enero 13, 2006

Hacia el fin de un sistema

Es una constante que cuando se habla sin pausa de algo es porque ya no existe o está agonizando, sucede en todos los ordenes. Hoy en cualquier parte el tema es “sexo”, precisamente cuando está más devaluado y los humanos parecen más asexuados se busca la hiperexcitación a cualquier precio simplemente porque el estímulo natural a desaparecido o se ha agotado, lo mismo ocurre en la otra punta del espectro.
Democracia es el término y el tema obligado, precisamente cuando en la practica ya no existe, es más casi nadie hoy tiene en claro que es, o que fue. La representatividad está en una crisis final en Europa y América sea la del Norte, Centro o Sur, se intenta salvar el agónico sistema con remedios peores que la enfermedad; los referéndum, de la democracia representativa a la semidirecta, con lo que se reconoce que es en la representatividad dónde falla el sistema. Suponer que es el único mal nos llevaría a nuevos fracasos. El mismísimo sistema electoral está totalmente corrompido, véase sino como se han digitado elecciones recurriendo incluso a salvajes atentados como ocurrió en Madrid en la estación de Atocha, o al terror de armas biológicas que después de una política de desastres continuos en lo interno y externo le permite a Bush seguir en su puesto. Blair por no sufrir lo de Francia y Holanda cancela su referéndum, todo en nombre de la soberana voluntad popular, y esto es lo que llaman primer mundo y no primitivos sudacas.
Los representantes no sirven, no pueden ni representarse a si mismos y la forma de elegirlos tampoco, el mundo es demasiado complejo para pensar siquiera que el ciudadano común pueda libre y razonablemente optar por una alternativa u otra.
Otra vez a la vieja cuestión ¿Qué esta primero, el huevo o la gallina?
Tratemos de desbrozar este intríngulis. El sistema electoral no sirve porque no es libre, en realidad jamás en la historia lo fue por lo que no se le puede endilgar hoy ser la causa, siempre hubo una minoría bien organizada imponiendo su decisión a las “mayorías”. Ocurrió en casa de Pilatos, en las asambleas de todas las ciudades y colonias griegas donde las “compañías” (precursoras de la Mafia) imponían sus criterios, en tiempos de la República Romana, en los Estados Generales de Francia y en todas las legislaturas del mundo que hasta han blanqueado a los mafiosos como “lobystas”
La representatividad al “uso nostro” tampoco sirve, no es razonable que me represente quien no conozco ni me consta que tenga más conocimiento, criterio y sentido común que el mío, si tuviese que confiar en quien los seleccionan, sé muy bien como se hace y francamente debiera hacerme internar por demente.
Está visto que quien obtiene graciosamente una cuota de poder sea este ejecutivo, legislativo o judicial se convierte automáticamente en mercadería en oferta para aquellos que quieren otra porción y comienzan un camino de equilibrios, consensos, y el antiguo ejercicio del “quid pro quo” más popularmente llamado “toma y daca” para convertir el cargo en una “beca vitalicia”.
Cuanto más pienso sobre la cuestión más claro me aparece que esto no es de ahora, siempre fue así, quizás antes era mayor la resignación y hoy es mucho menor nuestra capacidad de tolerancia. A fuerza de machacar con los derechos y la igualdad, estamos menos dispuestos a dejarnos “pisar el poncho” por otro hombre común, que por muy doctor que sea es igual a todos. ¿Habrán caído los “libertarios” en su misma trampa?, ¿Salio el tiro por la culata?
Es un hecho que como siempre la democracia degeneró en demagogia y el objeto de esta es dar “pan y circo” a cambio de un voto, y el voto ¿para qué?, para perpetuarse y reemplazar la alternancia por la permanencia, aunque se cambie el nombre y el ropaje de la figurita, hay solo un paso, tan pequeño que la reelección y hasta la reelección indefinida tienen ya jerarquía constitucional. Esto no fue obra de “dictaduras militares” sino de social demócratas, restauradores del estado de derecho.
