Un aluvión de trotzkistas, anarquistas y marxistas sovieticos o maoístas ha colonizado el estado, organizaciones intermedias, medios de prensa y comunicación difundiendo una contracultura intrínsecamente perversa, inclusive el “solido argumento”: que es otra época y no se puede retroceder.
La pelea que viene no es contra caras, cuerpos y nombres es contra ondas invisibles a las que nada detiene. Los demagogos aspirantes de esta democracia oligárquica y absolutista no pueden resolver nada sin negarse a si mismos.
La incontinencia verbal siempre preanuncia lo que viene; el índice rígido dando órdenes y el texto de sus ladridos en Rosario el sábado no dejan dudas o la sentencia de su máxima cría: si perdemos entregamos el gobierno no el poder; nada los pone nerviosos ni asusta creen tener la vaca atada.
Miles de idiotas conductores, escribas o analistas con tal de parecer “aggiornados” cada tres palabras las difunden. No valdrá dar la alarma contra lo que no se ve; hay una sola prevención: lavarse caras y manos, cepillo de acero en la cabeza y al frente a cazar invisibles.
Menuda tarea dirá un español pero es la que nos toco, en la vida no se elige, no es democrática, se toma o se deja y asumen las responsabilidades.
La verdad vence a la victoria (Esdrás1,3:10) fue la cita preferida de una gran mujer, duquesa, reina de Francia e Inglaterra, Cruzada a Tierra Santa que sin ser una santa, fue la mayor hija de Eva gobernante: Leonor de Aquitania.
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