diciembre 07, 2005

Silencios que hablan en un país que duele

A decir verdad todo duele, el silencio de los cobardes y las palabras de los que mienten, es lo que nos tocó en suerte así que a no quejarse, la mirada al frente y ¡adelante!
Tengo mucho para agradecer, hace ya casi diez meses comencé a escribir ésta página, hoy con gran sorpresa compruebo que ya casi son más los lectores habituales de Hispanoamérica, Europa y Asia que los de mi Patria, queda claro que muchos son parte de los miles de Argentinos que debieron buscar en otras tierras lo que la suya les negaba.
Muchas veces me pregunté si se justificaba confrontar permanentemente con aquello que ocurre acá, siempre encontré una sola respuesta, “SI”. Al menos para que quien lea por gusto o por accidente en cualquier parte del mundo, sepa que en ésta tierra no estamos dispuestos a callar o a tolerar todo; diga lo que diga la prensa y aunque la inmensa mayoría de los Argentinos no tengan esta posibilidad de expresarse o el tiempo para hacerlo.
Es más, cada vez estoy más convencido que aunque canse es necesario seguir, no va a resolver nada pero al menos va impedir que nos acostumbremos a bajar cada día la cabeza un poco más.
Tan repugnante es este chiquero en el que vivimos, que me siento tentado de creer que este vergonzoso desgobierno que padecemos es quizás en términos históricos lo mejor que puede pasarnos, al menos va a arrasar con todos los que se creen líderes y dirigentes sociales, políticos, económicos e incluso militares. Mientras no se llegue al fondo de lo que está carcomido no se puede construir, cuando se limpia una herida hay que cortar y extirpar todo hasta que aparezca tejido vivo y sangre en abundancia, hay que llegar hasta el hueso si es necesario, quizás no sea malo que otros hagan el trabajo sucio.
Reitero por muy oportuna, a mi ver, una frase de Plutarco; “No cabe duda, en efecto, que la Divinidad utiliza a ciertos hombres con el fin de castigar la maldad de otros y hace de ellos en cierto modo carniceros ,antes de aniquilarlos”.
¡Si señor!, es tiempo de resistir y se resiste de pie y con la frente alta, a no confundirse, resistir jamás fue tolerar.
Hubo generaciones en que a los que hicieron historia los recibían con “triunfos” y coronas de laureles, en otras exhibían medallas y condecoraciones, todas se las terminaron llevando el óxido, el tiempo o los prestamistas. Finalmente las hubo como ésta a la que solo le quedarán heridas, cicatrices y amputaciones que valen mucho más que los honores las condecoraciones y medallas.¡Adelante pues! La verdadera historia, la profunda y trascendente la escriben en el día a día los anónimos, los que fueron capaces de dar todo sin esperar nada.
Y ¿por qué no? Hace falta escribirlo y oírlo: ¡VIVA LA PATRIA! y el que quiera reírse que se ría, nadie se debe avergonzar de sus honestos y legítimos pensamientos y menos callarlos.

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