agosto 31, 2005

Otro poco de tiempo

Sigue imperturbable entre mis temas el tiempo. No se trata de una cuestión personal sino que no acabo de cerrar la idea, siempre me aparece una arista nueva. En estos días observando a uno de mis nietos (2 años) he caído en la cuenta de la incapacidad a esa edad de manejar el tiempo. Exprimiendo lo que veo concluyo que hay una palabra que nunca se les enseña porque son incapaces de comprenderla; “espera”. Si vuelvo la vista a los mamíferos superiores y sus crías veo que les pasa lo mismo. Analizando la evolución el: “espera” o “después”, carecen de sentido. Reciben el alimento en forma continua por el cordón y no saben ni les preocupa si van a nacer y cuando, y una vez que lo hicieron repiten lo que traían; comer, dormir, moverse, todo es instantáneo de la necesidad o requerimiento a la acción que lo satisface, si uno aplicase este aserto a nuestra sociedad actual, lo cual no es un dislate ya que si la familia es la célula de la sociedad, el individuo es el átomo de la familia.
Siempre me llamó la atención la extraordinaria similitud entre los procesos biológicos y sociales, fueran estos fisiológicos o patológicos.
Retomando el camino debemos concluir que nuestra sociedad y nuestro mundo no avanzan sino que están en plena involución a sus formas más primitivas, todos quieren todo ¡ya mismo! Observe que un cachorro no entiende el; “espera”, un perro si, Quizás por eso decía hace unos días que no es lo mismo el tiempo a los 5 años que a los cincuenta. Si bien es cierto que el tiempo depende de la rotación de la tierra sobre su eje y de la traslación alrededor del sol, cuanto más jóvenes y primitivos somos más no regimos por la ansiedad o necesidad que por la física.
Pareciera el más lento y dificultoso de los aprendizajes, casi diría que es el último y el supremo, de hecho muchos jamás consiguen aprenderlo y paradójicamente otros recién lo entienden cuando ya no les sirve porque se les terminó. No es tampoco un conocimiento tan trascendente, puesto que va a existir y desaparecer junto con nosotros, pero el tiempo y el cuerpo son los únicos que nos van a acompañar hasta el final, quizás por eso sólo valga la pena cuidarlos.
En medio de esta redacción tuve que tomar una decisión menor, cotidiana, y me corte con otra arista del tiempo, descubrí que estaba por hacer todo lo contrario de lo que pienso y escribo ¿cuántas veces nos pasará sin tener conciencia? El tiempo no se guarda. No sirve para nada, o se lo vive o se lo da y lo comparte, de lo contrario se pierde. Aunque no se crea sirve pensar, hasta en lo que parecen pavadas.
Observar y pensar son los dos primeros pasos en el camino del saber, alguien me dijo hace poco “yo no pierdo el tiempo en pensar en cosas que no entiendo”. Toda una definición de la ignorancia definitiva. Su antónimo sería: “Pienso que me equivoqué”, ese, al menos ya sabe algo o al menos lo sospecha. Y éste es otro de los misterios del tiempo y la distancia, es como perseguir el horizonte, es la única distancia imposible de acortar o de recorrer. Pero esto dejémoslo para otro día, hoy ya estoy cansado de caminar.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El tiempo, ese, el que no nos alcanza, seguirá hasta el fin de los tiempos. El único que nos acompañará hasta el final es "nuestro" tiempo y de nosotros depende vivirlo y siempre lo hacemos en función de.... (la amistad, la entrega, el ocio, la contemplación etc.), nunca se lo pierde, siempre está ahí.
Es verdad que no podemos guardarlo, pero sí aprovecharlo, en mayor o menor medida.
Un niño no es lo suficientemente maduro para administrar el tiempo y por eso lo demanda, debe aprender a limitarse, debe crecer y madurar.
Finalmente, me parece que es tiempo de reflexionar!!!

Anónimo dijo...

Yo estoy de acuerdo y me gusta porque me hace reflexionar