurso; la luz de la verdad, que jamás podrá hacer su efecto si la rodeamos con pantallas de hipocresía.
¿Es razonable pensar que una pareja de mediocres, se pueda llevar por delante una Nación y sus instituciones? Si, es posible, siempre que de ellas solo quede el decorado de cartón y papel, vacío de contenido. Y esa es la indiscutible comprobación que queda en pie después de estas embestidas y arrebatos de prepotencia. En éste punto viene la conclusión que no es fácil de aceptar: ¿Esas Instituciones eran para nosotros, o por no serlo se descompuso su contenido?
El hecho práctico y real es que solo son un papel pintado de algo que fue, una foto histórica, muy querida o venerada que mantiene un recuerdo de algo que ya no está.
A los muertos no se los restaura, hay que enterrarlos. Si no lo asumimos estaremos luchando por volver a la vida a los fantasmas.
Históricamente, y nos viene de raza, hemos sido dados a importar y copiar todo, antes y ahora; ideas, ingenios y hasta “objetos de consumo,” ¿para que vamos a pensar o hacer si es más simple comprar algo que se supone ya está probado?, siempre nos resulto intolerable la sola posibilidad del fracaso, más aún si hay testigos, es así que antes como ahora remedamos cualquier cosa. Detrás de este hábito se esconde siempre, no la imprudencia sino una temible soberbia, “total si no sirve lo tiramos o lo rompemos”. Y así imitando y tirando hemos llegado hasta ahora.
Siempre la misma cosa, antes los afrancesados y las logias, ahora los hipócritas de la democracia y los derechos humanos, los mercaderes del “terror civilizado”. Lobos con piel de cordero, los conocemos de memoria.
Ya vienen apareciendo en el horizonte con nuevos ropajes porque han cansado y nadie les cree a los tradicionales “progresistas” que vomitan odio y resentimiento.
Vienen los elegantes y medidos señores o “afrancesadas señoras”, la “nouvelle vague” de “socialistas serios”, aunque les quede grande el estilo Chirac, Villepin o Blair y los nuevos militares nazi-indegenistas, siempre con el denominador común de populacheros demagogos.
Ese punto lo veía como final y sólo es el final de una introducción, por eso volvamos al principio que es el título:”hay que hacer algo”.
Hace ya años que un Ilustre nos los digo: “Argentinos a las obras” ( Ortega y Gasset ) Todos lo sabemos, debíamos haberlo leído y es hora que lo hagamos. ¿para que sirve la convicción, si no ilumina la acción y las obras? Antes de la admonición de Ortega, a todos los pueblos se les dijo que: “la Fe sin obras es muerta en si misma”
Dos suelen ser las respuestas comunes. La primera: "hay que involucrarse y participar”, "hay que cambiar las cosas desde adentro". A todas luces parece serio y coherente hasta que haga una sencilla prueba, vacíe un cajón de manzanas podridas y llénelo con fruta nueva y sana, en 48 hs. estará toda podrida. La corrupción no está exclusivamente en las personas, anida en el sistema y en las instituciones. Si no lo cree mire hacia atrás, si, esa larga fila de personas honestas, buena gente y mírelas ahora, los peores delincuentes son aprendices al lado de ellos.
La otra es: “no se puede confiar en nadie, falta una cabeza” Lo de desconfiar es cierto, pero ¿por que una cabeza?, ¿acaso no tenemos todos una? ¿Será posible que tanto nos haya penetrado la vocación de tropilla o de manada que nos pasamos el día buscando la yegua madrina o la jefa de la manada?
La historia no se escribió en Waterloo ni en las Termópilas, la escribieron irrelevantes anónimos como usted y yo, como ellos y nosotros. Otros se subieron a los caballos de bronce, sólo nuestros mayores con la pelea del día a día perpetuaron las ideas y los principios aunque no estén en los libros, son los que hicieron la historia y todos nosotros somos su reluciente y bruñido bronce, de la misma forma que si lo entendemos nuestros descendientes serán el nuestro.
¿Qué hacer? No esperar órdenes, darlas y ejecutarlas, romper el silencio que pretende conseguir el terror ideológico, las falsas vergüenzas y hasta el temor al ridículo a que le cuelguen el sanbenito de reaccionario o antiguo. Hable, quéjese, ponga usted en ridículo a los que dicen solo lo “políticamente correcto”, tiene teléfono úselo, viven del que dirán y de las encuestas, ellos y sus escribas a sueldo son mucho más vulnerables de lo que piensa, siempre hay alguien que lee o escucha, no para saber que piensa usted sino para moverle el piso al de arriba o al de al lado. Sus “internas” son feroces, por eso crean enemigos afuera para no despedazarse entre ellos.
¿Y que se consigue? Comenzar, dar el primer paso sin el cual no se llega a ningún lado, otros harán lo mismo, somos animales de costumbres. ¿Después? Dios dirá, que para eso gobierna el mundo. No estamos en esta tierra para mirar o esperar que otros hagan, sino para hacer y dar testimonio de lo que somos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente, tiene razón y el principio de año es una buena fecha para decir MANOS A LA OBRA
Felicitaciones y adelante

Anónimo dijo...

Espero que haya muchos que reciban el mensaje,lo incorporen y lo transmitan y ejecuten.
Somos un grupo que que está totalmente de acuerdo con usted y navegamos en su mismo sentido
Gracias