marzo 29, 2012

PARA COMPARTIR: EL JONNATAN Y LA JESSI

PARA COMPARTIR: No es mío, es muchísimo mejor; además es de allá pero vale acá y presumo que más o menos en todas partes.
No es una cuestión de edad, Pérez Reverte los llama “un producto racial de aquí bien elaborado” otros les dicen “indignados, tilingos, jóvenes rebeldes o tribus urbanas” el nombre es lo de menos; a mi entender son cosas y las cosas no tienen entidad, simplemente están, en general no teniendo función ni razón de ser, joden.
A los bifes:
A veces, cuando me empitono con el personal, se me va un rato la pinza de la ropa y pido napalm a gritos, incluido para mí, algún colega me dice eso de pírate, tío, tú que puedes. Para qué sufrir con el paisaje. Pero es que no es lo mismo, suelo responder. A mí me gusta esto incluso con letra pequeña. Me pone mirarnos hablar, pelear, sufrir, soñar, equivocarnos o acertar. Debe de ser mi fondo de alma friki -lo afirma un fan del Príncipe Gitano y de los Chunguitos-, pero soy incapaz de resistirme ante un producto racial de aquí, bien elaborado. A veces voy por la calle y debo contenerme cuando me lo topo, sobre todo cuando llevo corbata y voy formal, para no darle un abrazo y besarlo en la boca. O besarla. Y es que al final acabas tomándole cariño a la peña. Tan irrepetible, oigan. Tan nuestra. Es un perro y se le quiere, así que calculen. Con las personas humanas. Los españoles de España.

Siempre creí, verbigracia, que el Manolo clásico de tripa cervecera y puticlub, heredero de aquel macarra de playa sesentón -maricona colgada de la muñeca y bañador slip leopardo-, era modelo definitivo, acabadísimo, de nuestras esencias. Que nada podría sustituirlo en mi corazón. Pero erraba. Hace tiempo, lo noto, que otros nuevos afectos me rondan el órgano. El jueves pasado, sin ir más lejos, viví un momento glorioso. Perfecto. Me encontré por la calle a una pareja de jóvenes, parte de un grupo que estaba un poco más allá en la puerta de un bar, y lo que primero oí fue la música, que atronaba la calle por los altavoces de un Megane tuneado. Luego asesté pupila: él y ella. Poligoneros de manual. Tan clásicos de pinta, que tecleas en Google los nombres Yonatan y Jessi, por ejemplo -O Vane, o Yasmi, o Viky, o Mati, o Soralla-, y salen sus fotos. Entonces le oí a la pava la primera frase:

-¡Apaga sa músika que me stoy vorviendo loka!

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