enero 16, 2006

El pregón del barrio

Esta edición es precedida por el Cristo Redentor que desde los Andes hoy nos une y nos hermana más que nunca en el duro camino que nos espera.
Edición extra: Me costo mucho mantener el silencio por respeto al proceso electoral Chileno y por la falta de claridad acerca de que estaba en juego y quien era quien. La Dra. Bachelet no me daba la imagen de tener peso y solidez propia para el cargo y ya se sabe que cuando el jefe carece de peso propio mandan los de abajo, esos que por inmostrables permanecen tapados. A su oponente, presentado como empresario exitoso, representante de la “derecha” y hasta humanista (¿?) cristiano, todas denominaciones para mi gusto altamente urticantes. Tampoco le he visto entidad para enfrentar el desafío que desde adentro y afuera se nos plantea a todas las naciones de América; claudicar o mantener el mínimo orden en el que mal o bien hemos podido sobrevivir hasta ahora.
“Malo conocido es mejor que bueno por conocer” dice un muy antiguo y cierto refrán.
Una candidata, quizás creyendo que ya está todo definido ha decidido mostrar su verdadero juego, que de propio le veo muy poco, parece vulgar copia de la dictadura patagónica ( Ver: “Bachelet y la ilusión de "un nuevo Chile")
Me llama poderosamente la atención que no obstante el respeto que los chilenos saben conservar en su trato, una posible nueva generación de funcionarios menores, oficiales y partidarios hayan sido capaces con el eco de los medios, de bastardear una campaña electoral como una compulsa de “machismo y feminismo”. Esto que podría juzgarse como intrascendente y secundario, está mostrando la hilacha del nivel mental de la gente que viene, si a eso le suman lo del “nuevo país”, miren para este lado y verán los resultados.
Chile ha dirimido finalmente la cuestión, terminó el bla bla bla y “en la cancha se verán los pingos”

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