agosto 08, 2005

El celular

Cada día que pasa me asombra más este aparato y sobre todo el uso que se hace de el. En Argentina me entero que el número de aparatos se incrementó en el último año en el 81.4% y asciende a 17 millones de aparatos, lo que representa un celular cada dos habitantes; aparte de los 8 millones de teléfonos fijos, uno cada cuatro habitantes. Omito las cifras oficiales de personas por debajo de la línea de pobreza y desocupados, que supongo no operan telefonía móvil al igual que los menores de 5 años.
O las empresas de telefonía celular han entrado en un descontrol total, o algo está muy mal. Si bien los datos son oficiales del INDEC (Instituto Nacional De Estadísticas y Censos) nada me resulta creíble, comenzando por la cantidad de habitantes.
Días pasados presencié en una casa, una reunión de un grupo de jóvenes compañeros de colegio, escuchando música; su edad 17-18 años, 5 varones y tres chicas, todos sentados con su celular en la mano “conversaban” entre ellos por “mensajes de texto” todavía el hecho me martilla el cerebro, no lo pude, y supongo no podré asimilar. Mi única conclusión es que nos precipitamos aceleradamente a un estado de incomunicación total. El texto no tiene tonos, volumen ni transmite el lenguaje gestual. En comunicación que ya es casi una ciencia, se enseña que hay un receptor y un emisor y que la correcta comprensión del mensaje requiere la retroalimentación del emisor que percibe como el receptor capta el mensaje emitido.
No me puede entrar en la cabeza que en un país de 34 millones de habitantes la mitad necesiten ser encontrados en cualquier parte y a cualquier hora. O dicho de otra forma la mitad de la población vive en la clandestinidad, nunca se sabe donde esta.
He recogido las más variadas versiones e informaciones, desde enterarme de alguien que tiene tres celulares, uno con domicilio en Bs. As. para cuando viaja a la capital pagar llamadas locales, otro con domicilio en Rosario dónde vive y otro con domicilio en Brasil donde viaja con frecuencia. Otros que tienen dos o más celulares cuyos números solo tienen distintos grupos de personas, en fin todas las combinaciones tramposas posibles. He visto cantidad de promociones que por la compra de dos aparatos le regalan otro.
Entiendo y lo veo, que en esta sociedad consumista el que no tiene un celular “no existe”, pero estas cifras van más allá, me hacen entrever un profundo cambio cultural en breve si es que nos queda algo de cultura o si ese cambio ya se produjo y ésta es su consecuencia. Me pregunto por ejemplo ¿cómo se educa a un menor, cuando no se sabe con quien se comunica, cuando y en que términos? Aquel viejo dicho que tanto nos machacaron de chicos: “Secretos en reunión es mala educación” ¿ya fue? ¿Alguien puede razonablemente pensar que el mundo está para esas concesiones precoces?. Pero todos tienen muy sólidos argumentos que en realidad son anestésicos de conciencia. Las cosas malas les pasan a otros.
Paralelamente a esta explosión demográfica de celulares, aparece la avalancha de quejas de usuarios que no tienen señal, mensajes que no llegan etc., por insuficiencia en las instalaciones fijas (antenas) para procesar tal caudal de operaciones. Todo esto resulta en un problema multifacético o multidisciplinario como gusta decirse ahora, de educación, sociológico e incluso médico. Ignoro la existencia de estudios responsables, acerca de la acción de esta saturación de ondas electromagnéticas sobre el ser humano, que han sido estudiadas en otros mamíferos. Se les ha imputado a las alteraciones en los campos magnéticos, la desorientación de aves y mamíferos migratorios, incluso los “llamados suicidios en masa” de las ballenas que encallan y mueren en el Caribe, siguiendo a la hembra jefa de la manada que tuvo un “cortocircuito” en sus sensores.
Cada día veo agregarse nuevas actividades comerciales en las que se prohíbe el uso de telefonía móvil: Bancos, aeropuertos, aviones etc., por las presuntas o reales interferencias que provocan, ¿los humanos somos inmunes?. ¿Las conductas irresponsables, gratuitamente agresivas y la proliferación de imbéciles e inútiles en todos los campos, será ajena a esto?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Para eso están los movitonos, solitonos y politonos. Además, es una forma de evitar que se ofendan por gestos y caras que uno pueda hacer. ¿Cuántas discusiones uno se habría evitado si hubiera dicho lo mismo, pero si el interlocutor no nos hubiera visto las caras o los gestos que poníamos al decirlas?.