¿Estamos pretendiendo hacer real la utopía de un sistema perfecto en todas las circunstancias, en una sociedad compuesta por seres imperfectos plagados de vicios y miserias y que debe existir en un mundo cuyas circunstancias y exigencias cambian día a día?
Es posible que respetables señores adhieran a la chiquilinada de creer que se puede gobernar igual un país en la guerra que en la Paz, en la crisis que en el orden y la estabilidad. Hace ya siglos que los Romanos y muchos otros lo sabían.
Si hay algo que es malo es el estancamiento y la petrificación porque es contra natura, el desarrollo, el cambio y la evolución respetando las leyes del orden es lo natural y propio de los seres vivos y sus obras, ¡pero a no confundirse! Evolución; escribí que no es Revolución.
Dicen los ilustrados historiadores e institucionalistas que nuestra moderna democracia institucional se remonta a 1215 cuando los barones y Señores de Inglaterra le “arrancaron” a Juan sin Tierra la Carta Magna. El Juan que no tenía tierra, pero paso su vida apoderándose de cuanto no le pertenecía, incluida la Corona de su hermano el de “Corazón de León”, no por nada era un Anjou de la casa real de Francia y ya se sabe que nunca se privan los Francos de anotarse en todos los desaguisados. Dejémoslo al Lord Juan y recordemos que como no podía ser de otra forma “de tal palo tal astilla”. Para los memoriosos cabe recordar que esta supuesta piedra fundacional del moderno sistema institucional era de uso y practica consuetudinaria en todas las Juntas del país Vasco desde muchísimos siglos antes, allí funcionó porque estaban compuestas por los vecinos y parientes mayores, todos sabían quien era quien y hasta que comía en su casa, de dónde venía lo que tenía y nadie buscaba posiciones porque, siendo todos nobles por nacimiento el trabajo era deshonra, para eso estaban los “pecheros”. Singular sistema en el que el pueblo con derechos, ni pagaba impuestos ni servía, pero como eran humanos por algún lado tenía que fallar; a falta de internas aparecieron los celos y envidias de familia o vecinos, por un “¡quítame de aquí esas pajas!” o una más natural cuestión de polleras y durante siglos se masacraron a lo bestia, cosa que no quedara nadie vivo para saldar la cuenta, y entonces aparecieron los “banderizos”, casi políticos de hoy; los Butrones y Mújicas, Salazares, Ortices, Velascos, Salcedos, Ochoas, Avendaños, Mendozas, Gamboinos y Oñacinos y no falto ninguno, todos eran parientes de alguien, no por nada eran “hijosdalgo”. Se eliminaron tan prolijamente que cuesta creer que todavía vivamos algunos. Como se ve esto nunca ha funcionado, hasta el absolutismo de los monarcas de Derecho Divino fue reemplazados por el absolutismo de la Soberanía Popular. Más de lo mismo.
Hace tiempo que me obsesiona el tema y debo admitir que voy a renunciar hasta de tratar de encontrar una solución posible, no me voy a callar, simplemente voy hacer mía una inscripción que leí en una vidriera, “No tenemos en nuestras manos la solución a los problemas de la Argentina, pero frente a los problemas de la Argentina tenemos nuestras manos” y casi le agregaría y una “Uzi” en cada una por las dudas. Quizás el secreto sea más simple, hacer aquello para lo que estamos en el mundo que no es otra cosa que dar mil veces aquello que graciosamente nos dieron, no acumular bienes materiales innecesarios porque nos faltarán bolsillos en la mortaja para llevarlos. En la otra vida no hay sucursales de bancos suizos, ni bolsas o mercados a término. No habrá títulos de ex presidentes ni de Premios Nobel o Pullitzer.
Por supuesto que el tema no se terminó, es cuasi infinito, pero me voy hacer algo más de lo mío.
Esto no quiere decir que deje la trinchera, el final entiendo que es irreversible, lo preocupante es que se pretenda emparchar o sustituir el cadáver que ya apesta. Para no ser tan personal dejo como Link otra opinión sobre el tema, en éste caso de un ex presidente del Brasil.
"Los partidos políticos podrían desaparecer"

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